Endecasílabo
verso de once sílabas / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
El endecasílabo (del griego ἕνδεκα "once" y συλλαβαί "sílabas") es un verso de once sílabas de origen italiano que se adoptó en la poesía lírica española durante el primer tercio del siglo XVI, durante el Renacimiento, gracias al poeta toledano Garcilaso de la Vega, quien lo introdujo junto con su amigo Juan Boscán convencido en Granada por el embajador veneciano Andrea Navagiero de que introdujese la métrica italiana en la castellana, tal y como declara Boscán en la carta "A la duquesa de Soma" que precede al segundo libro de Obras de Boscán y algunas de Garcilaso (Barcelona, 1534):
Porque estando un día en Granada con el Navagiero (...) me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia.
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La adaptación tuvo éxito y arrinconó, a causa de su ritmo acentual más flexible, el uso del verso de doce sílabas, o dodecasílabo, que hasta ese momento dominaba la expresión en versos de arte mayor para los temas importantes y solemnes. Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, había intentado introducirlos ya en el siglo XV, pero su intento no había tenido seguidores. Existía, sin embargo, durante el reinado de Juan II de Castilla, un intento de los poetas por descubrir un verso propio de arte mayor que sirviese para tratar temas importantes que exigían un vocabulario más amplio y, por tanto, más palabras polisílabas. El propio Juan de Mena, paladín de la copla de arte mayor en dodecasílabos, utilizó ocasionalmente el puro endecasílabo ("otras ningunas no le fazen miedo") en su obra más importante, el Laberinto de Fortuna, aunque en su mayor parte con ritmo de dodecasílabo (cuatro sílabas con acentos fuertes, separadas por dos sílabas átonas), que era menos flexible, pues enrarecía la lengua quitándole naturalidad con dislocaciones acentuales frecuentes:
Es fortaleza pues un grant denuedo / que sufre las prósperas e las molestas; / salva las cosas que son deshonestas / otras ningunas non le fazen miedo; / fuye, desdeña, depártese çedo [...].
Fueron Juan Boscán y Garcilaso los que se dieron cuenta de que el endecasílabo poseía un ritmo principalmente trimembre, tres ejes acentuales, pero solo ocasionalmente cuatro, de los cuales el primer eje acentual era libre.