Museo del Prado
museo de arte de Madrid, España / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
Estimado Wikiwand AI, Seamos breves simplemente respondiendo estas preguntas clave:
¿Puede enumerar los principales datos y estadísticas sobre Museo del Prado?
Resumir este artículo para un niño de 10 años
El Museo del Prado, oficialmente Museo Nacional del Prado, es uno de los más sobresalientes del mundo,[6][7] y también figura entre los más visitados (el decimotercero en 2022 entre los dedicados al arte).[8] Con sede en Madrid, España, está asimismo considerada la institución cultural más importante del país, según el Observatorio de la Cultura de 2023, estudio realizado entre varios centenares de profesionales del sector.[9]
Museo Nacional del Prado | ||
---|---|---|
Bien de Interés Cultural (9 de marzo de 1962, RI-51-0001374) | ||
Parte de un sitio Patrimonio de la Humanidad (Paseo del Prado y el Buen Retiro, paisaje de las artes y las ciencias) | ||
Entrada, puerta de Velázquez | ||
Ubicación | ||
País | España España | |
Localidad | Madrid | |
Dirección | Paseo del Prado, s/n 28014 | |
Coordenadas | 40°24′50″N 3°41′32″O | |
Tipo y colecciones | ||
N.º de obras | >35 000 | |
Superficie | 41 995 m²[1] | |
Historia y gestión | ||
Creación | 1819 | |
Inauguración | 19 de noviembre de 1819, 204 años | |
Director | Miguel Falomir (desde 2017)[2] | |
Presidente | (del Real Patronato) Javier Solana (desde 2019)[3] | |
Conservador | (Director adjunto de Conservación e Investigación) Andrés Úbeda (desde 2017) | |
Información del edificio | ||
Construcción | Proyecto aprobado en 1786 (originalmente para albergar el Real Gabinete de Historia Natural) | |
Reforma | 1853, 1882, 1885, 1914-1921, 1943-1946, 1954-1956 y 2001-2007 | |
Arquitecto |
Juan de Villanueva (edificio original) Narciso Pascual y Colomer, Francisco Jareño, Fernando Arbós y Tremanti, Pedro Muguruza, Fernando Chueca Goitia, Manuel Lorente Junquera y Rafael Moneo (ampliaciones y reformas) | |
Información para visitantes | ||
Visitantes | 3 241 263 (2023)[4] | |
Metro |
Estación del Arte Banco de España | |
Horarios |
10-20h (lunes a sábado) 10-19h (domingos y festivos) | |
Otros datos | ||
Empleados | 542 (31 de diciembre de 2022)[5] | |
Mapa de localización | ||
Localización en Madrid | ||
Sitio web oficial | ||
Singularmente rico en cuadros de maestros españoles y de varias escuelas pictóricas del resto de Europa entre los siglos XV y XVIII, y españoles del XIX, según manifestó el historiador del arte e hispanista Jonathan Brown «pocos se atreverían a poner en duda que es el museo más importante del mundo en pintura europea».[10] Su principal atractivo radica en la amplia presencia de Velázquez, el Greco, Goya (el artista más extensamente representado en el museo),[11] Tiziano, Rubens y el Bosco, de los que posee las mejores y más extensas colecciones que existen a nivel mundial,[12][13] a lo que hay que sumar destacados conjuntos de autores tan importantes como Murillo, Ribera, Zurbarán, Paret, Fra Angelico, Rafael, Veronese, Tintoretto, Durero, Patinir, Antonio Moro, Van Dyck o Poussin, por citar solo algunos de los más relevantes.
Alfonso E. Pérez Sánchez, antiguo director de la institución, afirmaba que «representa a los ojos del mundo lo más significativo de nuestra cultura y lo más brillante y perdurable de nuestra historia».[14]
El inventario de bienes artísticos comprendía, a febrero de 2017, más de 35 000 objetos, desglosados en 8045 pinturas, 9561 dibujos, 5973 estampas y 34 matrices de estampación, 971 esculturas (además de 154 fragmentos), 1189 piezas de artes decorativas, 38 armas y armaduras, 2155 medallas y monedas, por encima de 15 000 fotografías, 4 libros y 155 mapas.[nota 2][15][16]
Por endémicas limitaciones de espacio, el museo exhibía una selección de obras de máxima calidad (unas 900), por lo que era definido como «la mayor concentración de obras maestras por metro cuadrado». Con la ampliación de Rafael Moneo, inaugurada en 2007, se previó que la selección expuesta crecería en un 50 %, con unas 450 obras más.[17] Además, en 2018 se reabrieron las salas del ático norte, tras lo cual el total de piezas expuestas ronda las 1700,[18] y cuando se rehabilite el edificio del Salón de Reinos se colgarán en él entre 250 y 300 pinturas más.[19]
Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París y los Uffizi de Florencia, el Prado debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos. Refleja los gustos personales de los reyes españoles y su red de alianzas y sus enemistades políticas, por lo que es una colección asimétrica; algunos artistas y estilos tienen un repertorio insuperable, y por el contrario otros se hallan representados nula o escasamente. Solo desde el siglo XX se procura, con resultados desiguales, solventar algunas ausencias.
El Prado no es un museo enciclopédico al estilo del Museo del Louvre, el Hermitage, el Metropolitan, la National Gallery de Londres, o incluso (a una escala mucho más reducida) el vecino Museo Thyssen-Bornemisza, que tienen obras de prácticamente todas las escuelas y épocas. Por el contrario, es una colección intensa y distinguida, formada esencialmente por unos pocos reyes aficionados al arte, donde muchas obras fueron creadas por encargo. El fondo procedente de la Colección Real se ha ido complementando con aportaciones posteriores, que apenas han modificado su perfil inicial, puesto que, a diferencia de lo habitual en las pinacotecas nacionales de otros países, los esfuerzos, más que a completar las faltas, han ido dirigidos a reforzar el núcleo esencial.[20]
Muchos expertos la consideran una colección «de pintores admirados por pintores», enseñanza inagotable para nuevas generaciones de artistas, desde Manet, Mary Cassatt, Renoir, Toulouse-Lautrec y Degas, que visitaron el museo en el siglo XIX, hasta Picasso, Matisse, Dalí, Edward Hopper, Francis Bacon, David Hockney y Antonio Saura, quien decía: «Este museo no es el más extenso, pero sí el más intenso».[21]
Las escuelas pictóricas de España, Flandes e Italia (sobre todo Venecia) ostentan el protagonismo en el Prado, seguidas por el fondo francés, más limitado si bien con buenos ejemplos de Georges de La Tour, Nicolas Poussin y Claudio de Lorena. La pintura alemana cuenta con un repertorio discontinuo, con cuatro obras maestras de Durero y múltiples retratos de Mengs como principales tesoros. Junto al breve repertorio de pintura británica, circunscrito casi al género del retrato, hay que mencionar la pintura neerlandesa, una sección no demasiado amplia pero que incluye a Rembrandt.
Aunque sean aspectos menos conocidos, el museo cuenta también con una importante sección de artes decorativas (que incluye el Tesoro del Delfín) y con una colección de esculturas, en la que destacan las greco-romanas.
Junto con el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Museo Nacional del Prado forma el llamado Triángulo del Arte, meca de numerosos turistas de todo el mundo. Esta área se enriquece con otras instituciones cercanas: el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Nacional de Artes Decorativas, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y otros pequeños museos.
El Prado es gobernado por un director (actualmente Miguel Falomir, en el cargo desde el año 2017), asistido por el Real Patronato del Museo. Su funcionamiento se rige por la Ley 46/2003, de 25 de noviembre, reguladora del Museo Nacional del Prado.[22]
El edificio que alberga el Museo del Prado fue concebido inicialmente por José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca y primer secretario de Estado del rey Carlos III, como Real Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico (pensadas según la nueva mentalidad de la Ilustración) para la reurbanización del paseo llamado Salón del Prado. Con este fin, Carlos III contó con uno de sus arquitectos predilectos, Juan de Villanueva, autor también del vecino Real Jardín Botánico y del Real Observatorio Astronómico, con los que formaba un conjunto conocido como la Colina de las Ciencias.
El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786. Supuso la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del Neoclasicismo español, aunque dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartó un tanto del diseño inicial.
Las obras de construcción se desarrollaron durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, quedando el edificio prácticamente finalizado a principios del siglo XIX. Pero la llegada de las tropas francesas a España y la Guerra de la Independencia dejaron su huella en él; se destinó a fines militares (cuartel de caballería) y cayó prácticamente en un estado de ruina; las planchas de plomo de los tejados fueron fundidas para la fabricación de balas.
Gracias únicamente al interés manifestado por Fernando VII y, sobre todo, por su segunda esposa, Isabel de Braganza, se inició, a partir de 1818, la recuperación del edificio, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido a su muerte por su discípulo Antonio López Aguado, con fondos aportados por el rey de su «bolsa personal» o «bolsillo secreto».
El 19 de noviembre de 1819 se inauguró discretamente el Museo Real de Pinturas, denominación inicial de la institución. Se culminó así un proyecto esbozado ya en tiempos de Carlos IV: la fundación de un museo a la imagen del Louvre de París, que exhibiera las piezas más escogidas de la Colección Real. Contaba entonces con trescientos once cuadros, expuestos en tres salas, todos ellos de pintores de la escuela española, aunque almacenaba muchos más. En años sucesivos se fueron añadiendo nuevas salas, según se iban ejecutando los trabajos de terminación del edificio, y obras de arte.
Inicialmente el museo fue una dependencia más del patrimonio de la Corona. Por este motivo, se recibieron muchos envíos desde los palacios y monasterios reales, pero también hubo algunas obras que posteriormente fueron expedidas a nuevas ubicaciones. Es el caso de San Fernando ante la Virgen, de Luca Giordano, que en 1828 fue trasladado al Palacio de El Pardo.[nota 3][23]
Precisamente la vinculación de la colección a la Corona planteó un grave problema a la muerte de Fernando VII, por su división testamentaria entre Isabel II y su hermana, María Luisa Fernanda. La ejecución de dicho testamento fue aplazada hasta la mayoría de edad de Isabel. Ante la duda de si todos los bienes incluidos en los inventarios podían considerarse de la herencia libre del rey, se nombró una comisión, que en 1844 emitió un informe en el que, si bien reconoció que las disposiciones testamentarias a lo largo de la historia de los monarcas españoles eran demasiado imprecisas y variables como para permitir fijar una tradición, manifestó su oposición en cualquier caso a una división, por ser bienes que en su mayoría pertenecían a la Corona española desde épocas muy remotas. Por ello, propuso como solución:
...Hacer V.M. de su propiedad, mediante una equitativa indemnización legalmente convenida, todos los muebles y efectos de todas clases adjudicados á su Augusta Hermana, que no siendo aplicables á su uso particular, se hallan destinados al servicio y adorno de los Palacios de V.M.
Informe que fue aprobado por la reina, de conformidad con su madre y su hermana.[24]
Tras el destronamiento en 1868 de Isabel II, el museo pasó a formar parte de los «bienes de la Nación»[nota 4] mediante la Ley de 18 de diciembre de 1869, que abolió el patrimonio de la Corona. Esta ley, no obstante, estableció un conjunto de bienes destinados al uso y servicio del monarca, pero entre ellos no incluyó al museo.[25]
En 1872 se suprimió el Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836), y sus fondos fueron traspasados al Prado. Tras esta fusión, el Prado fue renombrado Museo Nacional de Pintura y Escultura, designación que hasta entonces había tenido el Museo de la Trinidad. Esta denominación se mantuvo hasta que por Real Decreto de 14 de mayo de 1920 recibió oficialmente la actual de Museo Nacional del Prado, que era como se lo conocía habitualmente ya con anterioridad,[26] por haberse construido el edificio en terrenos del antiguo Prado de los Jerónimos.
En las décadas posteriores se fueron integrando al Prado otras colecciones, entre las que destaca especialmente el Museo de Arte Moderno en 1971 —salvo su sección del siglo XX, que se convertiría posteriormente en la base inicial del Museo Reina Sofía—. Otras colecciones que engrosaron la del Prado fueron las pinturas del Museo-Biblioteca de Ultramar, que habían sido traspasadas al Museo de Arte Moderno tras su disolución en 1908, y parte de la colección del Museo Iconográfico, efímero museo instalado provisionalmente en 1879 en el mismo edificio del Museo del Prado y que una década más tarde fue suprimido, repartiéndose sus fondos entre varios museos, incluido el Prado, bibliotecas y sedes de organismos oficiales.[27] El ingreso de las colecciones de otros museos obligó a la institución a incrementar su política de difusión de fondos, mediante la creación de depósitos estables de obras de arte en otras instituciones públicas y privadas, en España y también en algunos casos en el exterior (embajadas y consulados).
Durante el siglo XIX y buena parte del XX el Prado vivió una situación de cierta precariedad, pues el Estado le destinó un apoyo y unos recursos insuficientes. Las deficientes medidas de seguridad, con una parte del personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocaron la alarma de algunos entendidos. Fue muy sonado el artículo de Mariano de Cavia publicado en 1891 en la portada de El Liberal, que relataba un incendio que había arrasado el Prado. Solo al final del artículo se desvelaba que el suceso era ficticio; de modo que muchos madrileños se acercaron al lugar alarmados. La falsa noticia sirvió de aldabonazo para la adopción de algunas mejoras de urgencia.
Pero en 1918 sí se descubrió un daño real, el expolio del Tesoro del Delfín, realizado por un empleado del propio museo, Rafael Coba.[28] La mayoría de las piezas pudieron recuperarse, salvo once, pero treinta y cinco de ellas con desperfectos muy severos,[29] despojadas de muchas de sus guarniciones de piedras y metales preciosos. El suceso, el más grave en la historia de la institución, le costó el puesto a su director, el pintor José Villegas Cordero, y supuso el cierre cautelar de los estudios que los artistas tenían en la pinacoteca. Fue el peor robo que ha sufrido el museo, pero también padeció en 1897 la sustracción de un boceto de Murillo, Santa Ana enseñando a leer a la Virgen,[30] y en 1961 otro ladrón intentó entrar al edificio por el tejado, aunque cayó al vacío y falleció. Llevaba preparado en un bolsillo un papel en el que dictaba las condiciones para la recuperación de los cuadros.[31][nota 5]
Una gran parte de las obras maestras del Prado fueron evacuadas durante la Guerra Civil, ante el temor de que los bombardeos del bando franquista destruyesen el edificio y su contenido.[32] También fueron trasladadas cincuenta y cuatro obras del MAM,[33] además de otras procedentes del monasterio de El Escorial y algunas de particulares, como La condesa de Chinchón, de Goya, propiedad entonces de los duques de Sueca, o La condesa de Santovenia, de Eduardo Rosales, perteneciente en aquel momento al duque de la Torre, que la tenía depositada en el MAM. Sufrieron un largo periplo a lo largo de diversos lugares del levante español (Valencia, Cataluña) hasta llegar en tren a Ginebra, en cuyo Museo de Arte e Historia protagonizaron una exposición que generó interés internacional y atrajo 400.000 visitas, cifra formidable para la época.[34][35] Artistas de la época como Paul Klee y Alberto Giacometti acudieron a verla. Tras su clausura, las obras se reintegraron al museo madrileño después de casi tres años de ausencia.
A pesar de diversas ampliaciones de alcance menor, el Prado sufría limitaciones de espacio, más graves a partir de los años 60, cuando el boom turístico disparó el número de visitantes. Poco a poco, la pinacoteca se adaptó a las nuevas exigencias técnicas; el sistema de filtrado y control del aire se instaló en los años 80, coincidiendo con la restauración de muchas pinturas de Velázquez. El tejado, construido con materiales dispares y mediante sucesivos remiendos, sufrió ocasionales goteras, hasta que en 1995 se convocó un concurso restringido para su remodelación integral, ganado por los arquitectos Dionisio Hernández Gil y Rafael Olalquiaga, ejecutándose las obras entre 1996 y 2001.[36]
En 1995, un acuerdo parlamentario suscrito por los dos principales partidos de las Cortes, PP y PSOE, puso al museo a salvo de los vaivenes políticos y proporcionó la calma necesaria para un proceso de modernización, que incluía cambios jurídicos además de la ampliación. Esta, tras un controvertido concurso de ideas, fue adjudicada al arquitecto Rafael Moneo, ya bien conocido en estas lides por sus trabajos en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y el Museo Thyssen-Bornemisza, entre otros. La ampliación se inauguró en octubre de 2007,[37] tras cinco años de obras.
Directores
La dirección del Museo del Prado, desde su fundación hasta el momento presente se desarrolla en tres grandes etapas:
- Grandes de España: el marqués de Santa Cruz, el príncipe de Anglona, el marqués de Ariza y el duque de Híjar, que asumieron labores administrativas ayudados para las cuestiones artísticas por pintores como Luis Eusebi y Vicente López, primer pintor de cámara de Fernando VII.
- Pintores de Corte, académicos y otros artistas de gran reputación (era condición necesaria haber obtenido primeras medallas en exposiciones nacionales o extranjeras): José Madrazo, Juan Antonio de Ribera, Federico de Madrazo, Antonio Gisbert, Francisco Sans Cabot, Vicente Palmaroli, Francisco Pradilla, Luis Álvarez Catalá, José Villegas, Fernando Álvarez de Sotomayor (dos períodos), y, nominalmente, Pablo Ruiz Picasso.
- Historiadores del arte y otros : Aureliano de Beruete y Moret, Ramón Pérez de Ayala (escritor y periodista), Francisco Javier Sánchez Cantón, Diego Angulo, Xavier de Salas, José Manuel Pita Andrade, Federico Sopeña (musicólogo), Alfonso E. Pérez Sánchez, Felipe Garín Llombart, Francisco Calvo Serraller, José María Luzón (arqueólogo), Fernando Checa, Miguel Zugaza y Miguel Falomir.
«Museo para los pintores»
Desde sus inicios a principios del siglo XIX, el Museo del Prado ha contribuido de manera determinante al estudio y difusión de la pintura española, convirtiéndose además en un «museo para los pintores», lugar de aprendizaje e inspiración para las nuevas generaciones de artistas. Eduardo Rosales, Mariano Fortuny, Federico de Madrazo y Francisco Pradilla, entre muchos otros, conformaron un estilo propio bajo el influjo de las obras de Velázquez y Goya del Prado, como lo harían Ignacio Zuloaga y Joaquín Sorolla. Ya en décadas posteriores acudieron al museo dos jóvenes creadores que alcanzarían fama universal: Pablo Picasso y Salvador Dalí. También visitaron la pinacoteca madrileña muchos de los artistas franceses más innovadores del realismo y del impresionismo, como Gustave Courbet, Léon Bonnat, Carolus-Duran, Pierre-Auguste Renoir, Edgar Degas, Toulouse-Lautrec, Auguste Rodin y Claude Monet; siendo el gran valedor del museo en esos años Édouard Manet, cuyos encendidos elogios a Velázquez hubieron de animar a que muchos de sus colegas emprendiesen viaje a Madrid. Entre los que lo hicieron, se cuentan también los norteamericanos Mary Cassatt, Sargent y Chase; los dos últimos llegaron a pintar obras bajo influencia directa del maestro sevillano.
En el siglo XX el magisterio de los tesoros del Prado ha atraído al museo a innumerables creadores;[38] españoles como Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz, Antonio Saura, Equipo Crónica, Manolo Valdés, Ramón Gaya, Antonio López, Fernando Zóbel, Guillermo Pérez Villalta, Ouka Leele, Miquel Barceló y Eduardo Arroyo (quien publicó una peculiar guía del Prado en 2011, Al pie del cañón) y también extranjeros, como Edward Hopper, Francis Bacon, Lucian Freud, Richard Hamilton, Andy Warhol, David Hockney, Wolf Vostell, Cy Twombly, Richard Serra y Cai Guo-Qiang.
Visitantes ilustres
Convertido en un «lugar de memoria» y en la cara más amable y prestigiosa de España ante la comunidad internacional, el Museo del Prado es un punto de encuentro para muchas autoridades y demás personalidades de relieve que pasan por Madrid. Desde que a mediados del siglo XX se generalizaron las visitas diplomáticas y el turismo, el Prado se incluye de manera recurrente en las agendas protocolarias de presidentes de gobierno, monarcas y demás autoridades extranjeras. Se pueden citar las visitas que efectuaron al museo Charles de Gaulle, Eva Perón (1947), Hussein de Jordania, Américo Tomás, Isabel II de Inglaterra, Diana de Gales, Beatriz de los Países Bajos, Margaret Thatcher, François Mitterrand, Sandro Pertini, Helmut Schmidt, Mijail Gorbachov, Jimmy Carter, Henry Kissinger, Barack Obama, Nicolas Sarkozy y Carla Bruni, Kofi Annan, Alberto II de Mónaco y los dirigentes de 36 países que asistieron a la cumbre de Madrid de 2022 de la OTAN; entre ellos, Joe Biden, Boris Johnson, Emmanuel Macron y Mario Draghi.[39]
Son también numerosas las figuras de la literatura, la música, el cine y el espectáculo que han visitado el Prado, especialmente desde que España empezó a albergar el rodaje de películas de Hollywood. Entre muchos nombres, destacan Hans Christian Andersen, Giuseppe Verdi, Ava Gardner, Orson Welles, Anthony Mann, James Stewart, Ingrid Bergman, Lauren Bacall, Charlton Heston, Sophia Loren, Gina Lollobrigida, Anthony Quinn, María Félix, Robert Redford, Martin Scorsese, Woody Allen y Milos Forman. Otras celebridades que han visitado el Prado son Paul McCartney, Mick Jagger y Charlie Watts (cantante y baterista de Rolling Stones), el líder del grupo The Doors Jim Morrison (1971), Madonna, Michael Jackson y los demás componentes de The Jacksons (1978), Manolo Blahnik, Harrison Ford, Richard Gere, Sigourney Weaver, Kim Basinger, Sharon Stone, Tom Cruise, Johnny Depp, Russell Crowe, Pierce Brosnan, Hugh Jackman, Rob Morrow, Jake Gyllenhaal, Reese Witherspoon, Drew Barrymore, Cameron Diaz, Kirsten Dunst, Glenn Close, Tom Hanks, Harry Styles, Ridley Scott y Joaquin Phoenix.
En 1960 el actor Vincent Price participó como narrador en una grabación de voz en la que describía 32 obras de arte del Prado. Esta grabación fue publicada en un disco de vinilo, y actualmente está disponible en YouTube.[40] En 1961, Rita Hayworth y Rex Harrison rodaron en el museo algunas escenas de la comedia El último chantaje (The Happy Thieves), filme que narraba un intento de robo de Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya. Son múltiples los filmes españoles y extranjeros relacionados, en mayor o menor medida, con el Prado.[41]