Abandono de los combustibles fósiles
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El abandono de los combustibles fósiles es el proceso de disminución gradual en su producción y uso hasta alcanzar un nivel de 0, a través del cierre de las centrales térmicas (de carbón, petróleo o gas natural) que funcionan haciendo uso de ellos, la prohibición de que se construyan otras nuevas y el uso de energía alternativa para su reemplazo. En este proceso, cambios en la automoción juegan un papel determinante al igual que la disponibilidad de sistemas de transporte público eficientes y suficientes.
El propósito del abandono de los combustibles fósiles es reducir las externalidades negativas de su utilización. Las externalidades negativas de una determinada actividad son los costes que deben soportar personas que no escogieron incurrir en ellos. Una externalidad negativa directa de los combustibles fósiles es la contaminación atmosférica, y una indirecta son los accidentes mineros, consecuencia indeseada de su extracción. La utilización de combustibles fósiles produce gases de efecto invernadero, contribuyendo así al calentamiento global.[1]
En el caso de América Latina, puede resultar adecuado tomar en consideración las diferencias existentes en la economía de cada país de la región. En México, el gas natural que se produce principalmente en el sureste del país, se quema en gigantescas antorchas y no se aprovecha al cien por ciento debido a la falta de inversión en infraestructura para beneficio.