Azulejería en Valladolid
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La azulejería en Valladolid (España) como revestimiento cerámico arquitectónico llegó a ser algo frecuente y un arte muy apreciado a partir del siglo xiv cuando la introdujeron los alfareros mudéjares a requerimiento del rey Alfonso XI; este rey conocía sin duda la labor y el arte de estos alarifes en las ciudades de Sevilla y Toledo y por eso les mandó decorar su palacio levantado en Tordesillas en conmemoración de su triunfo en la batalla del Salado (1340). Tomaron el relevo de este arte en los siglos siguientes los moriscos y cristianos afincados en el barrio de Santa María de la ciudad de Valladolid[nota 1] y desde allí se difundió por gran parte de la provincia siendo el siglo xvi una etapa de mucha actividad con maestros de la talla de Juan Floris y Hernando de Loaysa. Evolucionó favorablemente la técnica del alicatado dando paso a otras técnicas más productivas como la cuerda seca, cuenca o arista y la plana pintada, coincidiendo ya con el renacimiento italiano. Además de los azulejos fabricados para decoración de inmuebles hubo en el siglo xviii una industria especializada en azulejos de censo, de numeración para los edificios y azulejos callejeros con el nombre de la calle.[2]