Habilidades del siglo XXI
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Las habilidades del siglo XXI son un conjunto de habilidades, aptitudes y disposiciones para el aprendizaje que educadores, dirigentes empresariales, académicos y agencias gubernamentales han identificado como necesarias para tener éxito en el trabajo y la sociedad del siglo XXI. Forman parte de un creciente movimiento internacional centrado en las habilidades que necesita el alumnado para desenvolverse en una sociedad de la información rápidamente cambiante. Muchas de las habilidades del siglo XXI se asocian también con el aprendizaje profundizado (deeper learning), que se basa en dominar habilidades como pensamiento analítico, resolución de problemas complejos y trabajo en equipo. Las habilidades del siglo XXI difieren de las habilidades académicas tradicionales en que no se basan principalmente en el conocimiento de contenidos.[1][2][3]
Durante las últimas décadas del siglo XX y en los comienzos del XXI, la sociedad ha experimentado un cambio acelerado en economía y tecnología. Los efectos de este cambio en los conocimientos que necesitan los trabajadores, y por tanto en el sistema educativo que prepara a la mano de obra, han sido significativos de varias maneras. A principios de la década 1980-1990, gobiernos, educadores e importantes empresarios publicaron una serie de informes que identificaban habilidades clave y estrategias para infundirlas en el alumnado y los trabajadores con el fin de satisfacer las cambiantes demandas de la sociedad y el mercado laboral.
La población activa de comienzos del siglo XXI tiene una probabilidad significativamente mayor de cambiar de trabajo o de profesión respecto a la de mediados del siglo XX. La generación del baby boom (nacidos aproximadamente entre 1944 y 1961) entró en el mercado laboral con un objetivo de estabilidad; las generaciones posteriores están más preocupadas por encontrar felicidad y autorrealización en sus vidas laborales. Los trabajadores jóvenes en Norteamérica son ahora mucho más susceptibles de cambiar de trabajo, como promedio una vez cada 4,4 años.[4][5] Con esta movilidad viene una demanda de diferentes habilidades, que permitan a las personas ser flexibles y adaptables en funciones diferentes o en distintas profesiones.[6]
Al pasar las economías occidentales de basarse en la industria a basarse en los servicios, se ha reducido el papel de los sindicatos y las vocaciones. Sin embargo los empleados con determinadas habilidades duras (conocimientos) y dominio de conjuntos específicos de habilidades, centrados en el alfabetismo digital, tienen cada vez mayor demanda por parte de los empleadores.[1][2] Las habilidades personales que implican interacción y colaboración con otras personas, y la gestión de estas personas, son cada vez más importantes.[7] Las habilidades que permiten ser flexibles y adaptables en funciones diferentes o en campos distintos, las que implican procesar información y gestionar personas más que manipular equipamiento —en una oficina o una fábrica— están muy demandadas.[8] También se denominan "habilidades aplicadas" (applied skills) o "habilidades blandas" (soft skills),[9] e incluyen habilidades intrapersonales, habilidades sociales (interpersonales) o habilidades para la vida (comportamientos que solucionan problemas). Las habilidades del siglo XXI han sido agrupadas en 3 áreas principales:[10]
- Habilidades de aprendizaje e innovación: pensamiento crítico, resolución de problemas, comunicación, colaboración, creatividad e innovación
- Habilidades de alfabetismo digital: alfabetización informacional, educación mediática, alfabetización en tecnologías de la información y la comunicación (TIC)
- Habilidades para la vida personal y profesional: flexibilidad y adaptabilidad, iniciativa y autogobierno, relación social, interacción intercultural, productividad y rendición de cuentas
Muchas de estas habilidades también se identifican como elementos clave de la pedagogía progresista, un movimiento pedagógico que empezó a finales del siglo XIX y continúa de varias formas en el presente.
A pesar del aumento sustancial de niños matriculados en la escuela primaria alrededor del mundo, para la mayoría el aprendizaje académico no proporciona las habilidades básicas necesarias para tener éxito en el siglo XXI. El importante retraso en logros académicos es un indicativo de que el simple hecho de hacer que la educación formal esté disponible no satisface las necesidades de los niños de desarrollar la alfabetización. Existe una amplia gama de intervenciones extracurriculares que tienen el objeto de satisfacer esta necesidad a través de canales fuera del sistema educativo formal, como en hogares o en la comunidad.
Una revisión de 13 estudios demostró que muchas intervenciones son utilizadas de manera amplia en países de ingresos bajos y medios. Estas incluyen el suministro de bibliotecas, publicaciones en idioma local, instrucción de alfabetización fuera de las escuelas, la distribución de lectores electrónicos (“e-readers”), TV y radio educativa, entre otras. Sin embargo, no hay evidencia rigurosa acerca de la eficacia de las mismas. Por otra parte, se determinó que las intervenciones para la formación de los padres, y de tutoría niño a niño, no son eficaces, mientras que la televisión educativa parece mejorar la alfabetización dada la visualización frecuente.[11]