Hipólito Yrigoyen
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Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen (Buenos Aires, 12 de julio de 1852-ibidem, 3 de julio de 1933),[nota 1] conocido como Hipólito Yrigoyen, fue un político y estadista argentino, dos veces presidente de la Nación Argentina y una figura relevante dentro de la Unión Cívica Radical. Fue el primer presidente argentino elegido por medio del sufragio secreto y obligatorio masculino (el voto femenino se utilizó por primera vez en 1951) según la Ley Sáenz Peña de 1912.[2][3]
Hipólito Yrigoyen | ||
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Retrato al óleo por Alfredo Dalerole, 1920 | ||
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Presidente de la Nación Argentina | ||
12 de octubre de 1928-6 de septiembre de 1930 | ||
Vicepresidente | Enrique Martínez | |
Predecesor | Marcelo Torcuato de Alvear | |
Sucesor | José Félix Uriburu (de facto) | |
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12 de octubre de 1916-12 de octubre de 1922 | ||
Vicepresidente |
Pelagio Luna (1916-1919) Vacante (1919-1922) | |
Predecesor | Victorino de la Plaza | |
Sucesor | Marcelo T. de Alvear | |
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Diputado de la Nación Argentina por Provincia de Buenos Aires | ||
9 de octubre de 1880-30 de abril de 1882 | ||
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Diputado de la provincia de Buenos Aires | ||
12 de octubre de 1878-20 de septiembre de 1880 | ||
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3.er Presidente del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical Convencional por la ciudad de Buenos Aires | ||
1897-1931 | ||
Predecesor | Bernardo de Irigoyen | |
Sucesor | Marcelo T. de Alvear | |
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen | |
Nacimiento |
12 de julio de 1852 Buenos Aires, Confederación Argentina | |
Fallecimiento |
3 de julio de 1933 (80 años) Buenos Aires, Argentina | |
Sepultura | Panteón de los Caídos en la Revolución de 1890 | |
Residencia | Brasil 1039, Buenos Aires | |
Nacionalidad | Argentina | |
Familia | ||
Padres |
Martín Irigoyen Dolhagaray Marcelina Alen Ponce | |
Pareja | Antonia Pavón (1871-1874), Dominga Campos (1877-1890) y Luisa Bacichi (1897-1924)[1] | |
Hijos |
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Familiares | Leandro N. Alem | |
Educación | ||
Educado en | Universidad de Buenos Aires | |
Información profesional | ||
Ocupación | Abogado, comisario, estanciero y profesor | |
Título | Abogado | |
Partido político |
Partido Autonomista (1869-1874) Partido Republicano (1877-1889) Unión Cívica (1889-1891) Unión Cívica Radical (1891-1933) | |
Distinciones | ||
Firma | ||
Su primer mandato se inició en 1916, con el cual comenzó el período conocido como primeras presidencias radicales, y fue elegido nuevamente en 1928, sin completar su mandato, interrumpido por el golpe de Estado de 1930, el primero de estos movimientos antidemocráticos en Argentina.
Fue sobrino de Leandro N. Alem, líder fundador de la Unión Cívica Radical, a quien admiró, pero también criticó fuertemente. Fue comisario de policía del barrio de Balvanera y participó en la Revolución de 1874, encabezada por Bartolomé Mitre. Ejerció como docente y Domingo Sarmiento lo nombró presidente del Consejo Escolar de Balvanera. Fue elegido diputado provincial en dos ocasiones, para el período 1878 a 1880 y diputado nacional de 1880 a 1882, este último período interrumpido por la federalización de Buenos Aires. Participó en las fallidas revoluciones de 1890 y 1893, contra el régimen roquista. Fue uno de los fundadores de la Unión Cívica en 1890 y la Unión Cívica Radical en 1893, bajo la conducción de Alem. Frente al fraude electoral sostuvo una política de abstención electoral y en 1905 lideró un tercer alzamiento armado que volvió a ser derrotado. En 1910 negoció con el presidente Roque Sáenz Peña la ley de sufragio secreto y obligatorio masculino, bajo cuyas reglas fue elegido presidente de la Nación en 1916.
Su presidencia puso fin a una hegemonía conservadora de más de 40 años. Sancionó reglamentaciones para proteger a los campesinos y creó cajas jubilatorias para empleados públicos. Dictó medidas para que la Argentina controlara sus transportes, yacimientos energéticos y su propia moneda. Reguló las tarifas de los ferrocarriles operados por capitales británicos, a la vez que se creaban líneas férreas estatales. En 1922 fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), una empresa estatal destinada a explotar las riquezas petroleras del país. El estallido en 1918 del movimiento estudiantil de Reforma Universitaria fue apoyado por su gobierno, tomando una serie de medidas a favor de los reformistas. Pese a las iniciativas que favorecieron a sectores obreros y medios, su mandato se vio manchado por las mayores masacres obreras en la historia argentina: la Semana Trágica, la Masacre de La Forestal y la Patagonia rebelde, con miles de obreros asesinados por las fuerzas de seguridad a las cuales les impartió la orden de reprimir y grupos parapoliciales de extrema derecha entre cuyos dirigentes había miembros del partido gobernante, contra los cuales el gobierno no tomó medidas para detenerlos. En materia de política internacional, Yrigoyen mantuvo una posición neutral ante la Primera Guerra Mundial y, finalizada ésta, abogó por la igualdad entre naciones vencedoras y vencidas, a la vez que defendía el principio de no intervención.
Yrigoyen fue cuestionado por integrantes de su propio partido por ejercer un liderazgo «personalista». Fue sucedido en la presidencia por el también radical Marcelo T. de Alvear, durante cuyo mandato se produjo el quiebre de la UCR en dos partidos, agrupando uno a los yrigoyenistas y el otro a los antipersonalistas. La elección presidencial de 1928 se polarizó entre dos partidos radicales: por un lado la Unión Cívica Radical con Yrigoyen a la cabeza y por el otro la Unión Cívica Radical Antipersonalista (una facción más conservadora de la misma) con la candidatura de Leopoldo Melo. Yrigoyen ganó por segunda vez con amplia mayoría en unas elecciones que fueron conocidas como «el plebiscito». Durante su segundo mandato ocurrió el Crack del 29, la crisis financiera mundial más grave hasta ese momento. El gobierno no pudo reaccionar ante la crisis y fue perdiendo apoyo. El 6 de septiembre de 1930 fue derrocado por un golpe de Estado liderado por el general José Félix Uriburu. Poco antes de su derrocamiento, su gobierno estuvo cerca de lograr la nacionalización del petróleo, un hecho que se considera una de las causas del golpe de Estado.
Tras el golpe, fue despojado de sus riquezas como estanciero, y fue confinado a la isla Martín García, en donde compartió presidio con varios presos políticos. Falleció el 3 de julio de 1933. Su entierro fue una de las manifestaciones espontáneas más masivas y sorpresivas de la historia argentina, dirigido hasta el panteón de los caídos en la Revolución del Parque, que es donde permanece desde entonces. La orientación política del gobierno de Yrigoyen dio lugar a la aparición del «yrigoyenismo» como corriente ideológica dentro del radicalismo argentino. Muchos dirigentes yrigoyenistas posteriormente pasaron a integrar las filas del peronismo en la década de 1940.
Infancia y juventud
Juan Hipólito del Sagrado Corazón de Jesús Yrigoyen nació, según su fe de bautismo, el 12 de julio de 1852,[4][5] pocos meses después de la batalla de Caseros, aunque Félix Luna sostiene que esta fecha puede ser errónea y el día del nacimiento sería el 13 de julio.[6] Fue bautizado cuatro años después, el 19 de octubre de 1856 en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad. Su padre, Martín Yrigoyen Dodagaray, era un inmigrante vasco-francés que se casó en 1847 con Marcelina Alen Ponce, la hija de su patrón Leandro Antonio Alén (padre también de Leandro N. Alem), un mazorquero rosista que sería fusilado y colgado en la Plaza de Mayo.[5][7]
Durante su infancia Yrigoyen vivió en una casa del barrio de Balvanera y tuvo cuatro hermanos: Roque, Martín, Amalia y Marcelina. En 1861, a los nueve años, ingresó en el Colegio San José de Buenos Aires manejado por los padres bayoneses, pero siguió sus estudios en el Colegio de la América del Sud, donde su tío Leandro N. Alem era profesor de filosofía. Yrigoyen no fue un alumno destacado entre los demás, aunque demostraba tener una personalidad introspectiva. En un principio tuvo una inclinación por los estudios sacerdotales, pero los dejó al poco tiempo para seguir abogacía. Por algún tiempo Yrigoyen y Alem compartieron el mismo hogar, y este último intentó introducir a su sobrino en la francmasonería.[8]
A los quince años, Yrigoyen interrumpió sus estudios para ayudar a su padre, quien había adquirido una flota de carros para trabajar en el puerto. Trabajó por un corto tiempo en una tienda y también tuvo un empleo en el tranvía. A su corta edad ya había tenido una extensa experiencia laboral, aunque siempre marcada por la dispersión.[8] En 1867 comenzó a trabajar en el estudio jurídico que compartían Leandro Alem y Aristóbulo del Valle.[7]
Según las investigaciones de Roberto Etchepareborda, su apellido original —a diferencia del de Bernardo de Irigoyen— era Hirigoyen, que significa «ciudad de lo alto». En el país vasco-francés la «h» se aspira como en inglés, mientras que en el país vasco-español no se pronuncia, por lo tanto el apellido Hirigoyen probablemente tiene su origen en Francia, mientras que sus variantes Yrigoyen e Irigoyen lo tienen en España.[9] En 1965, tras la investigación de Etchepareborda, la Academia Nacional de la Historia, se pronunció por nombrar a Yrigoyen, con la «y» inicial.
El dirigente radical utilizaba «Yrigoyen» e «Irigoyen» indistintamente. El uso de «Yrigoyen» fue una utilización política de la cuarta década del siglo XX: Gabriel del Mazo, dirigente de FORJA, recomendaba usar el «Yrigoyen» en contraposición del «Irigoyen» que utilizaban los sectores que respondían a Marcelo T. de Alvear.
Carrera política
Cuando terminó el bachillerato en 1869, junto a su tío, Leandro N. Alem comenzaron su vida política como miembros del Partido Autonomista, conducido por Adolfo Alsina, un partido de base popular enfrentado al Partido Nacionalista de Bartolomé Mitre.[4] En su participación en el Club Electoral reclamó un sufragio libre, división de la propiedad rural y reforma del poder judicial, entre otras medidas.[7]
En 1870 ingresó en la administración pública como escribiente de la Contaduría General en la Oficina de Balances e Información, pero no permaneció por mucho tiempo en esa labor. Dos años después, cuando Alem fue elegido diputado provincial, Yrigoyen, con veinte años, fue nombrado comisario de Balvanera gracias a la influencia de su tío Leandro N. Alem,[10] y se hizo cargo de la seccional 14. Paralelamente siguió con sus estudios de abogacía y en marzo de 1874 terminó el cuarto año,[11] paralelamente, participó en la revolución que se produjo ese mismo año, encabezada por Bartolomé Mitre.[5]
En 1877 Alem, Aristóbulo del Valle e Yrigoyen, en disidencia con el acercamiento de Adolfo Alsina al mitrismo, formaron el Partido Republicano, que propuso como candidato al propio Aristóbulo del Valle y sostuvo una actitud de intransigente oposición a los acuerdos entre dirigentes alsinistas y mitristas. El enfrentamiento interno terminó con la expulsión de Yrigoyen de sus funciones policiales en 1877.[5] En 1878, a los 25 años, fue elegido diputado provincial por el Partido Republicano e integró la Comisión de Presupuesto,[10] pero su mandato terminó en 1880 como resultado de la federalización de Buenos Aires.[12] En ese año fue nombrado administrador general de Sellos y Patentes, pero tampoco permaneció mucho tiempo en este empleo. Al federalizarse Buenos Aires y frente a la llegada de Julio A. Roca a la presidencia, Alem renunció a su banca de diputado en protesta por la federalización y abandonó la política, en tanto que Yrigoyen, quien no se opuso a la nueva ley, resultó elegido diputado nacional. Era la primera discrepancia que surgía entre ambos.[13] En 1878 terminó de rendir las materias,[10] pero nunca hizo su tesis. Tres años después se sancionó una ley que permitía obtener el título de abogado sin realizar la tesis, de modo que Yrigoyen tramitó y obtuvo su graduación.[7]
Comenzó a trabajar como profesor de historia argentina, instrucción cívica y filosofía en 1880, en la Escuela Normal de Maestros, no sin antes haber sido designado presidente del Consejo Escolar de Balvanera por Domingo Faustino Sarmiento, entonces presidente del Consejo Nacional de Educación. Dictó esas materias durante cerca de veinticuatro años, hasta que fue expulsado por orden del presidente Manuel Quintana, producto de la revolución de 1905, dirigida por Yrigoyen.[14] Donó su sueldo de 150 pesos para el Hospital de Niños y el Asilo de Niños Desvalidos, pese a que su situación económica no era favorable. Los testimonios de la época critican su método de enseñanza por el cual hacía recaer en sus propios alumnos la responsabilidad de las clases mientras él actuaba como observador y moderador.[15][16][7] Décadas más tarde esta didáctica se conocería como: "enseñanza centrada en el alumno". En 1882 Yrigoyen había finalizado el cursado de las materias teóricas de la carrera de Abogacía en la Universidad de Buenos Aires restándole solo rendir los prácticos.[5] En esa época, y a través de los krausistas españoles Julián Sanz del Río y Francisco Giner de los Ríos, descubrió los principios filosóficos de Karl Krause, los cuales influyeron que influyó considerablemente en su pensamiento.[17]
Durante la década de 1880 Yrigoyen se dedicó a la actividad agropecuaria, de la cual obtuvo importantes ingresos; compró y arrendó campos en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y San Luis, dedicándose al engorde de vacunos para su venta a los frigoríficos.[16] En total sus campos sumaban casi 25 leguas de tierra.[18][7] Entre otras tierras, fue propietario de la estancia El Trigo, cerca de Las Flores, provincia de Buenos Aires, una de las mejores zonas de pastoreo del país; la Seña en Anchorena, provincia de San Luis y El Quemado cerca de General Alvear, provincia de Buenos Aires, además de arrendar los campos de Santa María y Santa Isabel en el partido de 9 de julio, en Buenos Aires.[18] Gracias a esta experiencia empresarial Yrigoyen tuvo contacto directo con gente de campo, criollos o gringos, y conoció sus problemáticas y sensibilidad. En unos pocos años Yrigoyen pasó de recibir ingresos modestos a poseer una considerable fortuna, la cual destinará a sus proyectos políticos.[16]
Nunca recibió a personas ni amigos en sus estancias. Pasaba el tiempo trabajando en el campo junto a sus peones, y en horas libres solía caminar o leer. Cuando fue una personalidad política más popular, solía recluirse en alguna de sus estancias como forma de descanso. Aconsejó a sus peones que comprasen pequeñas propiedades para solventarse en su vejez. Los trabajadores de las estancias de Yrigoyen recibían sueldos más abultados que los habituales de esa época, y recibían además una participación en las ganancias obtenidas, en función del trabajo y responsabilidad de cada empleado. Era habitual que les regalara prendas y ropa a sus peones y, al regresar de sus viajes a la ciudad, traía también encargos de sus empleados.[19] Yrigoyen juntó una fortuna de varios millones de pesos, que utilizó casi completamente en la actividad política, a tal punto que, al momento de morir, su sucesión dejó un déficit.[20]
La década de 1880 marcó la consolidación de una élite terrateniente y comercial anuda en un equilibrio garantizado por Julio Argentino Roca, primero desde el gobierno y luego desde fuera del mismo. El acuerdismo entre distintos sectores dominantes devino en la exclusión de cualquier oposición organizada. En este marco, la oposición se nucleó en un nuevo partido, tras disolverse la Unión Cívica de la Juventud se rearmó en la nueva Unión Cívica conformada en 1890, surgida como un movimiento heterogéneo que tenía como principal ideología el sufragismo y la lucha contra el régimen roquista.[21] Tras el éxito del mitín celebrado en el Jardín Florida el 1 de septiembre de 1889, reunión que ayudó a popularizar entre la juventud porteña a Leandro N. Alem, quien se encontraba retirado de la vida política desde los años 1880, también sirvió como puntapié para organizar la Revolución del Parque.[22]
Yrigoyen dudó en un principio en integrar al movimiento, ya que él sostenía que la lucha no era contra una persona, el presidente Miguel Juárez Celman, sino contra todo un sistema. Pero ante los acontecimientos de la Revolución del 90, se apresuró a incorporarse y rápidamente fue nombrado jefe de la Policía del gobierno provisional, aunque el movimiento sería rápidamente sofocado por el gobierno, y los pactos entre los sectores más conservadores de la Unión Cívica con el gobierno terminaron de hundir al partido en una profunda crisis interna.[21] Así, los pactos con los conservadores llevarían al quiebre de la Unión Cívica, formándose el 26 de junio de 1891 dos nuevos partidos: la Unión Cívica Nacional encabezada por Bartolomé Mitre, partidaria de negociar con el roquismo, y por el otro lado la Unión Cívica Radical encabezada por Alem, partidaria de una oposición radical contra el roquismo.[23] Durante ese año fue ungido como jefe del Comité Radical de la provincia de Buenos Aires.[21] En marzo de 1881 fue nombrado titular de las cátedras de Historia Argentina Instrucción Cívica en la Escuela Normal de Maestras. El ejercicio de tal cátedra a lo largo de cinco lustros lo influyó notablemente, ya que el estudio y la exposición de la historia de su país le brindó una visión global de los problemas de su nación.[24]
En 1889, Yrigoyen se mudó a su propia casa, frente a lo que hoy es la plaza Congreso en la Ciudad de Buenos Aires, en la calle que actualmente lleva su nombre, a la altura del 1600. Poco antes de mudarse, su hermano Roque falleció luego de padecer una larga enfermedad. Este hecho provocó que se encerrase aún más en su mutismo y hubo de sufrir una crisis religiosa. Poco más se sabe de esto debido al carácter reservado de su vida. Durante la enfermedad de su hermano entabló cierta amistad con dos de sus amigos, Carlos Pellegrini y Roque Sáenz Peña, que tendrían mucho que ver con los cambios institucionales que terminaron llevando a Hipólito Yrigoyen a la Presidencia de la Nación.[25]
La lucha armada
El 10 de abril de 1892 hubo elecciones presidenciales, las cuales llevaron a Luis Sáenz Peña a la presidencia. Una semana antes el presidente Carlos Pellegrini había decretado el estado de sitio y, con la excusa de una conspiración radical, mandó encarcelar a Leandro N. Alem y prácticamente todos los dirigentes radicales fueron apresados por dos meses, a excepción de Yrigoyen. En noviembre de ese año se congregó la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical, en la que Alem leyó un informe e Yrigoyen emitió una declaración que llamaba a levantarse en armas contra el régimen. Así la Convención aprobó un manifiesto que calificaba al gobierno como «surgido del fraude y la violencia». Acto seguido, el 17 de noviembre, se sancionó la carta orgánica, primer documento de este tipo en la historia del partido.[26]
En este año comenzaron los sucesivos acontecimientos que derivaron en una nueva revolución radical. El 29 de julio de 1893 el gobierno de San Luis fue depuesto por Juan Sáa, y el 31, tras un día de lucha sangrienta toman Rosario. Mientras tanto, en Buenos Aires, Yrigoyen decidió poner en práctica su plan. Varios dirigentes abandonaron la ciudad para dirigirse al interior de la provincia, cada uno de los cuales tenía asignada una precisa tarea para llevar a cabo la nueva rebelión. Reunió en su estancia «El Trigo» (cerca de Las Flores) a sus amigos y algunos de sus peones, unas sesenta personas en total, y se dirigieron a la comisaría de Las Flores, que tomaron sin resistencia.[27]
Llegó a Temperley el 3 de agosto a horas de la mañana con 1200 hombres y allí instaló el cuartel general de la revolución, dirigido y organizado por Marcelo T. de Alvear.[28] El campamento llegó a albergar 2800 ciudadanos armados, quienes llegaban en columnas que venían de tomar localidades linderas. El 4 de agosto el jefe de la rebelión creó varios batallones para defender su asentamiento en Temperley, cuyas fuerzas ascendían a 4500 hombres subdivididos en dieciocho batallones. Ante esta situación, el gobernador renunció ese mismo día. Dos días después se formó el Comité de la provincia presidido por Yrigoyen, que se reunió en Lomas de Zamora con la presencia de unos sesenta miembros. Domingo Demaría pidió que Yrigoyen fuera el gobernador provisional de la provincia, pero este se negó rotundamente, considerando que él había participado en la revolución para terminar con un gobierno ilegal, no para instaurar otro. Ante la insistencia de sus correligionarios dijo: «Ni a la provisoria, ni a la definitiva».[29]
Tras una crisis en el ministerio que provocó la renuncia de varios funcionarios, Luis Sáenz Peña el 3 de julio de 1893 llama a Aristóbulo del Valle -quién se había retirado de la vida política tras el fraccionamiento de la Unión Cívica- para reorganizarlo.[30] Del Valle primero intentó invitar al Comité de la UCR a participar del nuevo ministerio, sin éxito alguno. Luego intentó llamar a algunas personalidades radicales para integrar algunos de los ministerios, pero todos rechazaron tajantemente la oferta. Mando un proyecto para desarmar las fuerzas paramilitares que existían en algunas provincias que los gobernadores usaban para retener su poder en las mismas. Además mandó al Congreso una serie de intervenciones a las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, y San Luis, las provincias donde el poder era mayormente controlado por la oligarquía.[31] Dada su posición cercana al gobierno, del Valle podría haber dado un golpe de Estado contra el gobierno como Alem le pidió, pero sus convicciones legales le impidieron emprender dicha acción aun cuando ello significara el fracaso de la revolución.[32]
El 8 de agosto una formación ferroviaria partió de Temperley para tomar La Plata. El coronel Martín Yrigoyen (hermano de Hipólito) dirigía a tres mil quinientos civiles que, tras algunas acciones bélicas, desalojaron al gobernador Carlos Costa y tomaron la ciudad de La Plata. A los hombres del coronel Yrigoyen se sumaron los refuerzos comandados por su hermano, y alrededor de 4500 personas desfilaron por las calles de 13 y 44. Martín y Hipólito iban al frente de la tropa revolucionaria, que fue ovacionada por los platenses. Decidieron usar el hipódromo cercano a la estación de tren como campamento. Así terminó la toma de La Plata, que se produjo de forma pacífica.[33] Ese mismo día se reunió en Lomas de Zamora el Comité de la provincia para elegir al gobernador provisional, y resultó designado Juan Carlos Belgrano, quien eligió a Marcelo T. de Alvear para ocupar el Ministerio de Obras Públicas. El gobierno provisional duraría solo nueve días. Cuando el gobierno nacional mandó tropas para intervenir, Belgrano no opuso resistencia y entregó el poder al interventor Eduardo Olivera.[34][35]
El gobierno nacional designó a Manuel Quintana ministro del Interior,[32] y este mandó un poderoso cuerpo bélico con el fin de desbaratar la revolución. El 25 de agosto el Comité de la provincia emitió un manifiesto en el que deponía las armas. Alem insistió en ordenar un nuevo levantamiento en todo el país, pero Yrigoyen se negó ya que pensaba que Quintana usaría cualquier medio para ahogar la revolución. Y aquí es donde comienza a mermar la relación entre ambos dirigentes.[36] Para octubre la revolución había sido totalmente derrotada. Un emisario le avisó a Yrigoyen que lo iban apresar y, cuando abandonaba su casa a horas de la madrugada, lo detuvo una comisión policial.[37] Así fue apresado por primera vez en su vida. Lo trasladaron a un antiguo buque de guerra y después a un pontón algo inundado donde había varios radicales presos, allí sufre mareos por las malas condiciones higiénicas. Al poco tiempo deportaron a los presos a Montevideo, ciudad donde permaneció hasta diciembre y que sería la única tierra extranjera que conoció en toda su vida,[38] y volvería a la misma muchos años después cuando sería derrocado.
Fue en vísperas de esta revolución cuando Yrigoyen conoció a Alvear, más precisamente cuando se estaba buscando un jefe de policía para la ciudad de Buenos Aires. Aristóbulo del Valle propuso a un pariente de Alem, que había sido comisario. Así entró en contacto con Alvear y otras personalidades del civismo como Le Breton, Apellániz y Senillosa. Alvear e Yrigoyen se siguieron viendo en el Café de París y en reuniones de comités. Siempre conservaría un especial aprecio por Alvear, inclusive en los últimos años de vida del caudillo, cuando años atrás ambos dirigentes radicales estaban enfrentados.[39]
Como hecho anecdótico entre ambos dirigentes, se puede mencionar que en 1897 Lisandro de la Torre retó a un duelo de esgrima a Yrigoyen. Alvear tuvo unos pocos días para enseñarle algunos aspectos básicos de esgrima a su amigo, puesto que este desconocía esa disciplina mientras que de la Torre era un experto. El duelo se produjo el día 6 de septiembre e Yrigoyen le produjo varios cortes en la cara a de la Torre y salió victorioso.[40] Durante su presidencia siguió practicando esgrima, un pasatiempo que no abandonaría ni siendo septuagenario.[41] Precisamente en 1897 ingresó al Jockey Club y estuvo allí algunas veces, pero a partir de 1900 no volvió a pisar la institución, pero siguió siendo socio hasta su muerte.[42]
El 1 de julio de 1896 Leandro Alem se suicidó en plena calle. Aristóbulo del Valle había fallecido prematuramente en enero del citado año, por lo que la jefatura del partido recayó aún más en Yrigoyen.[43] Pero, durante la noche del velatorio de Alem, anunció que la pérdida era demasiado grave para poder pensar en nuevos proyectos, y pidió a los presentes volver a sus provincias de origen hasta nuevo aviso.[44]
Cuando la Convención Nacional de la UCR sancionó el 6 de septiembre de 1897 la llamada política de las paralelas para concurrir a elecciones junto con los mitristas, tras una reunión del comité provincial de la UCR el 29 de septiembre en casa de Alvear se votó por la disolución de dicho organismo para así desbaratar la estrategia de los bernardistas. Desde entonces, el radicalismo entraría en un estado de desorganización hasta la reorganización partidaria de 1904.[45]
Se manifestó en profundo desacuerdo con el pacto con el mitrismo que imponía el presidente del Comité Nacional, Bernardo de Irigoyen, como táctica para enfrentar a Julio Argentino Roca, cuando este se encaminaba a su segunda presidencia en 1898.[46]
Revolución de 1905
Se habían señalado los primeros días de febrero de 1905 para el comienzo de la nueva revolución radical, y a finales de enero los delegados partieron a sus destinos para comenzar la revuelta. Pero tanto el Gobierno como la policía sospechaban que existían planes conspirativos,[47] por lo que allanaron varios edificios y, cuando los civiles acudieron a buscar armas, acabaron detenidos por la policía. Alertados, el general Smith se dirigió solo al arsenal de guerra e ingresó por el regimiento de 10° de infantería, rápidamente se hizo cargo de la unidad, fortificándola con ametralladoras ante la posible amenaza revolucionaria. Treinta y cinco personas desarmadas entraron a las 4 de la mañana al cuartel, cuando preguntaron por Martín Yrigoyen fueron detenidos. El fracaso de la toma del arsenal arruinó todo intento revolucionario, ya que allí iban a ir los civiles a proveerse de armas. Aun así la revolución siguió su curso: unos 70 edificios fueron tomados para convertirlos en cantones, algunos resistieron muchos ataques, al punto que, por ejemplo, el de Bolívar y Brasil se rindió únicamente cuando fue amenazada con cañones.[48]
A las 3:45 el presidente Manuel Quintana llegó a la Casa de Gobierno para convocar con suma urgencia al gabinete, se declaró el estado de sitio en todo el país. Mientras que había sublevaciones en Bahía Blanca, Mendoza, Córdoba y Rosario, la capital estaba siendo controlada con éxito por el gobierno. En el interior la revolución había tenido éxito: en Mendoza la guarnición, el 1° de artillería, el 1° de caballería y el depósito del 2° de cazadores dieron armas a los grupos civiles. Fue en la Casa de Gobierno donde se produjo el combate más fuerte, ya que los militares que defendían al gobernador resistieron bajo un espeso tiroteo en el edificio hasta entrando al mediodía. Cuando el gobernador depuso las armas, luego de ser amenazado con los cañones de la 1° artillería, José Néstor Lencinas jefe de la Junta Revolucionaria se hizo cargo del gobierno provisorio. En Córdoba el 8° de Infantería había atacado al Departamento de Policía, tras un ataque recio se logró instaurar un gobierno provisorio.[49] En la provincia habían sido detenidos por Delfor Del Valle -por encargo especial de la Junta- el vicepresidente José Figueroa Alcorta, el hijo de Roca y varios dirigentes del gobierno que casualmente estaban en Córdoba. Del Valle intentó capturar a Roca, pero este logró escapar a Santiago del Estero.[50] En La Plata hubo una seguidilla de movimientos sospechosos, pero no llegó a estallar la revolución.[51] Varios dirigentes escaparon a Chile o Uruguay, pero algunos como Del Valle fueron capturados cuando intentaban salir del país, otros se entregaron.[52] Los presos civiles fueron confinados en un transporte de la armada llamado Santa Cruz, totalizando unos setenta presos hacinados y mal alimentados. Como medio de distracción los detenidos confeccionaron dos periódicos: El prisionero y Don Hipólito. El 5 de marzo el Poder Ejecutivo extendió el estado de sitio por setenta días más, los presos militares fueron rápidamente juzgados con penas de hasta ocho años de prisión, y el 2 de mayo fueron llevados al transporte Patria rumbo a Ushuaia.[53]
Yrigoyen se había mantenido en el anonimato durante las últimas semanas de la sublevación. Se anunció que a fines de febrero se presentaría en el Juzgado Federal. El 28 de febrero una gran multitud lo esperó en el lugar, bajo una gran presencia policial, pero no apareció, y el Gobierno lo terminó exonerando por "razones de mejor servicio".[54] Yrigoyen auxilió económicamente a los exiliados gracias al loteo y venta de sus estancias.[55] Unos meses después de terminada la revolución apareció una asociación cívica llamada "Asociación de Mayo" que inició un movimiento pro-amnistía que tuvo el apoyo del Partido Nacional de Uruguay. Yrigoyen inició gestiones para que las personas apresadas fueran liberadas, pero se chocó con la inflexibilidad de Quintana. Pero en marzo de 1906 murió Quintana y asumió la presidencia José Figueroa Alcorta perteneciente a la corriente modernista del PAN, quien promulgó una ley de amnistía, propuesta entre otros por el expresidente Carlos Pellegrini.[56] Yrigoyen se entrevistó entonces con el presidente Figueroa Alcorta en 1907 y 1908 para instarlo a promover comicios limpios, pero con poco éxito. Yrigoyen reveló estas conversaciones en la Convención de 1909.[57]
Para las elecciones presidenciales de 1910 el Partido Autonomista Nacional eligió como candidato para presidente al líder del corriente modernista, Roque Sáenz Peña. Sáenz Peña era partidario de establecer un régimen electoral que impidiera el fraude, y no solo era amigo de Yrigoyen, sino que, treinta años atrás, ambos habían sido parte del grupo que fundó el fugaz Partido Republicano.[58]
Camino a la reforma electoral
El inicio del cambio político largamente postergado se produjo con la llegada a la presidencia de Roque Sáenz Peña, un opositor interno del Partido Autonomista Nacional. Este centró toda su gestión gubernamental en sancionar una ley para garantizar elecciones secretas, universales y obligatorias para todos los ciudadanos.[59] Tras superar la resistencia de los conservadores más contrarios al ejercicio de la democracia plena, su proyecto se convirtió en la llamada ley Sáenz Peña.[60] El problema del sufragio se atendió con tres leyes, la n.º 4161 del 29 de diciembre de 1902, que posibilitó al Partido Socialista su primera representación; la n.º 4578 del 24 de julio de 1905, destinada a calmar la revolución de ese año, y la famosa Ley Sáenz Peña (n.º 8871), promulgada el 10 de febrero de 1912. Si bien esto era predecible, es destacable la actitud del presidente Roque Sáenz Peña, que atendió las demandas populares aun sabiendo que ello afectaba gravemente a la hegemonía conservadora.[61] Sin embargo, cabe destacar que la nueva ley solo alcanzaba a las elecciones para cargos nacionales, es decir, para presidente y vicepresidente, diputados nacionales y senadores nacionales por la Capital Federal. Las demás elecciones seguían celebrándose según las leyes provinciales. No obstante, en 1912 se produjo la intervención federal a la provincia de Santa Fe, y el interventor organizó las elecciones para gobernador y legisladores de acuerdo con la nueva reforma electoral. La UCR decidió participar y logró la victoria. Llevó así a la gobernación a Manuel Menchaca, primer gobernador elegido por la ley de elecciones secretas.[62]
A comienzos de marzo de 1916 se reunió el Comité Nacional de la Unión Cívica Radical a fin de convocar una Convención, que tuvo lugar el 20 de marzo en la Casa Suiza con una asistencia de 138 delegados.[63] Terminó la sesión con la designación de una comisión integrada por los delegados Vicente Gallo, José Camilo Crotto, Pelagio Luna, José Saravia e Isaías Amado. Paralelamente se nombró otra comisión, integrada por Eudoro Vargas Gómez, Crotto, Luna y Marcelo T. de Alvear, para que entrevistaran al presidente Victorino de La Plaza con el objetivo de exigirle un acto electoral limpio y libre. Al día siguiente, mientras la primera comisión estaba debatiendo sobre poner en vigencia la Constitución tras años de desquicio institucional, la comisión que fue a entrevistar a De la Plaza no volvió con noticias alentadoras.[64] Este hecho terminó dividiendo las opiniones dentro del cuerpo de delegados, por lo que se levantó la sesión para continuarla el 22 de marzo en el Teatro Onrubia, donde además debían elegirse los candidatos a presidente y vicepresidente.[65]
Desde las ocho de la mañana el teatro estaba colmado de gente y reinaba el nerviosismo porque, pese a que se sabía que Yrigoyen ganaría por apoyo unánime, los delegados sabían que este renunciaría a la candidatura. Al respecto de la vicepresidencia, hubo exigencias por parte del grupo «azul» para integrar parte del binomio, y finalmente se designó al riojano Pelagio Luna candidato a la vicepresidencia. A las 10.30 de la mañana comenzó la votación; Yrigoyen obtuvo ciento cincuenta votos, dos Leopoldo Melo, y Alvear, Crotto y Gallo uno cada uno. Crotto rechazó el voto que le habían dado, ratificando que solo Yrigoyen podía ser el candidato indicado.[65] Luego se procedió a la elección del candidato a la vicepresidencia, y fue elegido Luna con 81 votos contra 59 de Gallo, mientras que Joaquín Castellanos y Melo obtuvieron uno cada uno. Se pasó a un cuarto intermedio para esperar la aceptación de las candidaturas y, entre tanto, una manifestación se congregó en la casa de Yrigoyen, pero no había signos de que hubiera nadie dentro. Yrigoyen había ido a recibir a la Mesa Directiva de la Convención en el estudio jurídico del doctor Crotto en Avenida de Mayo, y allí manifestó su propósito de renunciar a su candidatura. Crotto propuso entonces formar una comisión que entrevistara a Yrigoyen a fin de convencerlo para que aceptara la candidatura.[66] Los delegados designados Guido y Oyhanarte se dirigieron, pues, a la residencia de Brasil 1039 y le comunicaron a Yrigoyen que, de renunciar a tal candidatura, se daría por terminada la lucha.[67] Horacio Oyhanarte, presente durante ese episodio relata que:
En aquel breve intervalo de tiempo, todas las frentes palidecieron, y sobre los corazones abroquelados transmigró como una peregrinación de luces y de sombras, toda nuestra historia... Se estaba allí, en el cuarto pequeño como una trastienda, como en el rancho de Tucumán; como en el vetusto Cabildo colonial, como en el ágora de Paraná; se estaba allí resolviendo los destinos futuros de la República. Y cuando sobre la emoción de todos los espíritus, que se abrillantaban húmedos en los párpados, resonó la frase que ha de quedar y que fue el anticipo seguro de triunfa: 'hagan de mí lo que quieran', los lindes de dos épocas acababan de demarcarse, la magna contienda estaba decidida, y la bandera sagrada, izaba por el brazo del más fuerte, envalentonaba todos los pechos y en su tremolación augusta era serenidad sobre las tumbas fraternas.
A las siete y media de la tarde el caudillo aceptó. La noticia produjo una congregación frente a la casa de Brasil 1039.[67]
Elecciones presidenciales de 1916
Las elecciones presidenciales del 2 de abril de 1916 fueron las primeras en la historia argentina en adoptar la ley Sáenz Peña, que garantizaba el voto secreto y obligatorio para varones, razón por la cual se considera el primer gobierno democrático de la historia argentina,[69] con la aclaración de que el primer gobierno plenamente democrático fue la segunda presidencia de Juan Domingo Perón en 1951, cuando las mujeres pudieron ejercer su derecho a votar y ser votadas.
Los primeros efectos de la ley fueron sorpresivos para los reformistas: radicales, socialistas y liguistas se impusieron en casi toda la franja moderna del país con la sola excepción de la provincia de Buenos Aires, controlada férreamente por el aparato político tradicional. Los partidos provinciales nucleados que controlaban el antiguo régimen fracasaron en su intento de armar una fuerza política conservadora moderna. De momento la nueva norma no introdujo cambios espectaculares, ni en la participación electoral, ni en las campañas o debates, mientras que las nuevas prácticas electorales coexistían con viejas normas. El resultado electoral fue ambiguo pues la composición del Colegio Electoral no arrojó un ganador indiscutible al reunirse en 1916. El historiador Luis Alberto Romero señala que algo había cambiado verdaderamente cuando "unas 100.000 personas acompañaron al nuevo presidente en su trayecto del Congreso a la Casa de Gobierno. Los opositores se escandalizaron por la presencia de la 'chusma de alpargatas', un prejuicio, ciertamente, pero que testimoniaba el comienzo de una nueva época de la democracia".[70]
La fórmula Hipólito Yrigoyen-Pelagio Luna se impuso superando a la fórmula del Partido Conservador (Ángel Rojas-Juan Eugenio Serú) con 339 332 votos contra 153 406 del Partido Conservador.[71] Además ganó en el colegio electoral con 152 votos. Después de prestar juramento ante la Asamblea Legislativa, el nuevo presidente fue, literalmente, llevado por un alud de personas hasta la Casa Rosada, sin ningún tipo de custodia personal.[5] Cuando faltaban trece electores para homologar el triunfo del radicalismo, los conservadores fueron a Santa Fe para intentar persuadir a los votantes que estaban enemistados con la autoridad partidaria. Al ser consultado por este hecho Yrigoyen dijo la famosa frase: «Que se pierdan mil gobiernos antes que vulnerar nuestros principios».[72] El Congreso estaba compuesto por 45 radicales y 70 opositores en la Cámara de Diputados, mientras que en la de Senadores solo había 4 radicales y 26 opositores. Un total de once provincias seguían siendo representados por miembros del anterior régimen.[73]
El embajador de España en la Argentina asistió en representación de su país y escribió para el diario La Época las siguientes líneas:
En mi carrera diplomática he asistido a celebraciones famosas en diferentes cortes europeas; he presenciado la ascensión de un presidente en Francia y de un rey de Inglaterra; he visto muchos espectáculos populares extraordinarios por su número y su entusiasmo. Pero no recuerdo nada comparable a esa escena magistral de un mandatario que se entrega en brazos de su pueblo, conducido entre los vaivenes de la muchedumbre electrizada, al alto sitial de la primera magistratura de su patria (...). Pero todo ello había de ser pálido ante la realidad de la plaza inmensa, del océano humano enloquecido de alegría; del hombre presidente entregado en cuerpo y alma a las expresiones de su pueblo, sin guardias, sin ejército, sin polizontes.[74]
Yrigoyen había sugerido en su momento al presidente Figueroa Alcorta la intervención de catorce estados federales donde aún radicaba el fraude, práctica aún vigente tras la creación de la Liga de Gobernadores, de la que fueron sus principales mentores Miguel Juárez Celman y Julio Argentino Roca. Las intervenciones federales, llamadas de «higiene cívica», se llevaron a cabo despaciosamente por decretos del poder ejecutivo en épocas de receso legislativo. A excepción de las provincias gobernadas por radicales, que habían obtenido el poder por vía legítima, las demás fueron intervenidas. La intervención tenía por objetivo llamar a elecciones legales y fuera cual fuese el resultado el triunfador obtendría la gobernación. En muchos distritos el radicalismo triunfó; no obstante, en provincias como Corrientes y San Luis los conservadores se impusieron, y en esos casos se respetó la decisión popular. Tampoco se habían intervenido las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Jujuy.[75]
El triunfo electoral significó que, por primera vez, un amplio sector social excluido hasta entonces de los puestos públicos de dirección llegaba a la conducción de diferentes ámbitos estatales. Se trataba de sectores medios, sin grandes recursos económicos, ni conexiones con las clases altas.[76] La presencia de funcionarios «sin apellido» fue uno de los temas preferidos para bromas por parte de la prensa conservadora. Durante los primeros años de su gobierno, Yrigoyen se manejó por medio de decretos, puesto que muchas de las iniciativas que enviaba al Congreso no prosperaban por la mayoría conservadora aún imperante.[77] Solo tras las elecciones legislativas de 1918 el radicalismo obtuvo la mayoría en la cámara baja.[78]
Durante el primer gobierno de Yrigoyen, el radicalismo estuvo en minoría en el Congreso: en la Cámara de Diputados 101 miembros eran radicales y 129 opositores, mientras que en el Senado de 58 miembros solo 2 eran radicales. Aún en minoría, Yrigoyen mantuvo una actitud poco proclive al diálogo y la negociación, no solo con los partidos tradicionales conservadores que controlaban el Senado, sino también con los nuevos partidos populares que adquirieron protagonismo a partir del voto secreto: el Partido Socialista y del Partido Demócrata Progresista.[79] Concebía al radicalismo como una "religión redentora" para "la liberación argentina", no se veía como un jefe sino como un "apóstol" y pensaba que la Unión Cívica Radical no era un partido más sino "la patria misma":[80][79]
Yo he orientado a todos, y nadie, me guió a mí, en ningún momento ni en ninguna circunstancia. Por eso pude dar a la U.C. Radical, es decir, a la patria misma, un espíritu y una enérgica conducta y la orientación segura de su camino.Hipólito Yrigoyen, Mi vida y mi doctrina.[81]
Elecciones legislativas de 1918 y 1920
En las elecciones legislativas celebradas en 1918 la UCR obtuvo 367.263 votos, mientras que en las acontecidas en 1920 el total de sufragios fue de 338.723. Pese a que la UCR ganó un considerable número de bancas en la legislatura nacional, la lentitud constitucional para la renovación de la cámara alta impidió que ella representara lo que el electorado había elegido. El fallecimiento de Pelagio Luna en junio de 1919 que ejercía una notable influencia en el cuerpo y el hecho que varios senadores radicales no estuvieron dentro de la línea del gobierno, fueron algunos factores que hicieron que varias iniciativas del gobierno quedaran detenidas en la cámara de senadores.[82]