Historia de Málaga
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La historia de Málaga es la propia de una de las ciudades más antiguas de Europa, marcada por su situación a orillas del mar Mediterráneo en la Península ibérica. En el lugar donde se asienta la ciudad existía un poblamiento bástulo, sobre la base del cual los fenicios fundaron la colonia de Malaka.[1] Tras un período de dominación cartaginesa, Malaka pasó a formar parte de Roma. Convertida en la ciudad confederada de Malaca, se regía por un código especial, la Lex Flavia Malacitana.[2] La decadencia romana da paso a la dominación de los pueblos germanos y de Bizancio.[3] Tras la conquista árabe, Mālaqa (مالقة) se convirtió en una ciudad amurallada junto a la cual se asentaban los barrios de comerciantes genoveses y las juderías. Llegó a ser capital de la taifa hammudí, así como de otros tres reinos posteriormente.[4] El asedio de la ciudad por los Reyes Católicos en 1487 sería uno de los más largos de la Reconquista, y la conquista de Mālaqa supondría de facto el desmantelamiento y el golpe de gracia para el Reino nazarí de Granada.[5]
Desde el siglo XVI, las iglesias y conventos construidos fuera del recinto amurallado empiezan a aglutinar población, dando lugar a la formación de nuevos barrios extramuros.[6] Durante el siglo XVII la ciudad vivió en una época de inestabilidad, alternando periodos de bonanza económica e intenso tráfico mercantil interrumpidos por epidemias, inundaciones, terremotos y malas cosechas.[6]
Con la llegada del siglo XVIII la ciudad inicia una era dorada de gran prosperidad y crecimiento.[7] Durante gran parte del siglo XIX, Málaga fue una de las ciudades más levantiscas del país, contribuyendo decisivamente al triunfo del liberalismo en España.[8] Fue una ciudad pionera en la península con el inicio de la Revolución industrial, llegando a ser la primera ciudad industrial de España. Será ésta la época de las grandes familias burguesas malagueñas, algunas de ellas con influencia en la política nacional.[9] Durante el último tercio del siglo se producen disturbios y se declara el Cantón de Málaga, que presagiaría la grave crisis económica que se inició a partir de 1880. La crisis hace cerrar las fundiciones malagueñas y vino acompañada por el derrumbe la industria azucarera y la plaga de filoxera, que hundió al viñedo malagueño.[9]
Los principios del siglo XX constituyen una etapa de reajustes económicos en los que se produce un progresivo desmantelamiento industrial y una fluctuante evolución de la actividad comercial.[10][11] Depresión económica, conflictividad social y dominación política hacen posible que el republicanismo y el movimiento obrero afiancen sus posiciones.[12] En 1931, al inicio de Segunda República Española, tiene lugar la trágica quema de conventos, y en 1933 fue elegido el primer diputado del Partido Comunista por la circunscripción de Málaga capital.[13][14] En febrero de 1937 el ejército nacional, con la ayuda de los voluntarios italianos y a las órdenes del general Gonzalo Queipo de Llano, lanzó una ofensiva contra la ciudad que fue ocupada el día 7 de febrero.[15] La represión del ejército franquista en Málaga fue una de las más duras y crueles de la guerra[16][14][17][18] Durante la Dictadura de Franco la ciudad vivió una fuerte expansión propiciada por la llegada del turismo extranjero hacia la Costa del Sol, que provocó un auge en la economía y en la demografía de la ciudad desde la década de 1960,[19] apoyado por los fenómenos migratorios hacia otras zonas España y de Europa, así como hacia la capital provincial desde diferentes puntos de la provincia.[20]
Con la monarquía parlamentaria y la Constitución de 1978, Málaga saludaría al nuevo siglo como un notable centro cultural, demográfico y económico del Sur español y del Mediterráneo, siendo la ciudad con mayor actividad económica de toda la CC.AA. andaluza.[21]
«Hay un lugar que el Mediterráneo halaga, donde la tierra pierde su valor elemental, donde el agua marina desciende al menester de esclava y convierte su líquida amplitud en un espejo reverberante, que refleja lo único que allí es real: la Luz. Saliendo de Málaga, siguiendo la línea ondulante de la costa, se entra en el imperio de la luz. Lector, yo he sido durante seis años emperador dentro de una gota de luz, en un imperio más azul y esplendoroso que la tierra de los mandarines.»"Al margen del libro «A.M.D.G.»" J. Ortega y Gasset, El Imparcial, 1910.
- en referencia a sus años en el Colegio San Estanislao de Kostka en Miraflores del Palo, Málaga -[22]