Imperio otomano
Estado multiétnico gobernado por la dinastía osmanlí (1299-1922) / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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El Imperio otomano (en turco moderno: Osmanlı İmparatorluğu o Osmanlı Devleti), oficialmente el Sublime Estado Otomano (en turco otomano: دولت عالیه عثمانیه Devlet-i Aliyye-i Osmâniyye), fue un Estado multiétnico gobernado por la dinastía osmanlí. Era conocido como el Imperio turco por sus contemporáneos, aunque los gobernantes osmanlíes jamás utilizaron ese nombre para referirse a su Estado.
Sublime Estado Otomano Devlet-i Aliyye-i Osmâniyye دولت عليه عثمانیه | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Imperio transcontinental | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1299-1922 | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Lema: دولت ابد مدت Devlet-i Ebed-müddet (El Estado eterno) | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Himno: Mecidiye Marşı | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Evolución territorial del Imperio otomano | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Imperio otomano en el año 1900 subdividido en valiatos. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Coordenadas | 41°N 29°E | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Capital |
• Söğüt (1299-1326) • Bursa (1326-1365) • Edirne (1365-1453) • Constantinopla (1453-1922) | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Entidad | Imperio transcontinental | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Idioma oficial | Turco otomano (oficial) | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Otros idiomas | judeoespañol, griego, árabe (lengua litúrgica), persa (diplomacia)[2], armenio, eslavo meridional, albanés, etc. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Superficie | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Total | (en 1683) 5 200 000[3][4] km² | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Superficie hist. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1307[4] | 25 000 km² | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1453[4] | 690 000 km² | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1882[4][6] | 3 450 000 km² | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1914[4][7] | 1 550 000 km² | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Población hist. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1844[8] est. | 35 350 000 hab. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1914[4][9] est. | 18 520 016 hab. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Gentilicio | turco/a / otomano/a | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Religión |
Islam suní Escuela: Hanafí Credo: Maturidí | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Moneda | Akçe, para, sultani, kuruş y lira | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Historia | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1299 | Fundación[10] | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 29 de mayo de 1453 | Conquista de Constantinopla | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1645-1699 | Gran Guerra Turca | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1876-1878 | Primera constitución | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1908 | Revolución de los Jóvenes Turcos | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1914-1918 | Primera Guerra Mundial | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1915-1923 | Genocidio armenio | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1 de noviembre de 1922 | Abolición del Sultanato otomano | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Forma de gobierno |
Monarquía absoluta (1299-1876, 1920-1922) Monarquía absoluta bajo una dictadura totalitaria autocrática (1878-1908) Monarquía parlamentaria constitucional (1876-1878, 1908-1913, 1918-1920) Monarquía parlamentaria bajo una dictadura militar totalitaria de partido único (1913-1918) Califato (1517-1922; hasta 1924 en la República) | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Sultán • 1299-1326 • 1918-1922 |
Osmán I Mehmed VI | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Gran visir • 1320-1331 • 1920-1922 |
Alaeddin Pasha Ahmet Tevfik Bajá | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Legislatura | Asamblea General | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Cámara alta | Cámara de los Notables | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Cámara baja | Cámara de Diputados | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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El Imperio otomano comenzó siendo uno más de los pequeños estados turcos que surgieron en Asia Menor durante la decadencia del Imperio turco selyúcida. Los turcos otomanos fueron controlando paulatinamente a los demás estados turcos, sobrevivieron a las invasiones mongolas y bajo el reinado de Mehmed II (1451-1481) acabaron con lo que quedaba del Imperio bizantino. La primera fase de la expansión otomana tuvo lugar bajo el gobierno de Osmán I (1288-1326) y siguió en los reinados de Orhan I, Murad I y Bayezid I, a expensas de los territorios del Imperio bizantino, Bulgaria y Serbia. Bursa cayó bajo su dominio en 1326 y Adrianópolis en 1361. Las victorias otomanas en los Balcanes alertaron a Europa Occidental sobre el peligro que este Imperio representaba y fueron el motivo central de la organización de la Cruzada de Segismundo de Hungría. El sitio que pusieron los otomanos a Constantinopla fue roto gracias a Tamerlán, caudillo de los mongoles, quien tomó prisionero a Beyazid en 1402, pero el control mongol sobre los otomanos duró muy poco. El Imperio otomano logró conquistar Constantinopla en 1453.
En su máximo esplendor, entre los siglos XVI y XVII se expandía por tres continentes, ya que controlaba una vasta parte del sureste europeo, de Oriente Próximo y del norte de África, y parte de Europa Central y Oriental: limitaba al oeste con el Sultanato de Marruecos, al este con Persia y el mar Caspio, al norte con el Zarato ruso, la Monarquía Habsburgo y la Mancomunidad de Polonia-Lituania, y al sur con Sudán, Eritrea, Somalia y el Emirato de Diriyah (Arabia). El Imperio otomano poseía 29 provincias, además de Moldavia, Transilvania, Valaquia y Crimea, que eran Estados vasallos.
El Imperio estuvo en el centro de las interacciones entre el Este y el Oeste durante seis siglos. Con Constantinopla como capital y el territorio que se conquistó bajo Solimán el Magnífico —aproximadamente correspondiente a las tierras gobernadas por Justiniano el Grande mil años antes, salvo las de Europa occidental—, el Imperio otomano era, en muchos aspectos, el sucesor islámico de los antiguos imperios clásicos. Numerosos rasgos y tradiciones culturales de estos (en campos como la arquitectura, la cocina, el ocio y el gobierno) fueron adoptados por los otomanos, quienes los elaboraron en nuevas formas. Estos rasgos culturales más tarde se mezclaron con las características de los grupos étnicos y religiosos que vivían dentro de los territorios otomanos y crearon una nueva y particular identidad cultural otomana.
Aunque en un tiempo se pensó que el Imperio otomano había entrado en un periodo de declive tras la muerte de Solimán el Magnífico (1520-1566), el consenso académico moderno postula que el imperio siguió manteniendo una economía, una sociedad y un ejército flexibles y fuertes durante gran parte del siglo XVIII. No obstante, durante un largo periodo de paz entre 1740 y 1768, el sistema militar otomano se quedó rezagado con respecto al de sus principales rivales europeos, los imperios Habsburgo y ruso. En consecuencia, los otomanos sufrieron graves derrotas militares a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, que culminaron con la pérdida tanto de territorio como de prestigio mundial. Esto impulsó un amplio proceso de reforma y modernización conocido como Tanzimat; a lo largo del siglo XIX, el Estado otomano se hizo mucho más poderoso y organizado internamente, a pesar de sufrir nuevas pérdidas territoriales, especialmente en los Balcanes, donde varios territorios del Imperio se independizaron, creándose nuevos estados. Las sucesivas derrotas en guerras y el auge de los nacionalismos dentro del territorio llevaron al decaimiento del poder del imperio.
A partir de finales del siglo XIX, varios intelectuales otomanos intentaron liberalizar la sociedad y la política siguiendo las pautas europeas, lo que culminó en la Revolución de los Jóvenes Turcos de 1908, liderada por el Comité de Unión y Progreso (CUP; en turco otomano: اتحاد و ترقى جمعيتی, romanizado: İttihad ve Terakki Cemiyeti), que estableció la Segunda Era Constitucional e introdujo elecciones competitivas multipartidistas bajo una monarquía constitucional. Sin embargo, tras las desastrosas Guerras de los Balcanes, el CUP se radicalizó y se volvió cada vez más nacionalista, liderando un golpe de Estado en 1913 que estableció un régimen de partido único. El CUP alió al imperio con Alemania, con la esperanza de escapar del aislamiento diplomático que había contribuido a sus recientes pérdidas territoriales, y de este modo, se unió a la Primera Guerra Mundial en el bando de las Potencias Centrales. Aunque el imperio pudo sostenerse en general durante el conflicto, tuvo dificultades enfrentando disidencia interna, especialmente la Rebelión árabe. Durante este periodo, el gobierno otomano cometió genocidio contra armenios, asirios y griegos.
Su participación en la Primera Guerra Mundial seguido con la ocupación de Constantinopla y el surgimiento de movimientos revolucionarios dentro de Turquía le dieron el golpe mortal y resultó en la partición del Imperio otomano, que perdió sus territorios del sur a manos del Reino Unido y Francia. El Imperio bajo la dirección de un sultán fue abolido el 1 de noviembre de 1922 y un año después, el califato. Los movimientos revolucionarios que lo habían derrocado se agruparon y fundaron el 29 de octubre de 1923 la República de Turquía,[11] poniendo fin formalmente al Imperio otomano.
El origen de los turcos se puede encontrar en las estepas de Asia Central, en el Turquestán, en una etnia dedicada a la ganadería trashumante, en especial de caballos, y al comercio, con prácticas seminómadas. Los turcos pronto se relacionan con las culturas musulmanas de su entorno, entablan con ellas relaciones comerciales y adoptan el islam en su rama suní. Este contacto se podría deber a la ruta de la seda, pues los mercaderes musulmanes seguramente transitarían por los territorios donde habitaban los otomanos. Las primeras entradas de tribus turcas en la región que posteriormente sería el Imperio otomano se producen en el ámbito militar, cuando los ejércitos del Califato abasí necesitaron soldados para las luchas internas y contra los cristianos y bizantinos durante el siglo IX. Por ello, recurrieron a los territorios fronterizos reclutando a la población. Dentro del Califato abasí ya puede apreciarse cómo los turcos van escalando posiciones en el ejército y la administración. La lenta penetración de tribus turcas en esta zona se realizó de dos maneras: mediante la progresiva ocupación del territorio por parte de los grupos tribales y mediante la lucha contra el Imperio bizantino, que había dominado esta región durante mucho tiempo y al que anularon militarmente.
La ocupación de Anatolia por los turcos puede tener su origen en la batalla de Manzikert en 1071, cuando los turcos, al servicio de los selyúcidas, derrotaron al ejército bizantino del emperador Romano IV Diógenes. Esto permitió que los selyúcidas crearan un vasto sultanato que abarcaba Irak e Irán. Hacia 1243, una invasión mongola al mando de Batu, el jan de la Horda de Oro, deja hecho añicos dicho sultanato, el cual había sobrevivido a las luchas internas, a los bizantinos, a la Primera Cruzada y a sus vecinos sirios, los zanguíes y ayyubíes, fue la soberanía mongola la que lo reemplaza. Sin embargo, a esta invasión, aún sobreviven pequeñas porciones de territorio que se convierten en una especie de principados autónomos. De todos estos, hay que destacar el sultanato de Rüm, cuya capital ya estaba en Turquía, pues era la ciudad de Konya.
Uno de esos principados —al que podríamos llamar su primer Estado otomano—, pequeño e insignificante, era donde habitaban los turcos, el cual había sido cedido por el sultán selyúcida antes de la invasión mongola al primer miembro dinástico de los otomanos, Ertuğrul. Este territorio tenía por capital la ciudad de Söğüt. Ertuğrul falleció en 1290, dando paso a la sucesión de Osmán I ("Uthman", عُثمَان, en turco), nombre del cual deriva la denominación de otomanos o dinastía osmanlí. Fue con Osmán I cuando empezó la expansión territorial de los turcos en Anatolia, sentando las bases de un imperio que duraría casi siete siglos.[11]
Primeras victorias
Los otomanos no conseguirían poder suficiente como para eliminar a sus enemigos inmediatos y establecer un verdadero Estado hasta el gobierno del hijo y sucesor de Osmán, Orhan I (1324-1360). La clave de su reinado fue la conquista de Nicea en 1331 y Bursa. Esta última no solo proporcionó la capital, sino los útiles necesarios para crear una administración otomana. Pudo acabar también con la amenaza de sus vecinos turcomanos, la ciudad de Aydın, que proporcionaba mercenarios a Juan Cantacuceno. Tras la caída de Aydın, serán los otomanos los que ayudarán a Cantacuceno, el candidato al trono bizantino, enfrentado a Juan V Paleólogo, tomándose como recompensa el derecho a saquear el territorio bizantino a lo largo del Egeo, en Tracia, y la mano de la hija de Juan Cantacuceno, Teodora.
A partir de 1354, los cuerpos de expedición otomanos dirigidos por su hijo Suleyman Paşa establecieron una base permanente en la península europea de Galípoli, a pesar de las protestas de Cantacuceno y otros. Este último tuvo que abdicar por haber sido el responsable de que los turcos se introdujeran en Europa. Bajo el mandato de su hijo, Murad I (1360-1389), se hicieron las primeras conquistas estables en la Europa sudoriental. Tomó Edirne (Adrianópolis) en 1361, la convirtió en su capital y nombró el primer visir del que sería el Imperio otomano: Kara Halil Paşa, de los Candarli, familia que monopolizó el puesto durante el siglo siguiente. El emperador bizantino se comprometió a pagar tributo regularmente a los otomanos y a enviar contingentes militares para su ejército, debido a que no podían enfrentarse a la presión turca sobre Constantinopla. Fue uno de los sultanes más importantes del Imperio otomano por su triunfal campaña militar en Tracia y los Balcanes, que acompañó con tacto y prudencia, pactando con la Iglesia ortodoxa. También fue el primero en ser nombrado sultán, ya que los anteriores ostentaban el título de emires.
Para defender a Europa de la amenaza otomana, el papa proclamó una bula llamando de un modo formal a la Cruzada hacia 1366, que fue un fracaso en «la ruta de los serbios». Los otomanos siguieron la política islámica tradicional de tolerancia hacia los zimmíes, o «gente del libro», que tenían derecho de protección sobre sus vidas, propiedades y creencias religiosas siempre que aceptasen un gobierno musulmán y pagaran los tributos (cizye) que les eximían del servicio militar. Por ello no se hizo ningún esfuerzo para la conversión en masa de la población. Durante su reinado también se creó el cuerpo de los jenízaros, una pieza clave en el desarrollo posterior del imperio.
Enfrentamientos con Hungría
Las amenazas se multiplicaban, y a su vecino Karaman se unió la expansión mongola de Tamerlán. Los turcos otomanos continuaron avanzando hacia los territorios europeos y pusieron en alerta a la potencia medieval del Reino de Hungría. De esta forma, el rey Luis I de Hungría el Grande condujo en 1375 una batalla en el Principado de Valaquia. La situación política entre los valacos y los húngaros enfrentados a los turcos otomanos generaron ciertos conflictos entre ambos, lo cual creó una situación donde apenas se logró contener las invasiones sin expulsar a los turcos de la zona.
Después de la muerte del rey Luis I, sucedió un corto periodo de inestabilidad política, hasta que el rey Segismundo de Hungría subió al trono. De inmediato la amenaza otomana fue tomada en serio por el rey húngaro y los demás duques y Príncipes de los Estados satélites de Hungría, por lo que se formó la coalición de los Estados eslavos del sur, dirigida por Segismundo. Fue en la decisiva batalla de Kosovo (1389) cuando la victoria otomana sobre el Imperio serbio permitió realizar nuevas conquistas al sur del Danubio, acabando con la última defensa organizada en el área de los Balcanes y dejando a Hungría como único oponente serio en el sudeste de Europa. En esta batalla un soldado serbio, Milos Obilic, asesinó a Murad I (el único sultán asesinado en una batalla), y le sucedió su hijo Beyazid I (1389-1402), afianzándose en la victoria. Para evitar posibles luchas por el trono, fue este el primer sultán que mató a todos sus hermanos, práctica común a partir de este momento y que institucionalizaría el sultán Mehmed II. Los esfuerzos de Beyazid se encaminaron a conquistar el oeste de Asia Menor, lo que consiguió en 1390.
En 1396, los ejércitos otomanos de Beyazid I vencieron a las fuerzas cruzadas de Segismundo de Hungría en la batalla de Nicópolis (1396). Al poco tiempo, los nobles húngaros aún descontentos se alzaron contra Segismundo en 1401 y en 1403, siendo derrotados en ambas ocasiones. Tras vencerlos, Segismundo continuó en el poder durante los cuarenta años siguientes sin ninguna clase de obstáculo sucesorio, conteniendo los ataques turcos otomanos, que ya realizaban incursiones en territorio magiar.
De esta forma, el Reino de Hungría siguió conteniendo los embates del expansivo Imperio otomano. En 1408, el rey húngaro Segismundo fundó entonces la Orden del Dragón, la cual continuó alentando el espíritu de conservación del cristianismo y la independencia de los territorios europeos. A esta orden pertenecieron, entre otros nobles, el príncipe Vlad II Dracul del principado de Valaquia (actual Rumanía) y su hijo, el conocido y sanguinario Vlad III, del cual posteriormente surgió el personaje de Bram Stoker, Drácula. Los otomanos siguieron avanzando hacia Europa y en 1427 atacaron y ocuparon la fortaleza de Galambóc a orillas del Danubio al suroeste del reino de Hungría.
Las tropas otomanas parecían indetenibles, a pesar de que el rey húngaro y polaco Vladislao I organizó una armada y partió con ella hacia el este en 1444. Los ejércitos del sultán Murad II salieron victoriosos en la batalla de Varna, en la cual también murió el rey cristiano. Tras la muerte de Vladislao I, al no dejar herederos, el trono le correspondía al joven príncipe Ladislao V, hijo del fallecido rey húngaro Alberto de Habsburgo, quien había gobernado antes del mártir de Varna. Puesto que Ladislao era muy joven para gobernar, los nobles húngaros escogieron de inmediato a un conde que había sido comandante de los ejércitos húngaros en las anteriores batallas contra los turcos: Juan Hunyadi.
Hunyadi prosiguió la lucha contra los turcos otomanos y alcanzó la victoria en el sitio de Belgrado (1456), fue esta la primera gran batalla ganada por los europeos cristianos contra los turcos. En honor a esta proeza, el papa Calixto III ordenó que se instituyese un toque de campanas del mediodía para honrar la victoria húngara. De esta manera, Hungría recibió el título de «último bastión del cristianismo en Europa», por el cual fue conocido durante toda la época del Renacimiento. Tras la muerte de Juan Hunyadi, y al estar vacante el trono húngaro, su hijo menor fue elegido rey por los nobles, y de esta forma, Matías Corvino fue coronado en 1458. El rey Matías Corvino mantuvo una política expansionista en Europa, y durante su reinado logró igualmente contener los ejércitos otomanos.
Sin embargo, su política expansionista estaba enfocada totalmente en otra dirección: emprendió campañas militares contra el Sacro Imperio Romano Germánico y conquistó el Ducado de Austria, pero abandonó las luchas contra los turcos. Muchos historiadores modernos critican estas acciones, que permitieron que tras la muerte del rey, los otomanos continuasen avanzando hacia los territorios húngaros y tomasen Belgrado en 1521. De esta manera, la época dorada del Reino húngaro finalizaría en 1526, cuando fueron vencidos por los turcos en la batalla de Mohács, en la que también murió el rey Luis II de Hungría. De inmediato se libraron varias batallas a lo largo del reino, hasta que en 1541 cayó por último Buda, la capital húngara.
Luchas internas y consolidación de la unidad
Mientras tanto, los problemas con los vecinos turcomanos, sobre todo con Karaman, el principado turco más fuerte de Asia Menor, obligó al sultán a combatir en el este. El resultado fue la anexión de estos pequeños Estados hasta que el oeste volvió a reclamar la atención de Beyazid. Muchas de las zonas ya conquistadas se quisieron liberar del poder otomano, pero el sultán reconquistó rápidamente lo perdido y siguió adelante: irrumpieron en Estiria, ocuparon Grecia y en 1397 llevaron a cabo la conquista de Atenas. Se dirigieron entonces hacia el este, donde se encontraron con un enemigo mucho más poderoso: Tamerlán. En 1402, los mongoles ganaron la batalla de Ankara, lo que supuso el hundimiento de la hegemonía otomana en Asia Menor. Los otomanos se reconocieron vasallos de Tamerlán y Beyazid encontró la muerte en prisión en 1403.
La autoridad otomana entró en crisis durante once años. Ni Tamerlán ni sus sucesores impusieron dominio alguno duradero, y el panorama quedó abierto para las luchas de poder entre los miembros de la familia otomana y los señores territoriales. La situación no era fácil, ya que eran cuatro los príncipes otomanos que se disputaban el trono. Tras un periodo de luchas fratricidas fue Mehmed I (1413-1420) el ganador. Con este sultán y, sobre todo con Murad II (1421-1451), el Gobierno otomano volvió a recuperar la unidad. Como Mehmed había vencido gracias al apoyo de la aristocracia turca, se le dio énfasis al pasado turco de la dinastía reinante, y por primera vez se encargaron unas crónicas de su historia. Dio prioridad a potenciar el comercio con los países europeos y firmó un tratado con Venecia en 1416. La infantería jenízara quedó como guardia personal del sultán, y la aristocracia volvió a controlar su cota de poder. Su ejército cruzó el Bósforo, tomó Edirne y comenzó el primero de los grandes sitios a Constantinopla (1422), no tanto para conquistarla, sino para castigar a los bizantinos por su deslealtad al haber apoyado a los rivales del sultán.
Además de esto, Murad desarrolló el famoso sistema del devşhirme, con el que reclutaba periódicamente a los mejores jóvenes cristianos de las provincias de los Balcanes para convertirlos al islam y para que prestaran servicio de por vida al imperio. A estos se les favoreció en un principio para que adquirieran poder, y así equilibraran el poder que acumulaba la aristocracia turca. Tras la firma de dos tratados de paz, Murad cedió el trono voluntariamente a su hijo Mehmed, de cuya juventud intentaron aprovecharse sus enemigos. Queriendo sacar partido de la situación se hizo una llamada a una cruzada para expulsar a los otomanos de Europa; parecía que lo iban a conseguir, pero Mehmed cedió el trono a su padre, que con sus ejércitos logró una aplastante victoria en la batalla de Varna. Tras esto, el Imperio otomano estableció un control directo sobre Macedonia, Tracia, Bulgaria y gran parte de Grecia.
Mehmed II el Conquistador (1451-1481) se apoyó en el devşhirme durante su gobierno, por lo que necesitaba una victoria militar para plantarle cara a la oposición, liderada por su propio gran visir, Candarli Halil. El famoso sitio (6 de abril-29 de mayo de 1453) y la conquista de la Constantinopla del emperador Constantino XI supuso el principio del fin de la influencia de la aristocracia turca. Poco a poco los otomanos se fueron apoderando de todas las poblaciones cercanas a la ciudad, y ante el temor a una invasión, el emperador bizantino pidió ayuda a los reinos europeos, pero pocos acudieron a su llamada. El 29 de mayo de 1453, los jenízaros entraron en la ciudad tras un sangriento asedio de ocho semanas. La caída de Constantinopla puso fin al Imperio romano de Oriente y consolidó el gran Imperio otomano, que trasladó su capital a Constantinopla, a partir de aquí llamada Estambul.[11] Tras esta victoria, Bosnia y Serbia pasaron a ser provincias otomanas y Albania, después de sofocar la revuelta de Skanderbeg, quedó incorporada al imperio en 1468. Llegan hasta Italia, y por fin los venecianos reconocen la soberanía otomana y les pagan un tributo. También los mamelucos dejan de ser un enemigo, ya que su decadencia interna no les permite llevar a cabo el enfrentamiento entre los dos imperios más importantes de Oriente Próximo. Además de conquistar la ciudad de Constantinopla y acabar con el último reducto bizantino de Trebisonda, Mehmed logra someter el último principado turco independiente de Anatolia, Karamania, y consolidar la posición turca en Morea y Serbia, además de seguir la guerra contra Hungría, Venecia y Moldavia.[12]
Para evitar la desintegración del Imperio como les había ocurrido a los Estados turcos, que dividían el imperio entre varios sucesores, Mehmed y sus descendientes establecieron el principio de indivisibilidad del poder, con todos los miembros de la clase dirigente sujetos a la voluntad del gobernante. Se estableció el principio que seguirían todos los gobernantes, hasta el siglo XVII, de ejecutar a todos los hermanos inmediatos a fin de eliminar las disputas dinásticas. Como gobernante, el padre elegía al más capaz entre sus hijos. Finalmente Mehmed empezó el proceso por el cual estas disposiciones fueron codificadas en el Kanunname, tarea terminada por Solimán el Magnífico. La actuación económica, sin embargo, resultó desastrosa al final, ya que los impuestos y la inflación provocaban cada día mayor descontento en la sociedad. Todo esto desembocó en una guerra civil, y a la muerte de Fatih los problemas y las críticas a la administración se agudizaron aún más.
Mehmed murió envenenado por su médico Yakup Paşa, que llevaba trabajando para los venecianos bastante tiempo y que fue linchado por los jenízaros. Para evitar una situación de enfrentamiento entre los dos hijos de Mehmed, el sadrazam les envió mensajes comunicándoles que quien llegara primero sería el sultán. Su enemigo, Ishak Paşa, mató al mensajero de Cem, el favorito de todos, por lo que Beyazid se hizo con el trono. El sadrazam fue linchado e Ishak Paşa nombrado nuevo gran visir. Los jenízaros también saquearon la ciudad entera aprovechándose del poder adquirido, pues cada vez eran más incontrolables.
Le sucedió su hijo Beyazid II (1481-1512), cuyo periodo puede considerarse como un tiempo de sosiego para el Imperio, en el cual se consolidaron las acciones de Mehmed y se resolvieron las reacciones económicas y sociales que su política interna había causado. Las relaciones con el exterior se caracterizaron por la prudencia, debido sobre todo a los problemas internos que había dejado su padre. Además tuvo que enfrentarse a la revuelta promovida por su hermano, Cem Sultán, que se instaló en la ciudad de Bursa y se proclamó padişah. Con un aumento de sueldo logró el apoyo de los jenízaros, pero fue derrotado en una batalla contra su hermano y tuvo que retirarse a Egipto. El segundo intento no le fue mejor, por lo que decidió quedarse en Rodas (1495).
La primera decisión de Beyazid fue anular la reforma agrícola que había realizado su padre, devolviendo tierras a sus antiguos dueños, terratenientes y sobre todo religiosos. Una vez hecho esto, eliminó a los altos cargos del devşhirme para crear un equilibrio entre estos y la aristocracia turca, cosa que consiguió y mantuvo hasta su muerte. Reorganizó la estructura fiscal y estableció un nuevo sistema de impuestos, más llevadero para los súbditos. Bajo la influencia de los ulemas, Beyazid luchó contra las tendencias europeizantes y se adhirió al islam ortodoxo, en lucha contra la proliferación del chiismo. Se le considera un integrista ortodoxo y, aun así, permitió la afluencia masiva de los judíos expulsados de España y de otras partes de Europa.
Beyazid tuvo ocho hijos, y la lucha por la sucesión se hacía cada día más latente. Quiso engañar a sus hijos para matar a todos menos uno, pero tres de ellos no se dejaron engañar. Efectivamente, se desató al final una lucha por la sucesión. Obligado por los jenízaros, tuvo que ceder a que su hijo Selim fuera su sucesor, y enfrentarse a este ante sus exigencias para que abdicase en su favor. El otro candidato, Ahmed, se casó con una hija del sah de Persia. Beyazid se vio obligado a ceder el trono a Selim I en 1512 a causa del levantamiento de los jenízaros.
Selim I (1512-1520) era un estadista coherente, organizador y un extraordinario dirigente. Mandó eliminar a sus hermanos y primos después de la muerte de su padre, por lo que recibió el sobrenombre de «el cruel». El primer objetivo que se impuso fue consolidar el Estado y se dirigió hacia el este, a por los chiíes de Irán. Ganaron la batalla después de una larga campaña, pero no acabaron definitivamente con la amenaza. Selim fue un ferviente suní y mandó aniquilar a muchos chiíes de Asia Menor.
La segunda expedición de Selim tuvo lugar en 1516, esta vez contra los mamelucos de Egipto. Primero se dirigió a Siria, donde los dos ejércitos se enfrentaron cerca de Alepo. Tras esta victoria aplastante de los otomanos, estos se dirigieron a Egipto y lo conquistaron también. El califa Mütevekkil III cayó prisionero de los otomanos en 1517 y este califa abbasí tuvo que ceder su título. Logró asimismo llegar a Arabia y conquistar la Meca y Medina. En 1519 el señor de Argelia también se adhirió al ejército del Gran Señor. Selim I murió de cáncer en 1520. Su reinado, aunque breve, fue muy importante al asegurar las fronteras orientales del imperio e instaurar la dominación otomana en algunas de las provincias más ricas del mundo árabe; además proporcionó a los otomanos el control absoluto del comercio entre el Mediterráneo y el océano Índico.
Le sucedió su único hijo Suleymán I (1520-1566), que siguió los pasos de su padre consolidando aún más la paz y la estabilidad interior. De esta manera, el Imperio otomano alcanzó su máxima extensión geográfica, que duraría hasta 1683. Este restauró, durante su reinado, el poder del gran visir y fue generoso con los jenízaros, permitiéndoles casarse. Desarrolló una considerable actividad legisladora que se centró principalmente en la organización del ejército, el feudalismo militar, la propiedad territorial y el sistema tributario. También llevó a cabo personalmente varias campañas militares. La más famosa fue el primer sitio de Viena en 1529, en la que fracasó. Sin embargo, los territorios del centro y este de Hungría se hallaban bajo el control otomano sin importar que la incursión en Viena hubiese fracasado. A lo largo de su reinado y los posteriores siglos de guerras contra el Sacro Imperio Romano Germánico, los turcos siempre utilizarían el idioma húngaro como instrumento comunicativo y negociador con los germanos, aunque en la propia Viena no fuese una lengua conocida. Los pachá turcos y el propio sultán harán escribir cartas, misivas y comunicados a los cristianos en húngaro, puesto que los otomanos no dominaban el idioma latín.[13] Asimismo, Solimán le concedió mucha importancia a las artes y embelleció considerablemente Estambul.
Durante su reinado, el Estado otomano alcanzó su máximo grado de desarrollo civil. Reunió la legislación en el Kanunname y concedió las capitulaciones a Francia en 1535, quienes pretendían utilizar la presión otomana en el este para amortiguar la presión de los Habsburgo en el oeste. Durante el periodo de Solimán, se ve al Imperio otomano aliarse con Francia, como lo prueba el sitio y la toma de Niza (1543) por tropas otomanas y francesas. No obstante, esta alianza le era más benéfica a Francia (para aliviarse de las presiones hispano-austriacas), que a los otomanos que no podían esperar nada de ella.[14]
Es importante destacar a quien fue gran visir de Suleymán entre 1523 y 1536, Pargalı İbrahim Paşa, que debido a su gran labor en numerosas campañas militares y su exitoso trabajo como líder del ejército, fue absolutamente vital para la que fue para muchos la mejor época del imperio. Incluso una numerosa cantidad de fuentes remarcó que la importancia e influencia de Ibrahim fue incluso mayor a la de Suleymán durante su reinado y que sin este el imperio no hubiese llegado a su punto mayor. Ibrahim destacaría gracias a su impresionante habilidad en el manejo político del Imperio y en las campañas militares, sobre todo liderando a los ejércitos y convirtiéndose en una amenaza letal para el enemigo. Fue un valiente comandante del ejército que siempre cumplió su papel exigiendo justicia y el honor del Imperio. Fue un blanco a eliminar constante para todo aquel que fuese enemigo de los Otomanos, también por ser el fiel amigo y consejero de Suleymán.
El sucesor de Suleymán fue el hijo de este y de Hürrem Sultan (también llamada Roxelana), Selim II (1566-1574), que cometió el error de atacar la isla de Chipre y sufrió la primera derrota otomana en Europa en la batalla de Lepanto, en 1571.[11] Al morir el sultán, su hijo Murad III (1574-1595) subió al trono. A partir de este sultanato creció la influencia del harén en las decisiones del gobierno. Murad III se dedicó a la buena vida y los placeres del harén, al igual que su sucesor Mehmed III (1595-1603), dejando todo el poder en manos del gran visir. El caos y la inseguridad reinaban en todo el Estado, y dentro del ejército aumentó la enemistad entre jenízaros y sipahis, el cuerpo de caballería del ejército otomano. Cuando muere el sultán, su hijo Ahmed I es muy joven, y después de un breve periodo de auge se termina de consolidar el «sultanato de las mujeres».
El siglo XVII, bajo los sultanatos de Mustafa I, Osmán II y Murad IV, fue una época trágica. Osmán II (1617-1622) fue el soberano más culto de toda la dinastía. Sabía que una reforma era necesaria, la cual vencería los poderes fácticos establecidos. Los jenízaros, al tener noticia de ello, asesinaron a los altos cargos en sus propias casas, por lo que el sultán tuvo que ceder. A pesar de todo, no se libró de ser asesinado a manos de los jenízaros. Después de la nueva ascensión de Mustafa I nombraron a Murad IV (1623-1640) nuevo dirigente del Imperio. Este consiguió hacer alguna reforma en la administración pero, cuando murió, el Estado quedó sin dirigentes y se extendió un vacío de poder por el imperio durante veinte años.
El sultán Ibrahim I (1640-1648) sucedió a Murad IV y es considerado el peor padişah de la dinastía otomana. Anuló lo que había conseguido Murad IV, provocando una corrupción generalizada y desmedida, aparte de una crueldad incomparable debido a la locura que padecía, lo cual se vio reflejado tanto en el estado como en el harén del palacio.
Sultanato de las mujeres
El término hace referencia al periodo en que las mujeres (comúnmente esclavas y concubinas del harén), en la mayoría de los casos, madres legales gobernaron en nombre de sus hijos, esposos o nietos debido a la ineptitud, ausencia o inexperiencia del sultán en función.
Esta época abarca desde mediados del siglo XVI hasta finales del siglo XVII, comenzando con el nombramiento de Roxelana en 1534 como esposa legal (Haseki sultan) de Solimán I, y finalizando con las regencias oficiales de Mahpeyker Kösem y Turhan Hatice en 1683. Durante este periodo también los jenízaros empezaron a intervenir directamente en la política del imperio.
El gobierno de Kösem Sultan (1623-1651) es uno de los máximos exponentes del sultanato de las mujeres, puesto que por ello es considerada la mujer más poderosa en la historia del Imperio otomano. Se convirtió en la primera regente oficial del sultanato (Naib-i Saltanat) durante la minoría de edad de su vástago Murad IV, mantuvo cierta influencia durante el terrible reinado de su hijo menor Ibrahim I, y volvió a proclamarse regente del imperio pero bajo el mandato de su joven nieto Mehmed IV. Tras su muerte, su nuera Turhan Sultan se convirtió en la segunda y última mujer regente del sultanato, título que conservó hasta su deceso pero no logró ejercerlo en su totalidad debido a la influencia del gran visir en los asuntos del Estado.[15]
Organización
El proyecto del creador de la organización otomana, Fatih Mehmed, era el de crear un imperio inmenso, el cual integraría a mongoles, musulmanes y cristianos. Para ello, su capital comenzó a ser repoblada por gentes de muy distinta procedencia y hasta dejó en libertad a los prisioneros de guerra para que se establecieran en la ciudad. También se animó al patriarca ortodoxo griego, Ghennadios Scholarios, al Catholicos armenio (1461) y al gran rabbí judío para que se establecieran allí, y se les permitió convertirse en jefes tanto civiles como religiosos de sus seguidores, constituidos en comunidades autónomas y autogobernadas, llamadas millet, que fueron las unidades de gobierno básico de las comunidades no musulmanas dentro del Imperio otomano. El primer responsable de la millet era elegido por el sultán y a partir de él eran elegidos por la comunidad.
Mehmed II se había convertido a su muerte en «el señor de dos mares y dos continentes». Durante su gobierno también se crearon las instituciones que iban a ser características de este imperio. El elaborado ceremonial y el sistema de jerarquías de la corte bizantina fueron recreados en la del sultán, a fin de separar al sultán del pueblo para que fuera un gobernante respetado y temido. La autoridad del sultán se vio reforzada asimismo por la alianza de intereses de los grupos no musulmanes con los suyos propios. Eliminó a las grandes familias de la estructura de la administración y nombró a Zaganos Paşa como gran visir, después de matar a Candarli por traidor.
Para evitar la desintegración del imperio que le sucedía a los Estados turcos, que dividían el Imperio entre varios sucesores, Mehmed y sus sucesores establecieron el principio de indivisibilidad de poder, con todos los miembros de la clase dirigente sujetos a la voluntad del gobernante. Se fijó el principio que seguirían todos los gobernantes hasta el siglo XVII: ejecutar a todos los hermanos inmediatos a fin de eliminar las disputas dinásticas y, como gobernante, el padre elegía al más capaz entre sus hijos. Finalmente Mehmed empezó el proceso por el cual estas disposiciones fueron codificadas en el Kanunname, tarea terminada por Solimán el Magnífico.
El Principado húngaro de Transilvania como vasallo del Imperio otomano
Después de que el sultán Solimán el Magnífico derrotase a los húngaros en 1526 en la batalla de Mohács, dando muerte al rey Luis II de Hungría, ante el trono vacío, pronto surgieron varios pretendientes. El príncipe germánico Fernando I de Habsburgo y el conde húngaro Juan Szapolyai, voivoda de Transilvania, se hicieron coronar como reyes húngaros de inmediato después de la derrota ante los turcos, convirtiéndose en antirreyes. Sin embargo, según Stanford Shaw, en 1533, Fernando y Solimán firmaron un acuerdo por el cual Fernando abandonaba sus ambiciones en la Hungría central y reconocía a Szapoylai como gobernante vasallo del Imperio otomano; y a su vez, el sultán reconocía el gobierno de Fernando en la Hungría del norte, a cambio de su consentimiento de pagar rentas por la zona.[16] A pesar de que Szapoylai se declaró a favor del sultán otomano, en 1538 pactó en secreto con Fernando I, donde acordaron que tras la muerte del primero (quien no tenía hijos herederos), el trono pasaría a manos del Habsburgo. Sin embargo, en 1540, pocos días antes de que muriera el voivoda transilvano, su esposa dio a luz a un hijo varón: Juan Segismundo Szapolyai. Juan Szapolyai hizo coronar inmediatamente a su hijo violando el acuerdo con Fernando I, y generando caos, y que el sultán otomano se enterase de dicho convenio secreto.
Considerando a los húngaros personas no dignas de confianza, el sultán movilizó sus ejércitos y en 1541 tomó la ciudad capital húngara de Buda, lo cual se le facilitó por la disputa surgida por la Reforma entre protestantes y católicos en Hungría, pues reforzó las divisiones sociales existentes.[16] Pronto el reino se dividió en tres partes: una en el oeste bajo el control germánico de Fernando I, una central bajo dominio del propio sultán y una oriental en la figura de la región transilvana. Juan Segismundo Szapolyai fue criado por su madre mientras alcanzaba la mayoría de edad, y de esta forma se firmó en 1570 el acuerdo de Espira entre el emperador Maximiliano II de Habsburgo y el voivoda transilvano, quien obtuvo el título de príncipe de Transilvania. De esta manera, la región de Transilvania se convirtió entonces en un Estado independiente conocido como el Principado de Transilvania, en situación de vasallaje ante el Imperio otomano.
A lo largo del próximo siglo y medio, se sucederían una serie de nobles húngaros que serían elegidos príncipes de Transilvania, siempre actuando según el sultán lo ordenaba (igualmente el sultán era el que decidía qué noble húngaro era el más apropiado para ocupar el cargo). Sin embargo, los húngaros se aliaron con el Sacro Imperio Romano Germánico durante la Guerra de los Quince Años contra los turcos, recuperando incontables ciudades que se hallaban bajo control otomano. Después del fracaso de la guerra, los húngaros de Transilvania continuaron como vasallos de los turcos, intensificándose la presencia otomana en el Principado.
Durante los gobiernos posteriores de los príncipes transilvanos Esteban Bocskai (1605-1606) y Gabriel Bethlen (1613-1629) se produjeron varios alzamientos contra los Habsburgo con el fin de recuperar todos los territorios húngaros y reunificar el reino, bajo la tutela del Principado Transilvano y como vasallo de los otomanos. Desde luego, la repentina muerte de ambos monarcas hizo fracasar tales empresas, y Hungría continuó dividida en tres partes.
En el siglo XVII, en el marco de la disputa por el dominio de Europa Oriental entre el Imperio otomano y sus rivales, se libraron cinco guerras que enfrentaron a Polonia y Turquía, las llamadas guerras polaco-turcas.
Tal era el control del Imperio otomano sobre Transilvania, que inclusive las campañas militares de los príncipes transilvanos tenían que ser aprobadas por el sultán. Durante el gobierno del príncipe Jorge Rákóczi II (1648-1660) el noble húngaro condujo sus tropas hacia Polonia con el objetivo de luchar por el trono de dicha nación (durante el periodo histórico polaco que se conoce con el nombre de «El Diluvio»). Esta acción causó la ira del sultán, quien le ordenó al gran visir y pachá de Buda, Mehmed Köprülü, que mandase a los ejércitos tártaros al servicio de los otomanos para saquear e invadir Transilvania a manera de castigo. Las hordas tártaras arrasaron gran parte de las tierras del norte de Transilvania el 2 de noviembre de 1657, mientras el sultán destituía y remplazaba al príncipe transilvano por uno más obediente.
Más tarde se sucedieron gobernantes húngaros débiles y muy cercanos al sultán que no se atrevieron a desobedecerlo. En 1683, el príncipe Miguel Apafi I al recibir la orden del sultán avanzó con sus fuerzas hacia Viena, se unió a los ejércitos otomanos del gran visir Kara Mustafá y participó en el asedio de la ciudad. Después de que la batalla resultó en derrota, tanto turcos como transilvanos se retiraron a territorio húngaro. En 1686, cuando el ejército del emperador germánico y rey húngaro Leopoldo I de Habsburgo penetró en este, Miguel Apafi I colaboró en la victoria austriaca que supuso que la capital húngara de Buda fuese recobrada por las fuerzas cristianas.
Los turcos fueron expulsados de Hungría en los siguientes años, hasta que abandonaron los territorios transilvanos y el reino volvió a ser reunificado bajo la autoridad de los Habsburgo. Se firmó la Paz de Karlowitz en 1699 entre los polacos, germánicos y otomanos, en la que se definía la nueva situación del reino húngaro en el mapa europeo: salió de la esfera de influencia otomana y entró en la alemana. Tras la muerte de su padre, el muy joven príncipe Miguel Apafi II fue llevado a Viena por el emperador germánico y rey húngaro; ahí lo invistió con el título de príncipe del Sacro Imperio y lo hizo renunciar al de Transilvania. De esta manera, el Principado dejó de existir y se reabsorbió dentro del Reino húngaro.
Posteriormente, entre 1715 y 1718, durante el reinado del emperador germánico y rey húngaro Carlos VI (1711-1740), se llevaron a cabo varios ataques otomanos en territorio húngaro, pero fueron rápidamente repelidos por los ejércitos cristianos. Después de una serie de enfrentamientos, el sultán otomano Ahmed III y Carlos VI concluyeron firmando el Tratado de Passarowitz en 1718, tras el cual cesaron los ataques otomanos.