La ley del más fuerte
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La ley del más fuerte es un aforismo sobre el origen de la moral, con un sentido a la vez descriptivo y prescriptivo.
Descriptivamente, afirma que la visión de la sociedad sobre el bien y el mal viene determinada por aquellos que ostentan el poder, con un significado similar a "La historia la escriben los vencedores". Es decir, aunque todas las personas tienen sus propias ideas sobre el bien, solo las personas lo suficientemente fuertes como para superar obstáculos y enemigos pueden poner en práctica sus ideas e imponer sus propios estándares a la sociedad en su conjunto. Montague, siguiendo al filósofo anarquista Kropotkin[1][2] definió la kratocracia o kraterocracia (del griego κρατερός krateros, que significa "fuerte") como un gobierno basado en el poder coercitivo, por aquellos lo suficientemente fuertes como para tomar el control a través de la violencia física o la manipulación demagógica.
"La ley del más fuerte" ha sido descrito como el credo de los regímenes totalitarios.[3] El sociólogo Max Weber analizó las relaciones entre el poder del estado y su autoridad moral en Economía y Sociedad. Los estudiosos del movimiento realista de política internacional usan la frase para describir el "estado de la naturaleza" en el que el poder determina las relaciones entre los estados soberanos.[4]
Prescriptivamente (o normativamente), la frase se usa a menudo de forma peyorativa, para protestar contra lo que se percibe como una tiranía. Jesús contradijo encarnizadamente la idea en las bienaventuranzas: "Bienaventurados los mansos... Bienaventurados los pobres en espíritu".
La frase también puede tener una connotación positiva en el contexto de la moral de amos o el darwinismo social, que sostienen que los miembros más fuertes de una sociedad deben gobernar y establecer los estándares de lo correcto y lo incorrecto, así como sus objetivos para el bien común.