Psicología humanista
escuela que pone de relieve la experiencia no verbal y los estados alterados de conciencia como medio de realizar nuestro pleno potencial humano / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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Se denomina Psicología humanista a un movimiento de la Psicología que surge en el siglo XX y se desarrolla fundamentalmente en las décadas de los años 50 y 60.[1]
Nace en Estados Unidos con el lanzamiento del manifiesto Bugental,[2] como reacción al psicoanálisis y conductismo más ortodoxo que imperaban en la práctica psicoterapeútica en aquel entonces.[3] Sin embargo, esta corriente no se ha considerado nunca a sí misma como competitiva con las otras dos sino con vocación de complementarlas, e incluso integrarlas en un contexto teórico más amplio.[1]
El conductismo (Watson, Hull, Skinner) se basaba en la idea de que la conciencia humana, en el caso de existir, era una dimensión de la persona que no se puede medir, y por consiguiente quedaba fuera del campo de su interés, ya que la psicología solo debía analizar la conducta mediante el estímulo y la respuesta. El psicoanálisis, desde un punto de vista radicalmente contrario, defendía que la conducta observable (es decir, cuantificable) del ser humano tiene sus raíces en un nivel no cuantificable al que se denomina inconsciente. Lo que podemos medir no es, por consiguiente, lo que mejor nos puede explicar esa conducta.
Ambos coincidían, no obstante, en el determinismo de dicha conducta.
La psicología humanista nace como reacción a esta simplificación del ser humano, proveniente de ambas teorías, y busca comprenderlo a través de los estudios integrales de los mismos.[3] Tal y como expresó Maslow, pionero de la psicología humanista, frente a la concepción aséptica de los experimentos y la invisibilidad del experimentador, defendida desde el conductismo, defiende que al hombre solo se lo puede conocer en su humanidad a través de la humanidad del hombre que lo estudia; dicho de otra manera, el individuo que se siente respetado y querido durante un experimento, actúa con más naturalidad que el que se siente manipulado.
La Psicología humanista se caracterizó por apoyarse en concepciones del ser humano de profundas raíces filosóficas (con antecedentes que van de Sócrates a la fenomenología y la filosofía de la existencia y existencialismo[4]), con raíces en Kierkegaard, Nietzsche, Heidegger, Merleau-Ponty y Sartre.[5][6][7]
Pretende la consideración global de la persona y la acentuación en sus aspectos existenciales (la libertad, el conocimiento, la responsabilidad, la historicidad),[7] cuestionando una concepción de la psicología que, desde la vocación de reconocerse como una ciencia natural, reducía al ser humano a variables cuantificables (conductismo), o centrada tan solo en aspectos negativos y patológicos del ser humano (psicoanálisis). Es decir: tanto el psicoanálisis como el conductismo, se basaban, principalmente, en tratar al ser humano como animal, cosa que es, pero no solamente (el psicoanálisis se centraba en los instintos y el conductismo en los mecanismos de acción, reacción y refuerzo.)[Cita requerida].
Por ello, uno de los teóricos humanistas más importantes de la época, el psicólogo estadounidense Abraham Maslow (1908-1970), quien había incursionado en el conductismo, denominó a este movimiento la Tercera Fuerza, para mostrar lo que se proponía con esta corriente: integrar las formas (aparentemente opuestas) en que se expresaba el quehacer psicológico de la época (conductismo y psicoanálisis) y dar un paso más allá de las mismas.[8][9][3]