Síndrome del corazón de atleta
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El síndrome del corazón de atleta, también conocido como corazón de atleta, bradicardia del corazón de atleta, o cardiomegalia inducida por el ejercicio, es una condición no patológica generalmente vista en la medicina deportiva, en la cual el corazón humano se agranda, y la frecuencia cardíaca en condición de reposo es más baja que la normal.[1][2]
Síndrome del corazón de atleta | ||
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Corazón humano | ||
Especialidad | Cardiología | |
El corazón del atleta está asociado con la remodelación fisiológica como consecuencia de una carga cardíaca repetitiva.[3] Este síndrome se da generalmente en atletas que habitualmente hacen ejercicio más de una hora al día, y se da principalmente en atletas de resistencia, aunque ocasionalmente puede darse en quienes realizan entrenamientos intensos de levantamiento de pesas. Esta afección generalmente se considera benigna, pero puede esconder enfermedades graves o incluso se puede confundir con una.[4]
La mayoría de las veces, el corazón de atleta no presenta síntomas físicos, sin embargo, una frecuencia cardíaca baja consistente en condición de reposo puede ser un indicador. Los atletas afectados por lo general no se dan cuenta de que padecen este síndrome a menos que se sometan a exámenes médicos específicos, ya que el corazón de atleta es una adaptación fisiológica normal del cuerpo ante el estrés del acondicionamiento físico y del ejercicio aeróbico.[5] Las personas diagnosticadas con corazón de atleta normalmente presentan tres signos clínicos que usualmente indicarían una enfermedad cardíaca en el caso de personas comunes y corrientes: bradicardia, cardiomegalia e hipertrofia ventricular. La bradicardia es una frecuencia de contracción cardíaca menor que la normal, cerca de 40-60 latidos por minuto. La cardiomegalia es un agrandamiento anormal del volumen del corazón, y la hipertrofia ventricular es el aumento del grosor de las paredes musculares del corazón, específicamente del ventrículo izquierdo, lo cual bombea sangre oxigenada a la aorta. Especialmente durante un entrenamiento intensivo, los cuerpos altamente entrenados de atletas requieren más sangre y oxígeno en los tejidos periféricos de los brazos y las piernas. Un corazón más grande tiene como resultado un gasto cardíaco más alto, lo cual también le permite latir más lentamente, ya que se bombea más sangre con cada latido.[6]
Otro signo clínico del síndrome del corazón de atleta es un galope ventricular T3, el cual se puede escuchar con un estetoscopio. Este sonido se puede percibir debido a que la presión diastólica del corazón con forma irregular crea un flujo de sangre desordenado. Sin embargo, si se escucha un galope auricular T4, el paciente debe ser atendido inmediatamente. Un galope auricular T4 es un sonido más fuerte y ruidoso creado por el corazón, en caso de que tuviera alguna anomalía, y normalmente es un signo de una enfermedad más grave.[7]