Terapias cognitivo-conductuales
psicoterapia enfocada en la vinculación del pensamiento y la conducta / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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Las terapias cognitivo-conductuales son orientaciones de la terapia cognitiva enfocadas en la vinculación del pensamiento y la conducta, que recogen los aportes de distintas corrientes dentro de la psicología científica, siendo más que una mera fusión, como aplicación clínica, de la psicología cognitiva y la psicología conductista. Suelen combinar técnicas de reestructuración cognitiva, de entrenamiento en relajación y otras estrategias de afrontamiento y de exposición.[1]
La TCC se enfoca en desafiar y cambiar distorsiones cognitivas inútiles (e.g., pensamientos, creencias y actitudes) y comportamientos, mejorar la regulación emocional,[2][3] y el desarrollo de estrategias de afrontamiento personales que se enfocan en resolver problemas actuales. En sus inicios, fue diseñada para tratar la depresión, pero sus usos se han ampliado para incluir el tratamiento de una serie de afecciones de salud mental, incluida la ansiedad.[4][5]
Este modelo acepta la tesis conductista de que la conducta humana es aprendida, pero este aprendizaje no consiste en un vínculo asociativo entre estímulos y respuestas, sino en la formación de relaciones de significado personales, esquemas cognitivos o reglas. Igualmente los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales están interrelacionados, de modo que un cambio en uno de ellos afecta a los otros dos componentes. En esa relación mutua las estructuras de significado (esquemas cognitivos) tendrían un peso fundamental, pues ellas representan la organización idiosincrática que tiene cada persona sobre lo que significa su experiencia, los otros y el sí mismo.[6]
La TCC se basa en la creencia de que las distorsiones del pensamiento y las conductas desadaptativas desempeñan un papel en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos psicológicos.[7] Por tanto, los síntomas y la angustia asociada pueden reducirse mediante la enseñanza de nuevas habilidades de procesamiento de información y mecanismos de afrontamiento.[8][9] La TCC es una forma de terapia "centrada en el problema" y "orientada a la acción", lo que significa que se utiliza para tratar problemas específicos relacionados con un trastorno mental diagnosticado. El rol del terapeuta es ayudar al paciente a encontrar y practicar estrategias efectivas para abordar los objetivos identificados y disminuir los síntomas del trastorno.[8]
Durante el proceso terapéutico el clínico se vale de diversas estrategias que tienen por objeto la flexibilización y modificación de los esquemas disfuncionales y los pensamientos automáticos que se desprenden de estos. Dicho proceso está guiado por tres principios técnicos básicos: el empirismo colaborativo, el descubrimiento guiado y el diálogo socrático.[10]
En comparación con los medicamentos psicoactivos, los estudios de revisión han encontrado que la TCC es eficaz para tratar formas menos graves de depresión,[11] ansiedad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), tics,[12] abuso de sustancias, trastornos alimentarios y trastorno límite de la personalidad.[13]