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Alcazaba
recinto fortificado de carácter urbano, cuya función era servir de residencia a un gobernador De Wikipedia, la enciclopedia libre
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En el contexto de la península ibérica, la alcazaba (del árabe: القصبة, al-qaṣabah) era una construcción o recinto fortificado de carácter urbano, cuya función era servir de residencia a un gobernador[1] y defender presumiblemente un lugar determinado y sus contornos, albergando una guarnición que, con frecuencia, conformaba un pequeño barrio militar con viviendas y servicios, constituyendo una ciudadela.[2][3]
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Etimología
El arabismo alcazaba hace alusión a un tipo de ciudadela fortificada aislada del espacio urbano mediante gruesas murallas y que solía estar en su parte más elevada;[4] el término almudena se usaba como su sinónimo.[4][5] El Diccionario de la Lengua Castellana, en su primera edición de 1770, indica: «Castillo ó Fortaleza. Hoy se conservan algunos con el nombre de Alcazaba, como en Málaga, Almería, y Guadix. Es voz árabe compuesta de cazaba, que vale fortaleza».[6] Juan Eslava Galán define como: «barrio alto fortificado».[7]
Difiere de alcázar,[8] que viene de ksar o ksour (árabe magrebí: قصر qser, en plural qsur) es el término en árabe magrebí para «fortaleza» o «castillo».[8] Es un término que seguramente se origina como préstamo de la palabra del latín castrum.[9] Qasr, palacio fortificado, es una variación de este término, se utiliza para designar un «palacio» o «castillo» en Siria, Jordania y otros países.
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Historia
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Características
Para que ser considerada una ciudad en al-Ándalus un asentamiento debía tener una alcazaba, sin importar lo pequeño que fuera.[10] Tenían un marcado sentido urbano, pues una fortaleza rural que dominaba y protegía varias alquerías andalusíes se llamaba hisn.[5]
El concepto está íntimamente ligado con el de medina, pues debían contar con murallas, mezquita aljama, zocos, baños públicos, musalla (oratorio al aire libre), alcazaba,[1] musara (espacio abierto extramuros para paradas militares), almunias y maqbaras (cementerios).[4] Su existencia también implicaba la existencia de un gobernador, una guarnición y un iqlim, «distrito», sobre el que se ejerce dominio.[1] Básicamente, era «un auténtico centro de poder, residencia de quien lo encarnaba»,[11] pensadas tanto para aislar como para proteger a quienes estaban adentro[12] y que fueran autosuficientes.[5]
Estudios arqueológicos indican que todas las capitales de una cora tenían una alcazaba de más de una hectárea, mientras que las de distritos menores ocupaban menos superficie.[13]
Las medinas o ciudades intramuros solían crecer alrededor de las aljamas y tener dentro las alcazabas.[4] Producto de la vinculación entre poder político y religión en el mundo islámico,[14] en al-Ándalus varias aljamas estaban cerca o incluso dentro de las alcazabas.[15] En zonas llanas las aljamas y alcazabas solían estar más próximas entre sí.[12]
Respecto de las alcazabas ubicadas en zonas fronterizas, donde eran más frecuentes las aceifas de ambas partes, contaban con guarniciones más numerosas, experimentadas y mejor equipadas para proteger la ciudad como el territorio circundante.[5] Sin embargo, al disolverse el Califato de Córdoba y surgir las taifas, se dio importancia a las fortalezas rurales o hisn para recaudar impuestos, «se trataba, en cierta medida, de una reproducción, a menor escala, del antiguo sistema Omeya», esto llevó al crecimiento de varios centros rurales, especialmente en el Levante español.[16] En algunas taifas (como Toledo, Sevilla, Zaragoza o Almería) los reyezuelos construyeron en sus alcazabas «auténticos conjuntos palatinos (...) que dotaron a estos recintos de un carácter áulico, convertidos en auténticos centros de poder», aunque no perdieron su carácter de fortificación. Posteriormente, almorávides y almohades expandieron varios de estos conjuntos porque los necesitaban para garantizar su dominio en la península.[17]
Ubicación y construcción
Estas ciudadelas se ubicaban en uno de los extremos de la ciudad, preferentemente en terreno escarpado, lo que les volvía las estructuras más visibles junto a los alminares de la aljama.[15] Esta ubicación siempre le daban a la alcazaba el dominio sobre la ciudad,[18] volviéndose un símbolo de poder.[12] En las laderas cercanas podían haber pequeños albácares, «barrios»,[15] sin embargo, para evitar que perdieran su función militar, cuando la ciudad se expandía se intentaba que las zonas más altas se fuera integrando a la ciudadela. También se ubicaban en los extremos de las medinas para tener una conexión directa al exterior, para que en un caso extremo, sus habitantes pudieran escapar sin tener que atravesar la medina o los es.[12]
En caso de terreno llano tenían forma cuadrada o rectangular con una plana regular,[5] se daba mucha importancia a construir murallas muy altas y solían ubicarse cerca de un punto de defensa obligatoria, como puentes.[12]
Si la alcazaba se erigía en una ciudad ya existente, su diseño era determinado por la topografía del lugar y sus necesidades defensivas. Si se construía en una nueva urbe, primero se construía la alcazaba y esta determinaba la ubicación de la medina. Primero se aseguraba el suministro de agua, luego la posición de la ciudadela, preferentemente una de difícil acceso, después se trazaba el límite del perímetro amurallado, adecuándose a los inconvenientes topográficos o buscando soluciones técnicas.[12] Por eso las ciudadelas en terreno elevado tenían una planta irregular y sistemas de construcción y defensa distintos.[5]
Interior
En su interior, una alcazaba solía tener la Dar al-imara, «casa de gobierno», donde el gobernador vivía y recibía visitantes. También estaban las residencias para los funcionarios de alto rango y los militares profesionales,[19] una pequeña mezquita[5] para el uso privado del gobernador y allegados, almacenes, silos, cárceles,[19] aljibes (muchas veces lo único que se conserva actualmente[20] y muy importantes, pues en ellos se almacenaba el agua de la lluvia para poder resistir asedios prolongados),[5] puertas (usualmente solo una) y portillos (desde donde se arrojaban desechos y se permitía el abastecimiento y comunicación en caso de peligro).[21] Sus murallas estaban flanqueados por torres cuadradas y el nivel del suelo de la zona intramuros solía alcanzar la altura del adarve.[22]
También tenían un «edificio arquitectónicamente más remarcado», como un qasr (alcázar) o una al-qal'a hurra, «destacada torre exenta»; ambos símbolos de poder visibles desde el exterior.[23] Solamente las alcazabas más grandes tenían zocos en su interior.[5] Los albácares (lugares donde se guardaba el ganado) solían estar en la medina, únicamente en casos de un terreno muy escarpado se ubicaban en la alcazaba,[24] como en el Levante.[5] En palabras de Eslava Galán, en estas ciudadelas: «se concentraban la mezquita, la alcaicería y el núcleo residencial de la nobleza local».[7]
En ellas vivían los inspectores de Hacienda[19] y solían ser importantes centros de captación fiscal y administración.[23]
Ejemplos destacados
En al-Ándalus, entre los siglos VIII y XV, se construyeron un gran número de alcazabas, como las de Badajoz, Granada, Almería, Alcalá la Real, Silves, Antequera, Jaén, Guadix, Loja, Lorca, Tudela, Requena, Calatayud, Mérida y otros lugares como Málaga. Las alcazabas eran un sistema defensivo tanto frente a enemigos externos como frente a las propias sublevaciones internas y aseguraban una resistencia prolongada, incluso en el caso de caída de la ciudad que protegían.[2]
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De las conservadas del periodo andalusí, el ejemplo más destacado es la alcazaba de Málaga, que, según el arquitecto restaurador Leopoldo Torres Balbás, es el prototipo de la arquitectura militar del periodo taifa, siglo XI, con un doble recinto amurallado y gran cantidad de fortificaciones, siendo su único paralelo el castillo del Crac de los Caballeros, fortaleza levantada en Siria por los Cruzados entre los siglos XII y XIII.[25]
En Badajoz está la alcazaba más grande de Europa y una de las más extensas del mundo en su género y época.[26][27] La de Almería es una de las mejores conservadas y la segunda más extensa de la península ibérica. Se tiende a contabilizar en su perímetro la muralla correspondiente a su cerca exterior (murallas del cerro de San Cristóbal o de Jairán), que corresponden con las antiguas murallas defensivas y no con las del recinto de la alcazaba actualmente conservada (un área inferior al perímetro del amurallamiento de Badajoz en su máxima extensión árabe: en torno a 6000 m. y 50 hectáreas; y, por lo tanto, muy superiores las de Badajoz a las 37 que llegaría a tener la de Almería, según instituciones almerienses). Pero el conocido tercer recinto, construido desde finales del siglo XV y principios del siglo XVI, (castillo, Torre del Homenaje, Torre de la Noria del Viento, Torre de la Pólvora, etc.), no se pueden contabilizar dentro de la alcazaba árabe propiamente dicha como construcción de época musulmana, a pesar de que así se haya afirmado, pero sí en lo concerniente a su alcazaba-castillo en su fase de evolución cristiana, que darían lugar a unos 1430 metros de perímetro en total de toda su fortificación y un área de 2,5 hectáreas solamente del recinto (según instituciones almerienses, como la Oficina de Turismo de Almería); ampliando así un espacio mucho mayor al anterior, donde se alzaba un alcázar.[nota 1]
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Véase también
Notas
- Chávez, Lulu. "Alcazaba de Almería". Disfruta Almería. Publicado el 3 de enero de 2018. Consultado el 25 de enero de 2020. De esta forma, tanto si se contabiliza el perímetro actual conservado de la alcazaba, contando o no con el cerco exterior, así como el perímetro que pudo contar en el pasado en sus diferentes evoluciones del cerco de la ciudad, la de Badajoz es la mayor de cuantas construcciones árabes se construyeron en época musulmana en Europa de las que se tenga constancia en la actualidad; a expensas de ser comparadas con otros recintos de su mismo género en el norte de África y en Oriente Medio. Al margen de su fortificación árabe, la ciudad de Badajoz cuenta con el conjunto histórico amurallado y fortificado más grande de España y el segundo mayor de la península).
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Referencias
Bibliografía
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