Joaquín Sama y Vinagre

Joaquín Sama y Vinagre (1841-1895) fue un Catedrático de Psicología, Lógica y Filosofía Moral español.^[1] Amigo y colaborador de Francisco Giner de los Ríos, y profesor de la Institución Libre de Enseñanza. Creador de la Escuela Libre-Profesional en Huelva en 1870, fue separado de su cátedra en 1875.

Joaquín Sama y Vinagre
Información personal
Nacimiento	17 de julio de 1841 San Vicente de Alcántara (Badajoz)
Fallecimiento	3 de enero de 1895 Madrid
Nacionalidad	español
Educación
Educación	licenciatura en Derecho
Educado en	Universidad de Sevilla
Alumno de	Federico de Castro y Fernández
Información profesional
Ocupación	filósofo y profesor
Miembro de	Institución Libre de Enseñanza (desde 1879)
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Biografía

Según la necrológica que le escribió Giner, con algunos errores de bulto como el año de nacimiento, Sama inició su educación en San Vicente de Alcántara (Badajoz) a los diez años de edad. En su expediente académico figura como estudiante en la capital extremeña entre 1854 y 1860, con calificaciones de sobresaliente en todas las asignaturas, incluido el título de Bachiller de Artes. Durante ese periodo trabajó como «mancebo» en una farmacia.^{[2][nota 1]}

Concluido el bachiller se trasladó a Sevilla, donde el 29 de junio de 1866 se licenció en Derecho, habiendo sido alumno de Federico de Castro. Abrió bufete y aula de latín en su ciudad natal, donde llegó a desempeñar los cargos de juez municipal y alcalde, y creó una "caja de socorros" para los obreros. En 1869, ya casado con Antonia Pérez Corzo, natural de Talavera la Real, que le dio once hijos, consiguió por oposición la clase de Psicología en el IES La Rábida de Huelva.^[3]

Se incorporó a la Institución Libre de Enseñanza en 1879, en la que tanto él como sus hijos participaron siempre muy cerca del maestro Giner.^[4]

Obras

• Montesino y sus doctrinas pedagógicas (Madrid, 1888)
• Indicaciones de filosofía y pedagogía (Madrid, 1893)

Notas

1. Antonio Jiménez Landi relata el gesto heroico que el joven Sama protagonizó en Badajoz cuando, asolada la ciudad por el cólera, se negó a abandonarla a pesar de los requerimientos de sus padres, que llegaron a acudir al gobernador civil para conseguirlo. Pero nada pudieron contra la voluntad de Joaquín Sama cuya ayuda en la farmacia durante la epidemia, al menos él, consideraba primordial.