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Máximo responsable del Tribunal de Cuentas de España De Wikipedia, la enciclopedia libre
El presidente del Tribunal de Cuentas es un alto funcionario del Reino de España que encabeza el Tribunal de Cuentas, supremo órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión económica de Estado, así como del sector público.[1] El presidente, al igual que el órgano constitucional que preside, solo responde ante las Cortes Generales, teniendo que presentar de forma anual un informe sobre el examen y comprobación de la Cuenta General del Estado.[1]
Presidente del Tribunal de Cuentas | ||
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Enriqueta Chicano Jávega | ||
Desde el 22 de noviembre de 2021 | ||
Ámbito | España | |
Titular de | Tribunal de Cuentas | |
Sede | Calle de Fuencarral, 81, 28004 Madrid | |
Tratamiento | Excelentísimo/a señor/a | |
Duración | Tres años, sin limitación de mandatos | |
Designado por | Tribunal en Pleno | |
Nombrado por | Rey de España | |
Sitio web | www.tcu.es | |
La figura del Presidente del Tribunal de Cuentas se encuentra regulada en la Ley Orgánica 2/1982, de 12 de mayo, del Tribunal de Cuentas[2] y en la Ley 7/1988, de 5 de abril, de Funcionamiento del Tribunal de Cuentas.[3] De acuerdo a estas normas, es nombrado por el rey de España a propuesta de la mayoría del Pleno del Tribunal de Cuentas, por un periodo de tres años y sin limitación alguna.
La actual presidenta del Tribunal de Cuentas es Enriqueta Chicano Jávega desde el 22 de noviembre de 2021.[4] Chicano ha trabajado en el Tribunal desde 1997 y, desde 2012, ha sido consejera.
De acuerdo con la Ley Orgánica 2/1982, de 12 de mayo, son atribuciones del presidente:[2]
Asimismo, la Ley 7/1988, de 5 de abril, detalla las siguientes:[3]
El presidente del Tribunal de Cuentas es, desde su fundación en 1990, secretario general de la Organización Europea de Entidades Fiscalizadoras Superiores (EUROSAI) que, a su vez, es la organización regional de la Organización Internacional de las Entidades Fiscalizadoras Superiores (INTOSAI).
Como se establece en los Estatutos de la EUROSAI, la sede de la Organización se encuentra allí donde se ubique la sede del Tribunal de Cuentas (actualmente en Madrid), quien ostenta la Secretaría Permanente de la Organización.[5]
Como secretario general, al presidente del Tribunal de Cuentas es miembro del Comité Directivo de la EUROSAI, y le compete:[5]
El presidente, que es nombrado por el rey de España, es elegido en votación secreta por y entre los Consejeros de Cuentas activos. Será elegido por mayoría absoluta en primera votación, por mayoría simple en segunda y, en caso de empate, se seguirá el criterio de mayor edad.[3]
Es elegido para un periodo de tres años, sin límite de mandatos. En caso de vacante, el Pleno podrá elegir un presidente para un mandato completo si la vacante se tratare por fin de mandato, o para lo que reste de mandato en caso de terminación anticipada del mandato o porque el tiempo hasta la renovación total del Tribunal fuera inferior a los tres años.[3]
Tras la elección, el Pleno se lo comunicará al Presidente del Congreso de los Diputados, que se lo transmitirá a Su Majestad el Rey para el nombramiento y toma de posesión.[3]
El presidente, al igual que los consejeros de cuentas, solo pueden cesar en casos tasados, a saber:[3]
En los casos de vacante, ausencia, enfermedad o cualquier otro impedimento legal del presidente, le sustituirán en sus funciones los presidentes de las secciones de Fiscalización y de Enjuiciamiento, por este orden, y, en defecto de los mismos, el consejero de más edad.[3]
Los miembros del Tribunal de Cuentas están sujetos a las mismas causas de incapacidad, incompatibilidades y prohibiciones establecidas para los jueces en el artículo 389 de la Ley Orgánica del Poder Judicial; a saber:[6]
El presidente del Tribunal de Cuentas comparece, de forma ordinaria, una vez al año, ante la Comisión Mixta para las Relaciones con el Tribunal de Cuentas,[7] donde expone los informes de fiscalización que considere necesarios, o aquellos le sean solicitados por el Poder Legislativo.[3] Asimismo, puede comparecer en cualquier otro momento a petición propia o a solicitud de la Comisión.
La larga historia del Tribunal de Cuentas se remonta al siglo xiii, siendo por aquel entonces los contadores mayores y menores de Castilla los que asumían, entre otras, funciones similares a las que ejerce hoy este Supremo Tribunal contable. De esta época, se considera el origen del tribunal las ordenanzas de 1436 y 1437 promulgadas por Juan II de Castilla, que reguló por primera vez el control de la Hacienda pública mediante la creación de la Casa de Cuentas de Valladolid y la regulación de la Contaduría Mayor de Cuentas. Si bien no hubo propiamente un presidente, en esta época y en las posteriores existieron los contadores mayores, tales como José Pichón, Juan Sánchez de Sevilla, Diego Arias Dávila, su hijo, Pedro Arias Dávila el Valiente, Alfonso de Quintanilla Álvarez, Álvaro de Zúñiga y Pérez de Guzmán, duque de Béjar, Francisco de los Cobos y Molina, Pedro de Ávila y Zúñiga, Bernardino de Mendoza, Francisco de Rojas Enríquez, marqués de Poza, Juan de Acuña, I marqués de Vallecerrato, Diego Sarmiento de Acuña, Pedro Núñez de Guzmán o Gonzalo Fernández de Córdoba y Mendoza, entre otros.[8] Muchos de ellos fueron, también, gobernadores o presidentes del Consejo de Hacienda, puesto que la Contaduría Mayor de Cuentas se encuadraba en este organismo.
Durante el siglo xvi y el primer tercio del xix, la presidencia de la Contaduría Mayor de Cuentas o Tribunal de la Contaduría Mayor de Cuentas pertenecía, por razón de su cargo, al presidente del Consejo Supremo de Hacienda, pero, tradicionalmente, la normativa que reguló el órgano estableció que uno de los ministros de este Consejo asumiera la presidencia si el presidente del Consejo de Hacienda no la asumía. Posteriormente, la institución se desarrolló considerablemente durante la segunda mitad del siglo xix.
En el reinado de Fernando VII, la Contaduría Mayor de Cuentas es de nuevo regulada, primero por las Cortes de Cádiz (que establecieron su independencia y la adscribieron a las Cortes Generales) y, posteriormente en 1828, por una Real ordenanza del rey que estableció la regulación moderna del Tribunal de Cuentas que, a grandes rasgos, ha llegado hasta nuestros días. Durante este siglo, el presidente de la institución llegó a ser Senador del Reino por derecho propio durante la vigencia de la Constitución de 1876.
Tras desaparecer el senado en 1923, el presidente dejó de ser miembro nato del legislativo; en los primeros años de la dictadura de Francisco Franco, aunque no formalmente, lo fue de facto, puesto que Eduardo Aunós, que ejerció el cargo durante casi 21 años, fue procurador en Cortes por desginación del dictador. Precisamente, pocos meses antes de morir Aunós, se aprobó la Ley Orgánica del Estado, que estableció que, el presidente del Tribunal de Cuentas sería, por derecho propio, procurador de las Cortes españolas.[9]
Tras la aprobación de la Ley para la Reforma Política y la restitución del Senado, el presidente del Tribunal de Cuentas del Reino, por aquel entonces Servando Fernández-Victorio Camps, dejó de formar parte del poder legislativo en 1977 puesto que, ni esta ley ni la posterior Constitución de 1978, establecieron que así fuera.
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