Anexo:Cántaros y lozas en Murillo
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La pintura de Bartolomé Esteban Murillo, además de su valor artístico indiscutible, es un documento histórico que traslada al espectador a la ciudad de Sevilla entre 1640 y 1682. Durante ese escaso medio siglo, Murillo, como otros muchos pintores, refleja en sus cuadros el mundo que le rodea: su familia, vecinos y amigos se convierten en personajes bíblicos o fabulosos pícaros, y su entorno doméstico, muebles, cacharros, vestuario, le sirve de utilería y escenario.
Esta galería reúne y estudia el conjunto de piezas de alfarería de basto y loza que Murilló pintó en esos escenarios: cántaros, cantarillas, pucheros, jarras, alcarrazas, platos, pocillos, escudillas... Un escaparate de la floreciente industria cerámica y la presencia de la alfarería en la Sevilla del Siglo de Oro, a partir del barro extraído de las orillas del Guadalquivir y trabajado en los talleres del barrio de Triana.[1] Se distinguen tres tipos de alfares en Triana:
- los dedicados a la producción "de blanco" para la alfarería de agua y los utensilios domésticos
- las ollerías, especializadas en piezas domésticas para el fuego
- fábricas de cerámica polícroma, de herencia musulmana y que le han dado fama universal, desde las obras de Francisco Niculoso Pisano hasta la actualidad.[2]
"Aquí se haze mucha y muy biena loςa o bedriado blanco y amarillo, ay casi cincuenta tiendas. Hazese también azulejo muy polido y con mucha diferencia de colores. Es muy barato; de que los mercaderes flamencos,franceses y otros llevan infinita quantidad para Francia, Flandes y Inglaterra..."Diego Cuelbis, viajero alemán en la Sevilla de 1599.[3]