Ateísmo en la Ilustración
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El ateísmo, tal y como lo definen Diderot y D'Alembert en su artículo de la Encyclopédie, es la «opinión de aquellas personas que niegan la existencia de un dios en el mundo». La simple ignorancia de dios no constituye ateísmo, así que la persona «para cargar con la horrible etiqueta de ateo, debe conocer la noción de dios y rechazarla».[1] En el periodo de la Ilustración en Occidente la difusión del ateísmo fue posible, en parte, gracias a la publicación secreta (clandestina) de textos de carácter ateo y a la firma con seudónimos, como es el caso de D'Holbach con El cristianismo desenmascarado, firmado con el seudónimo par feu M. Boulanger.[2] Además de pertenecer a una lista de «libros prohibidos» (como el Index librorum prohibitorum) en un tiempo donde la separación de la Iglesia y el Estado aún no se había consolidado. El emerger del ateísmo ilustrado, no sin dificultades o persecuciones,[cita requerida] tiene como antecedente una creciente tolerancia interreligiosa en el régimen absolutista luego de la época de las guerras de religión en Occidente.[cita requerida]