Escándalo de la calle Cleveland
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El escándalo de la calle Cleveland se inició en 1889 cuando un burdel homosexual fue descubierto por la policía en la calle Cleveland, en el barrio de Fitzrovia, en Londres, Inglaterra. Las relaciones sexuales entre hombres eran ilegales en la Gran Bretaña de la época, y los clientes del burdel se enfrentaban a un posible juicio y a un ostracismo social seguro si eran descubiertos. Se rumoreó que uno de los clientes era el príncipe Alberto Víctor, el hijo mayor de Eduardo VII del Reino Unido y segundo en la línea de sucesión al trono británico. El gobierno fue acusado de encubrir el escándalo para proteger los nombres de los aristócratas involucrados.
Uno de los clientes, lord Arthur Somerset, era palafrenero mayor del príncipe de Gales. Él y el dueño del burdel, Charles Hammond, consiguieron huir al extranjero antes de que la justicia los prendiera. Los prostitutos, que también trabajaban como mensajeros para los correos del Reino Unido, fueron condenados a penas leves y no se acusó a ningún cliente. Después de que el conde de Euston, Henry FitzRoy, fuera nombrado como uno de los clientes por la prensa, denunció a los periódicos por libelo con éxito.
El escándalo dio alas a la opinión de que la homosexualidad masculina era un vicio aristocrático que corrompía a los jóvenes de clases bajas. Unos años más tarde, esa percepción aún era prevalente cuando John Sholto Douglas, marqués de Queensberry, acusó a Oscar Wilde de ser homosexual. Wilde denunció a Douglas por libelo, pero finalmente Wilde perdería, siendo arrestado por indecencia, declarado culpable y condenado a dos años de trabajos forzosos.