Filosofía en Chile
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La filosofía en Chile refiere a la actividad reflexiva y al conjunto de obras propias del ámbito de la filosofía realizadas ya sea en el territorio chileno, por ciudadanos de dicha nacionalidad y/o extranjeros que desarrollaron buena parte de su vida intelectual en Chile. Esta comienza su desarrollo académico, como en el resto de Iberoamérica, desde el periodo de la conquista española de América a principios del siglo XVI y se extiende hasta nuestros días.[1]
Pocos han sido los filósofos que han desarrollado su actividad al margen de las instituciones académicas y/o religiosas. Incluso después de la Independencia de Chile, la filosofía siguió siendo un esfuerzo fundamentalmente académico, y con excepción de los años de dictadura militar, la disciplina ha mostrado una notable continuidad institucional.[2]
Sin perjuicio de lo anterior, los filósofos en Chile se han visto involucrados en numerosas actividades de naturaleza social y política, con especial impacto en cuestiones históricas y culturales. Ya fuese en los albores de la República o en los procesos de profesionalización, institucionalización y reforma universitaria, los filósofos se han desempeñado como importantes figuras políticas.[3][4] Mismamente, entre 1973 y 1990, varios se convirtieron en importantes opositores y defensores del régimen militar, situación que les valió la persecución, el ostracismo y el exilio por un lado, mientras que otros sacaron partido de la situación a nivel académico y político.[5][6][7][8]
En lo que respecta al desarrollo temático de la disciplina, los gremios filosóficos chilenos han mantenido un enfoque tradicionalmente recepcionista y doxográfico, centrando su interés en el estudio de tradiciones filosóficas foráneas (predominantemente europeas) que luego han de aplicar críticamente en la sociedad:[9]
Las ideas filosóficas en Chile, como las ideas en general, han estado influidas por las corrientes europeas de pensamiento. Las principales escuelas filosóficas, como la Escuela Escocesa del Sentido Común, la Ideología, el liberalismo, el positivismo, el existencialismo, la fenomenología y el marxismo, entre otras, han sido acogidas, en algún momento, por los intelectuales chilenos. Esto no quiere decir que estas hayan sido adoptadas de un modo completamente acrítico, sino que más bien constituyen el mundo de ideas en el cual los chilenos vivieron su desarrollo educacional e intelectual. Los estudiosos de la filosofía han adoptado estas escuelas no tanto para dar contenido a sus clases en el aula, cuanto para orientar el sistema educativo en general y, en cierta medida, a la sociedad en su conjunto.Iván Jaksić
Muchos de sus referentes tomaron a la lógica[10][11][12][13][14] y la metafísica[15][16][17][18][19][20] como sus disciplinas preferentes, mientras que otros centraron su atención en cuestiones de orden público, enmarcándose en el desarrollo de una filosofía social preocupada por asuntos tales como el papel de la religión en el Estado,[21][22] el impacto cultural de la modernidad[23][24][25] y el rol de las universidades en el desarrollo de la nación,[26][27][28][29][30][31] cuando no directamente estaban realizando propuestas filosóficas originales, especialmente en el campo de la filosofía de las ciencias.[32][33]
La centralidad de las ideas filosóficas para la historia política chilena ha sido ampliamente expuesta por multitud de historiadores.[34][35][36][37][38][39] Aunque ha habido momentos en que se ha pretendido poder realizar el quehacer filosófico institucionalmente y al margen de las necesidades sociales, la historia de la disciplina muestra cómo "filosofía" y "política" son y han sido realidades indistintas y conjugadas a lo largo del tiempo:[2]
La filosofía chilena se caracteriza por una tensión constante entre la actividad académica, que se nutre exclusivamente de los desarrollos propios de la disciplina, y las perspectivas críticas, que exigen un compromiso filosófico más estrecho con la política y la sociedad.Iván Jaksić