Marea verde (aborto)
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La marea verde u ola verde es el nombre que recibe el fenómeno cultural en la concurrencia de los movimientos feministas de los diferentes países de América Latina para liberalizar el aborto consentido.[1]
Permitido sin justificación, sin límite gestacional. | |
Permitido sin justificación, con un límite gestacional después de las primeras 17 semanas. | |
Permitido sin justificación, con límite gestacional en las primeras 17 semanas. | |
Permitido sin justificación, con un límite gestacional poco claro. | |
Despenalizado, límite gestacional y legalización depende de cada región. | |
Legalmente restringido a los casos de: | |
Riesgo para la vida de la o el gestante, para su salud, violación, defectos del feto o factores socioeconómicos | |
Riesgo para la vida de la o el gestante, para su salud, violación o defectos del feto | |
Riesgo para la vida de la o el gestante, para su salud o defectos del feto | |
Riesgo para la vida de la o el gestante, para su salud o violación | |
Riesgo para la vida de la o el gestante o para su salud | |
Riesgo para la vida de la o el gestante | |
Ilegal sin excepciones | |
Sin información | |
Surge a inicios de la década de 2000 y se populariza a finales de la década de 2010 e inicios de la década de 2020. Su protagonista es la sociedad civil y toma como símbolo principal al pañuelo verde. Es heredera de las demandas no conseguidas de la Segunda ola del feminismo, como la ampliación de derechos sexuales y reproductivos, pues a diferencia de Europa y de los países centrales de la angloesfera, en la región latinoamericana los avances en este tema fueron mínimos. Se nutre de las reivindicaciones de la difusa tercera ola sobre la interseccionalidad, que en el caso particular de la región, también coincide con las distintas transiciones a la democracia. Se considera coincidente con la incipiente cuarta ola que además va acompañada de una nueva tendencia progresista en la moral pública de las sociedades latinoamericanas.[2]
No solo pretende que las legislaciones, históricamente estrictas e injustas de la región por influencia de la religión cristiana y el arraigo conservador de las élites, transiten hacia otros modelos flexibles basados en los derechos humanos y la perspectiva de género. También es proactiva y autogestiva pues aboga por la concientización, promoción y desestigmatización de la práctica al hacer hincapié en las redes de apoyo y acompañamiento. Ha vuelto a poner en el reflector al aborto legal como una lucha del siglo XXI en todo el mundo, pues fuera de las fronteras latinoamericanas se percibe como una brújula (del periférico Sur Global) que le marca el ejemplo (sobre todo al céntrico Norte Global) la manera de combatir y perseverar aún en contextos más adversos, represivos y empobrecidos.[3]