Movimiento de 1968 en México
movimiento social a mediados del siglo XX / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
Estimado Wikiwand AI, Seamos breves simplemente respondiendo estas preguntas clave:
¿Puede enumerar los principales datos y estadísticas sobre Movimiento estudiantil en México de 1968?
Resumir este artículo para un niño de 10 años
El movimiento de 1968 en México fue un movimiento social[2] en el que, además de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de El Colegio de México, de la Universidad Autónoma Chapingo, de la Universidad Iberoamericana, de la Universidad La Salle, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,[3] de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), participaron profesores, intelectuales, amas de casa, obreros, campesinos, comerciantes y profesionales en la Ciudad de México y de estados como Coahuila, Durango, Michoacán, Nuevo León, Puebla,[4][5] Oaxaca, Sinaloa y Veracruz,[3] constituidos en el órgano director del movimiento denominado Consejo Nacional de Huelga (CNH). Dicho órgano creó el Pliego petitorio del CNH al Gobierno de México con demandas específicas como la libertad a presos políticos y la reducción o eliminación del autoritarismo. De fondo, el movimiento buscaba un cambio democrático en el país tras décadas del mismo partido gobernante, mayores libertades políticas y civiles, menor desigualdad y la salida del gobierno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al que consideraba autoritario.[2]
Movimiento de 1968 en México | ||
---|---|---|
Parte de la Guerra sucia en México | ||
Vehículos blindados en el Zócalo en la Ciudad de México, en 1968. | ||
Fecha | 26 de julio de 1968[1] | |
Lugar | Ciudad de México, México | |
Causas | crisis económica, autoritarismo, represión en el enfrentamiento entre estudiantes del IPN y la Escuela Preparatoria Isaac Ochoterena incorporada a la UNAM y la violencia callejera. | |
Desde sus inicios, el Estado mexicano caracterizó al movimiento como el intento de derrocar al gobierno, instaurar un pretendido régimen «comunista» como parte de un falso «Plan Subversivo de Proyección Internacional»[3] y lo criminalizó,[2] argumentando que sus participantes eran terroristas, delincuentes o un peligro para la seguridad nacional. Por ello, fue reprimido continuamente durante el transcurso del mismo y con el fin de terminarlo, a pocos días del inicio de los Juegos Olímpicos de México 1968, el 2 de octubre perpetró un crimen de Estado, la masacre de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, logrando disolver el movimiento en diciembre de ese año. El hecho fue cometido de manera conjunta como parte de la Operación Galeana por el grupo paramilitar denominado Batallón Olimpia, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la entonces llamada Policía Secreta y el Ejército Mexicano, en contra de una manifestación convocada por el CNH. De acuerdo con lo dicho por sí mismo en 1969,[6] y por Luis Echeverría Álvarez,[7] el responsable de la matanza fue Gustavo Díaz Ordaz.[8]
La Fiscalía Especial para los Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) de la Procuraduría General de la República del gobierno de México concluyó en 2006, en su Informe Histórico presentado a la sociedad mexicana,[2] que el movimiento estudiantil «marcó una inflexión en los tiempos políticos de México», fue «independiente, contestatario y que recurría a la resistencia civil»[2] y se potenció «con las demandas libertarias y de democratización que dominaban el imaginario mundial».[2] El mismo informe concluyó que durante el movimiento el gobierno mexicano aplicó «sus mecanismos de control y disuasión que solía utilizar frente a la disidencia social (...) lo caracterizó como subversivo y, en lugar de encontrar formas de atender las legítimas demandas, optó por reprimirlo y aniquilar su dirigencia y al sector que consideró más combativo».[2] Para ello, recurrió a detenciones ilegales, maltratos, torturas, persecuciones, desapariciones forzadas, espionaje, criminalización, homicidios y ejecuciones extrajudiciales, la coerción de la libertad de expresión, la elaboración de una campaña de desprestigio y descrédito a través de los medios masivos de comunicación —los cuales mantenía controlados—[9] y la invención y creación de materiales de comunicación falsos[10] caracterizando dicha fiscalía el uso de la fuerza institucional del Estado mexicano como «criminal».[11] En los hechos, fue activa la asesoría, presencia e inteligencia de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de los Estados Unidos de América[12][13] bajo la operación LITEMPO.[14][15] El número de personas asesinadas, heridas, desaparecidas y encarceladas es impreciso.
Algunas víctimas de dichas acciones intentaron caracterizar la masacre de Tlatelolco ante tribunales nacionales e internacionales como un crimen de lesa humanidad y un genocidio,[16][17][18] afirmación que fue sustentada por la fiscalía mexicana,[2] pero rechazada por sus tribunales.[17] También intentaron llevar a los autores materiales e intelectuales de los hechos ante la justicia.[19][17] En el quincuagésimo aniversario de la masacre, el gobierno mexicano reconoció los hechos como un "crimen de Estado" y constituyó una política de reparación a las víctimas.[20]
Algunos politólogos, historiadores e intelectuales, como el cronista Carlos Monsiváis, coinciden en señalar que este movimiento y su terrible desenlace incitaron a una permanente y más activa actitud crítica de la sociedad civil, principalmente en las universidades públicas. Así como propiciar la radicalización de algunas organizaciones políticas que optaron por la clandestinidad para formar guerrillas urbanas y rurales, las cuales fueron reprimidas en la llamada guerra sucia en México, durante la década de 1970:[21]
A los participantes directos y a un buen número de los que los acompañan los desaniman o deprimen la derrota, la matanza impune del 2 de octubre, los presos políticos en la cárcel de Lecumberri y la indiferencia aparente de la sociedad ante los hechos. Unos cuantos, los más afectados anímicamente, optan al cabo de dos o tres años por la respuesta violenta, entonces una alternativa en América Latina [...] Impulsados por las resonancias del Che Guevara y, en México, por el asalto trágico de un grupo al cuartel militar en Ciudad Madera (23 de septiembre de 1965), aparecen los convencidos de que nada se gana "por las buenas", los integrantes de la Liga 23 de septiembre, Los Lacandones, etcétera.