Pensamiento único
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El concepto de «pensamiento único» fue descrito por primera vez por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer, en 1819, como aquel pensamiento que se sostiene a sí mismo, de modo que constituye una unidad lógica independiente —por más amplio y complejo que sea— sin tener que hacer referencia a otras componentes de un sistema de pensamiento. En 1964, el filósofo Herbert Marcuse, freudomarxista y miembro de la corriente crítica conocida como «escuela de Frankfurt», describió un concepto similar que denominó «pensamiento unidimensional» (one-dimensional thinking), en el contexto de la crítica de la ideología de la sociedad tecnológica avanzada. Para Marcuse, este tipo de pensamiento resulta del «cierre del universo del discurso» que imponen la clase política dominante y los medios suministradores de información de masas:
Su universo del discurso está poblado de hipótesis que se autovalidan y que, repetidas incesante y monopolísticamente, se tornan en definiciones hipnóticas o dictados.[1]
Con un significado similar al de Marcuse, pero volviendo al adjetivo de original de «único», el concepto lo reintrodujo en la última década el periodista español Ignacio Ramonet, quien lo define partiendo de una idea de izquierda anticapitalista:
¿Qué es el pensamiento único? La traducción a términos ideológicos de pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en especial las del capital internacional.[2]
Su uso se ha extendido posteriormente como fórmula retórica para descalificar las ideas del oponente ideológico, con independencia de su orientación; sugiere que el así tachado es «cerrado de espíritu», frente a la «apertura» de quien aplica el calificativo.[3]