Teoría de la bomba biótica
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La Teoría de la bomba biótica (BPT por sus siglas del inglés: Biotic Pump Theory), es una hipótesis que Anastassia Makarieva y Víctor Gorshkov, del Instituto de Física Nuclear de San Petersburgo, propusieron en 2006 y argumenta que el mayor impulsor de los vientos es la capacidad de los bosques para condensar la humedad, en lugar de la temperatura. Se plantea como la consecuencia de una interacción particular de cuatro conocidas leyes físicas:
- la ley de Clausius-Clapeyron,
- la ley de los gases ideales,
- la ley de la gravitación
- la ley conservación de la energía.
A través de la transpiración, las plantas sueltan vapor de agua en la atmósfera. A medida que el vapor se eleva, se encuentra con capas de aire frío y se condensa en gotas formando nubes. En el paso de gas a líquido, disminuye el volumen de agua dejando un vacío en el aire, con lo cual reduce su presión. Esto provoca que el aire por debajo en donde la presión es relativamente alta, sea aspirado, arrastrando con ella el aire más húmedo del océano o de la superficie forestal. Una bomba que produce vapor, modificando la presión atmosférica y que al final, genera la lluvia.
La teoría de la bomba biótica nace dentro del concepto de regulación biótica del medio ambiente.[1][2] Según esta idea, el entorno adecuado para la vida es mantenido en este estado gracias a los organismos vivos de la biota natural intacta (es decir, la totalidad de los organismos biológicos) de la Tierra. La información necesaria para la regulación biótica está escrita en los programas genéticos de las especies biológicas de la biota de la Tierra. Para el funcionamiento estable de la bomba biótica del complejo ecosistema en su totalidad, es necesario que incluya a los árboles, hierbas y maleza, bacterias, hongos y todos los animales que interactúan entre sí.