Tráfico sexual
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El tráfico sexual se compone de dos aspectos: esclavitud sexual y trata de personas. Estos dos aspectos representan el suministro y la demanda de parte de la industria del tráfico sexual, respectivamente. Dicha explotación está basada en la interacción entre el traficante que vende una víctima (el individuo que es objeto de trata y explotado sexualmente) a clientes que llevan a cabo servicios sexuales. Estos crímenes de tráfico sexual se definen por tres pasos: adquisición, circulación y explotación. Los diversos tipos de tráfico sexual son; el turismo sexual infantil (CST), el tráfico sexual de empleadas domésticas menores de edad (DMST) o la explotación comercial sexual de niños, y la prostitución.[1]
Según un informe de las Naciones Unidas (ONU) de 2012, hay 2.4 millones de personas en todo el mundo que son víctimas de tráfico humano en algún momento dado. En esta industria que genera 32 mil millones de dólares americanos anuales, el 80 por ciento de las víctimas están siendo explotadas como esclavos sexuales.[2]
Según la organización internacional del Trabajo, hay 20.9 millones de personas sometidas a trabajos forzados, y un 22 por ciento (4.5 millones) son víctimas de explotación sexual forzada. Sin embargo, debido al encubrimiento de la industria de tráfico sexual, la obtención de estadísticas precisas y fiables resulta difícil para los investigadores. [3]
La mayoría de las víctimas se encuentran en situaciones coercitivas o abusivas de las que escapar es, a la vez, difícil y peligroso. Los lugares donde esta práctica ocurre abarcan todo el mundo y reflejan una intricada red entre las naciones, lo que hace muy difícil construir soluciones viables a este problema de derechos humanos.