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Colegio Nacional de Buenos Aires
escuela preuniversitaria argentina en Buenos Aires De Wikipedia, la enciclopedia libre
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El Colegio Nacional de Buenos Aires (CNBA) es un colegio preuniversitario público argentino de la ciudad de Buenos Aires, dependiente de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Otorga el título secundario de bachiller, y para quienes cursen un 6.º año, cuenta con equivalencias con el Ciclo Básico Común de la UBA.
Posee un curso de ingreso que tiene un año de duración, luego del cual ingresan alrededor de 500 alumnos divididos en tres turnos: mañana, tarde y vespertino, siendo la deserción de un 25 %[cita 1] a lo largo de los cinco años de cursada. Posee, por ejemplo, observatorio, microcine y pileta de natación, enormes laboratorios dentro del edificio, un campo de deportes en Puerto Madero en el que se realiza una amplia variedad de deportes, y actividades extracurriculares como navegación a vela. Sus egresados se destacan en las estadísticas de carreras universitarias y olimpíadas,[3] y hay una larga lista de exalumnos de renombre. La lista de egresados[4] está disponible en una web mantenida por la institución.
Es el establecimiento educativo secundario más antiguo de la ciudad de Buenos Aires, fundado por los primeros jesuitas de las colonias, en acuerdo con la administración española como Colegio de San Ignacio,[5] luego de que estos fueran expulsados fue conociendo, en consonancia con los sucesivos regímenes políticos, muchos cambios de orientación ideológica, clausuras, refundaciones y cambios de denominación; y algunos avatares arquitectónicos entre los que se encuentra la demolición del edificio colonial y la construcción del edificio actual, lo que no ha desencauzado, a los ojos de los argentinos, la permanencia de esta institución que funciona en su búsqueda de la excelencia como semillero de personalidades ilustres, y que fue en parte responsable de que a la manzana donde está emplazado se la denominara en 1821 «La Manzana de las Luces».[cita 2][cita 3] En 2013 festejó su 150 aniversario con el nombre actual.[5][cita 2]
Desde 1943 el solar del Colegio es monumento histórico.[cita requerida]
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Ubicación
Tiene su sede en la calle Bolívar 263, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es uno de los edificios de la tradicional Manzana de las Luces, a solo 50 metros de la Plaza de Mayo, en el barrio porteño de Monserrat, está ubicado en el microcentro de la ciudad, formando parte del casco militar urbano.
Actualidad
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Una de las características distintivas del Colegio es su curso de ingreso, el cual eleva muchas voces en conflicto: en el período en que no hubo ingreso, el 40 % abandonaba a mitad de primer año.[7] «La modalidad del ingreso ha ido cambiando», contaba el exrector Horacio Sanguinetti, «durante el gobierno de Perón, en lugar de rendir examen había que presentar un aval de la CGT, y en tiempos del Proceso había que cumplir un perfil de familia: venían los padres e hijos de la mano, prolijitos, y se les preguntaba a los chicos quién era su mejor amigo —que debía ser el papá— y cosas por el estilo. También hubo momentos de mucho acomodo. Por eso, los papás ahora firman un papel, que dice que si intentan pedir algo usando influencias la solicitud será publicada. ¡Y lo hago!» -recordaba el rector.[7] El curso de ingreso de ocho meses de duración se cursa en paralelo a séptimo grado de la primaria, durante los sábados, y a lo largo del año se toman los exámenes de Matemática, Castellano, Historia y Geografía. «Todo es anónimo y nos manejamos con códigos y sobres cerrados. Los exámenes se imprimen acá y a los chicos no les toma su profesor. Ni siquiera los evalúa dos veces el mismo docente» aseguraba Gustavo Zorzoli, quien en el momento de la entrevista fuera coordinador del ingreso para el Buenos Aires y el Pellegrini.[7] El 60 % de los ingresantes busca clases de apoyo en academias, el 20 % abandona antes de terminar el curso de ingreso.[7] Entran un poco más de 400 alumnos, sorteados en 3 turnos (mañana, tarde y noche). A pesar de lo estricto del curso de ingreso, a lo largo de los 5 años de cursada se registra una deserción a otros colegios menos exigentes de alrededor del 50 %.
El Colegio cuenta con su propio campo de deportes en Puerto Madero y una pileta de natación dentro de la sede, además de un observatorio astronómico, un microcine, un último piso acondicionado como salón de usos múltiples, y muchas aulas y gabinetes diseñados para ser especializados en su materia, como Biología, Química, Física, Plástica, Música y hasta Cerámica. Son reconocidas sus numerosas y variadas actividades extracurriculares, entre las cuales se hallan clases de tango, coro, ensambles, cerámica, astronomía, navegación a vela, etc.[8] La reconocida biblioteca es la cuarta en tamaño de la ciudad de Buenos Aires.
El título al finalizar quinto año es de bachiller, su plan de estudios matiza Humanidades y Ciencias, intentando ser una síntesis de tradición -para muchos representada por Latín- y modernidad. Sexto año es optativo y otorga un título de bachiller con orientación, 4 de sus materias son equivalentes con las del Ciclo Básico Común de la UBA, una quinta materia es obligatoria para obtener el título y no es equivalente a ninguna materia del CBC, y 2 más (Sociedad y Estado y Pensamiento Científico) no son requeridas para el título sino para completar el CBC y pueden cursarse indistintamente en el establecimiento o en otra sede del CBC. El CBC es el primer año para entrar en una carrera de la Universidad de Buenos Aires, sexto año no tiene equivalencias con el primer año de otras universidades argentinas.
Su éxito como secundario se acredita no solo en los logros académicos y estadísticas del paso de sus egresados por las universidades, sino también porque cada generación ofrece una larga lista de personas de interés público en prácticamente todas las áreas ocupacionales, especialmente la política.
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Funcionamiento del curso de ingreso
El colegio imparte clases los sábados paralelo a séptimo grado, donde se enseña matemática, castellano, historia (primer cuatrimestre) y geografía (en la segunda parte del año).
Durante el año se llevan a cabo seis exámenes, dos de matemática y castellano, y uno de historia y geografía. Los primeros tres exámenes son de 0 a 150 puntos y los segundos de matemática y castellano de 0 a 200.[9]
Respecto a las clases, cada una dura una hora y veinte minutos, con recreos en medio de las lecciones[10]. A su vez, se dan clases de apoyo impartidas por los propios estudiantes del Colegio, todos de manera voluntaria.[11]
Tradiciones extracurriculares y comunidad
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Además de las actividades extracurriculares que se ofrecen bajo un modelo de talleres a contraturno (tango, ensambles, navegación a vela, cerámica, etc.), su rica vida social incluye los torneos de fútbol de alumnos y exalumnos que se juegan los fines de semana en el Campo de Deportes en Puerto Madero y diferentes concursos literarios, de ensayos y de obras plásticas, como los concursos de cuentos "Gloria Kehoe Wilson" 1993,[12] "Franca Jarach" 2013,[13] "Marco Denevi" 2014[14] y 2015,[15] y el concurso de artes plásticas que se realiza todos los años.
Algunos de sus alumnos reciben preparación a contraturno para concursar en olimpíadas mundiales de matemática, física, química, entre otras materias; y es característico que vuelvan de ellas con medallas anualmente (como de la última Olimpíada Internacional de Química en Bakú 2015).[16]


De las tradiciones ideadas por los propios estudiantes, se pueden mencionar revistas, proyectos audiovisuales, fiestas, festivales de cultura organizados por la Comisión de Cultura del centro de estudiantes, bandas musicales y el CenbaRock (el festival musical), y el tradicional festejo de fin de año conocido como "Pintada", sucesora de la infame "Vuelta Olímpica",en la cual hacia fin de año en un día acordado previamente con las autoridades del Colegio los alumnos a punto de egresar realizan en los exteriores una "guerra de pintura" mientras recorren pacíficamente, como todos los años, la manzana del Colegio.
El Colegio es desde 2014 una de las entidades participantes de la Noche de los Museos.[17][18]
Percibido como icono cultural y pedagógico
Brandariz (2013)[6] describe así al rol que tiene el Nacional Buenos Aires en la sociedad porteña: «El Colegio Nacional de Buenos Aires es una institución grande, potente, muy independiente, frecuentemente rebelde, indomable y creadora». Su propuesta pedagógica se empeña en fomentar la capacidad del alumno de relacionar diferentes materias y su percepción como protagonista activo de su propio aprendizaje.[cita 4] Decía Amadeo Jacques, principal responsable de la estructura pedagógica actual: «Abrir al espíritu todas las perspectivas y descubrirle todos los horizontes, ejercitar a la observación y fomentar la sagacidad en la experiencia, así como habituar al cálculo y dar el secreto de su alcance; acostumbrar a la inteligencia a remontarse a los principios primeros de las cosas, a bajar a las últimas consecuencias de los principios; mezclar a la teoría, la práctica que fecundiza a ésta; e ilustrar la práctica por la teoría, sin la cual, la práctica es una rutina bruta y ciega.»[6]
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El edificio actual
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El estilo predominante del nuevo edificio construido en 1910-1938 es el academicismo francés de la École des Beaux-Arts parisina en una versión monumentalista dada por la escala de las columnas y los arcos de entrada en el frente principal, destacándose el techo a la mansarda, las imponentes fachadas y galería revestidas en símil piedra París y escalinata de mármol rodeada de bustos de antiguos rectores, y los amplios claustros de techos altos en el interior.[cita 5] La planta es completamente simétrica, a pesar de tratarse de un terreno con dos medianeras y solo dos frentes directos a la calle, lo cual obligó al arquitecto Maillart a crear patios internos de aire y luz adonde ventilasen los claustros de los lados norte y oeste.

El establecimiento cuenta con tres pisos más un subsuelo semienterrado (y la mansarda sobre la calle Bolívar, que funciona como depósito). Desde la entrada principal por la calle Bolívar se ingresa a un amplio vestíbulo de gran altura, con una bella escalinata que desemboca en el primer "claustro" (un amplio pasillo) perpendicular a la calle Bolívar, conectado directamente con el claustro central, con la sala de profesores del lado sur (un hermoso salón amplió con boiseries, columnas, piso de parqué, cuadros y dos amplias mesas) y los sectores administrativos del lado Norte, en el centro se ingresa al Claustro Central, el más amplio y luminoso, desde este se puede acceder a la vicerrectoría (característica por su "bow window", la boiserie y los empapelados de las paredes) y a los patios Moreno (característico por su fuente y reloj solar) y Rivadavia (característico por su estanque y por el observatorio. Volviendo al primer claustro en planta baja, paralelo a la calle Bolívar hay otro claustro, característico por sus columnas, este conduce a derecha e izquierda a dos escaleras de honor de mármol blanco con alfombras rojas, simétricas, que suben al primer piso, al final de dicho claustro hay un pilar colonial, que es el único elemento conservado del antiguo colegio fundado por los sacerdotes jesuitas.

En el primer piso, las escaleras principales desembocan en las esquinas de un claustro, también paralelo a la calle Bolívar, que forma parte del "sector noble" del edificio y está construido en el mismo estilo que el claustro inferior a él, en él se encuentra el salón de actos, llamado Aula Magna, que está inspirada en la Sala Principal de la famosa Ópera de París diseñada por Charles Garnier, dicho salón está equipado con un órgano Laukhuff de 3600 tubos, este es el salón más decorado del edificio. Contiguo al Aula Magna está ubicada la biblioteca, de más de cien mil volúmenes, esta posee libros del XVI en adelante y su hemeroteca es una de la más completas de Argentina en lo que respecta a publicaciones del XIX. Junto a ellas está ubicada la Rectoría y la Sala de Banderas, que se mantienen decoradas con los papeles tapices originales, boiseries y pisos de roble. La biblioteca ha sido escenario de programas de televisión y publicidades.

Una vez pasado el “sector noble” del edificio, decorado con columnas y mármol y revestido en símil piedra París, se accede a los claustros estudiantiles, donde los muros están revestidos con característicos azulejos verdes, y hacia donde se abren las puertas de madera de las diversas aulas. En el primer piso funciona el gabinete de física, y en el segundo piso funcionan los gabinetes de biología, geografía y química. En la terraza hay un observatorio equipado con un telescopio. Allí varios alumnos asisten a charlas, cursos y observaciones astronómicas.
En el subsuelo hay un microcine con capacidad para más de doscientos espectadores, una pileta de natación, un bufé, dos patios techados, archivo de discos, una sala de tiro que no está en uso, y el gabinete de Música. En otros pisos hay gabinetes de Ciencias, Artes Plásticas, Geografía, Cerámica, y un salón de informática.
Las instalaciones también cuentan con un Salón de Usos Múltiples construido en la década de 1970 en el tercer piso, por sobre el Claustro Central, caracterizado por la luz natural, que reemplazó el uso del patio del subsuelo.
Fondo Horizontes (2024)
En noviembre de 2024, la Asociación Cooperadora Amadeo Jacques puso en marcha —a través del Fondo Horizontes— un programa de modernización y mejora de la infraestructura del Colegio, orientado a intervenir en aulas, laboratorios y espacios de esparcimiento, así como en condiciones de seguridad, confort térmico y acústico; el fondo es administrado por la cooperadora y fue impulsado por graduados de la institución.[20][21] La iniciativa fue motorizada por exalumnos como Juan Manuel Valdés, Diego García y Matías Butelman, y contó con la participación de Luciano Pérez Pastorino, presidente de la cooperadora, y de Jorge Capurro, presidente de la Asociación de Exalumnos.[20][22][23] Entre los aportantes se destacaron Matías Lammens y Lucas Sigman, con contribuciones de 15 millones de pesos cada uno destinadas a la remodelación del Salón de Usos Múltiples; además, Eduardo Elsztain intervino mediante un proyecto de mecenazgo coordinado por la Asociación de Exalumnos.[20][24] El Fondo Horizontes contempla entre sus metas inmediatas la remodelación del campo de deportes durante; siendo la recaudación inicial superior a los 50 millones de pesos.[21][20][25]
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Deportes
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El Colegio cuenta con su propio campo de deportes ubicado en Puerto Madero, que todavía conserva a pesar de los reiterados intentos de expropiarlo que ocurren desde que se parceló la zona del puerto y se inscribieron los terrenos a nombre de manos privadas habilitando la construcción.[26] El deporte es obligatorio pero a elección luego de que se aprueba el examen de natación. El Campo posee una cancha donde se practica fútbol, una más pequeña de pasto donde se practica hockey y balonmano, entre ellas las canchas de vóley y básquet, y un sector triangular de césped reservado para actividades de atletismo, además de las instalaciones de baños y vestuarios a la entrada. Ubicado en Juana Manso y Trinidad Guevara,[27] se encuentra a unas 15 cuadras del edificio del Colegio y los alumnos pueden optar por realizar el recorrido a pie u organizarse colectivamente. Los deportes que se practican en el Campo de Deportes son: fútbol, básquet, vóley, balonmano (balonmano), hockey sobre césped y atletismo.
Además, los alumnos pueden optar por realizar las prácticas deportivas de judo y gimnasia dentro del edificio principal del Colegio, en el Salón de Usos Múltiples (SUM) del tercer piso caracterizado por ser techado con luz natural.
En el subsuelo en la pileta olímpica se practica natación.
Hasta aproximadamente 1973 estaba incluido en la currícula el tiro; a pesar de que aún se conserva el viejo polígono de tiro en el subsuelo de la sede, las armas fueron retiradas y este deporte nunca volvió a practicarse.
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Extensión del modelo
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Contexto
En respuesta a la cantidad de aspirantes se ha procurado extender el modelo a otros colegios, en 2004 el exrector Horacio Sanguinetti contaba que "desde la Secretaría de Educación no logré difundirlo por la potencial amenaza de la malhadada Ley Federal de Educación", aunque consideraba un éxito la extensión del modelo al Colegio Nacional de Ushuaia, al Nacional de San Isidro y al Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE).[28]
Desde la perspectiva de los aspirantes, el acuerdo unánime es que a los doce años cuando entran al curso de ingreso, "ya vienen formados"[29], ya vienen de doce años de formación. En 2012 el coordinador del ingreso Jorge Bottaro comentaba: «Vemos un problema de formación en la escuela primaria: los estudiantes llegan sin hábitos ni metodologías de estudio».[30]
A pesar del esfuerzo, el Nacional de San Isidro no logró el estatus de preuniversitario y a partir del 2010 se empezó a articular de acuerdo a la ley de Educación. El ILSE, fundado en 1892, y el muy nuevo Colegio Nacional de Ushuaia fundado en 1994, continúan funcionando bajo el modelo iniciado en el CNBA, si bien sus inicios fueron muy diferentes y en contextos opuestos.
El Colegio Nacional de Ushuaia
El Colegio Nacional de Ushuaia fue fundado en 1994 apadrinado por el Colegio Nacional de Buenos Aires. El primer rector fue el exprofesor de historia del CNBA y exalumno Lucas Potenze (promoción 1967), sucedido en 2011 por Adrián Parra (exalumno CNBA promoción 1991).[31]
«En la época de su inauguración, Tierra del Fuego vivía un tiempo de cambios: impulsada por la promoción industrial, el turismo, y la creación de la nueva provincia, en los últimos 20 años la población se había casi quintuplicado, especialmente con gente joven y niños en edad escolar. Entonces, un grupo de vecinos pensó en la necesidad de crear un centro educativo de calidad, que preparara a sus alumnos para el ingreso a cualquier universidad. Para llevarlo a cabo un grupo de padres creó una asociación civil sin fines de lucro y acudió al Colegio Nacional de Buenos Aires, donde el Dr. Horacio Sanguinetti propuso firmar un convenio de padrinazgo y apoyo profesional para la creación y el sostenimiento de un nuevo bachillerato.»[31]
«El intendente sureño, Mario Danniele, advirtió la importancia del proyecto y lo dotó de un predio estupendo, un bosque de lengas que llega hasta el mar, con "buen ayre y fermosas salidas -como quería el Rey Sabio en sus Partidas-, porque los maestros que muestren los saberes, e los escolares que los aprenden, vivan sanos en él, e puedan folgar, e rescebir placer en la tarde cuando se levantaren cansados del estudio." Pusimos allí todo el empuje colegial. El instituto adoptó nuestros planes, programas y sistema de ingreso. Docentes porteños viajaron para oficiar de jurados en los cursos, otros van a dictar cursos de perfeccionamiento y nivelación, y un ex alumno y profesor distinguido, Lucas Potenze, aceptó el desafío de asumir el rectorado. En 1994 inauguramos los cursos del nuevo Colegio Nacional de Ushuaia, en un acto donde las "fuerzas vivas" acudieron en pleno, riendo y llorando al compartir una arrasadora y descomunal emoción.» (Horacio Sanguinetti).[32]
«En los primeros 17 años transcurridos han pasado por las aulas del CNU más de 1000 alumnos y 13 promociones terminaron sus estudios. Con el exclusivo aporte de los padres, se logró construir un edificio propio inaugurado en medio de la crisis del año 2000, un tiempo después se construyeron los laboratorios de informática y de ciencias naturales y se habilitó un SUM (salón de usos múltiples) con sistema de proyecciones y una biblioteca que lleva el nombre del Dr. Gerardo Pagés y que guarda cerca de 10.000 volúmenes. Desde 1998 funciona una subsede del programa UBA XXI de la Universidad de Buenos Aires. (...) Además, desde 1994, todos los años se realizan viajes de intercambio entre alumnos y profesores de ambos colegios.»[31]
«El Buenos Aires se conserva y se remoza, ajusta detalles, mantiene tradiciones. Pero allá el reto es otro. Es crear de la nada. Llegar a las fronteras y hacer patria en serio. Y el Buenos Aires está presente y seguirá allí, con todas sus energías intelectuales y morales. Con hechos. Larga vida, y famosa, al Colegio Nacional de Ushuaia. Su lema es el que consta en unas monedas que Bougainville[33] enterró al retirarse del suelo malvinense: Conamur tenues grandia,[32] «"somos pequeños, pero osamos la grandeza",»[33] (Horacio Sanguinetti).[32]
Instituto Libre de Segunda Enseñanza (ILSE)
- Artículo Principal: Instituto Libre de Segunda Enseñanza
«En el rectorado [de Adolfo Orma al frente del CNBA, 1890-1892] la disciplina interna se había resentido y los conflictos de ese orden hicieron crisis en un episodio durante el cual los alumnos abuchearon al inspector general de enseñanza, don Santiago Fitz Simons. Este solicitó de inmediato al Poder Ejecutivo la exoneración del rector, a quien acusó de "abandono o falta de tino" en el cumplimiento de sus funciones. Orma fue separado por decreto del 25 de abril, que firmaron el presidente Pellegrini y su ministro Balestra (creador de las secciones).»[34]
«La separación de Orma de la rectoría del Nacional hizo que un grupo se reuniera en la casa de Calixto Oyuela y propusiera la creación del ILSE. Renuncian en masa los profesores del Colegio Nacional para integrarse al ILSE. Reciben la protección académica de la UBA que ofrece integrantes que integran el Consejo Superior del ILSE, y lo apadrinaron Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López. El 16 de mayo de 1892 en Florida 756 se inauguró finalmente el ILSE, con el Dr. Orma como rector. En 1905 obtiene un nuevo edificio en la calle Libertad en el que continúa hoy en día.»[34]
El ILSE «fue mixto de 1907 a 1931 y desde 1985 en adelante.»[34] Exalumnos: Enrique Telémaco Susini, Oliverio Girondo, Carlos Saavedra Lamas, Roberto Marcelino Ortiz, Adolfo Bioy Casares, Tomás Abraham, etc.[34]
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Historia
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Contexto
A partir del siglo XVII y prácticamente sin solución de continuidad, instituciones escolares portadoras de diferentes nombres se sucedieron en el lugar donde hoy funciona el Colegio Nacional. Suelen considerarse, incluso por el mismo colegio, como si se tratara de una única institución que fue cambiando de manos, de orientación ideológica y pedagógica, reflejando en buena medida las diferentes circunstancias históricas por las que atravesó el país.[35]
Período virreinal: Real Colegio de San Carlos (1772-1810)
En 1654 el Cabildo de Buenos Aires encomendó a la orden de los jesuitas atender la educación juvenil. En 1661 se instalaron en esta manzana (que luego sería denominado la Manzana de las Luces), delimitada por las actuales calles Bolívar, Moreno, Perú y Alsina, y fundaron el Colegio San Ignacio, primer antecedente de la actual institución.
Los jesuitas fueron expulsados de América en 1767, y Juan José de Vértiz y Salcedo, gobernador desde 1770, fundó el Real Colegio de San Carlos que inauguró el 10 de febrero de 1772, luego de haberse expedido favorablemente el Cabildo Eclesiástico en un informe que, bajo la guía de Juan Baltazar Maziel, proponía la creación de un convictorio y universidad en el Colegio Grande, tomando por modelo el Colegio de Monserrat fundado en Córdoba en 1687. A comienzos de 1773, la Junta designó cancelario y regente de los reales estudios al propio Maziel, que redactó el reglamento de estudios y dirigió con acierto los destinos del Colegio durante catorce años. Hasta que el marqués de Loreto, el virrey Loreto lo destierra de la ciudad de Buenos Aires.
Elevado a la categoría de virrey, Vértiz estableció el 3 de noviembre de 1783 el Real Convictorio Carolino o Real Colegio de San Carlos bajo la protección de San Carlos Borromeo y del Real Patronato que ejercía en nombre del Rey de España.
En las Constituciones, Vértiz anuncia haberlo erigido para paliar los extravíos de la juventud por falta de reclusión, con 80 colegiales que vistieron la veca en la víspera de San Carlos, por falta de cuartos donde alojar mayor número. El colegio fue erigido para eternizar la memoria de Carlos III, y sus armas reales fueron colocadas sobre la entrada.
En sus Constituciones se establecía que al frente del colegio habría un rector, a cuyo cargo quedaba el cobro de las pensiones anuales de los colegiales. Debía llevar libros, para asentar los colegiales que ingresaban y los gastos. El vicerrector ayudaría al rector y lo supliría en caso de licencia o enfermedad. El prefecto de estudios dirigía las funciones interiores del colegio. También habría pasantes de gramática y latinidad.
Se establecían dos tipos de estudiantes: a) el colegial, que sería pensionista y debía regirse por todas las disposiciones internas; b) el manteista (capista), que sería externo y solo asistiría a las clases.
Las clases duraban una hora, de la que el profesor dedicaba 3/4 a dictarla, y el 1/4 restante a extraer la conclusión. Otras veces, durante 1/2 hora contestaba preguntas de los alumnos. El pasante tenía obligación de tomar la lección antes de la clase, ayudando a comprender su significado para que no se la memorizara.
Si algún estudiante debía sostener una conferencia o una función literaria, se lo ejercitaba en el púlpito del refectorio, mientras los otros comían y le replicaban otros dos. Lo usual era que al final de los cursos, los alumnos más brillantes sostuvieran un acto público de los principales puntos de las materias del año, que solía realizarse en la iglesia de San Ignacio.
Los dos meses de verano había vacaciones para los estudiantes y en ese tiempo se iba a la Chacarita, donde se permitía todo tipo de diversiones al aire libre.[36]
Es mencionado como "Colegio de los Jesuitas" por el Teniente inglés Henry Cadogan, en sus memorias sobre la Segunda invasión inglesa al Río de la Plata.[37]
Su primer rector fue Vicente de Jaunzarás, cuya autoridad referida al Convictorio coexistió con la de Maziel, que atendía los reales estudios. A este último, desterrado en Montevideo por Nicolás del Campo, virrey de Loreto (1787), sucedió Montero, y a Jaunzarás, tras el itinerato de José Antonio Acosta (1786-1791), Luis José de Chorroarín, ahijado de Vértiz y egresado del propio Colegio, quien desde 1791 fue su más importante rector, llegando a dirigirlo hasta su desaparición en 1810.

Durante el período colonial estudiaron en el Colegio alumnos que luego serían personalidades políticas de la Historia argentina que contribuyeron a la independencia, entre ellos, seis de los nueve miembros de la Primera Junta: el presidente Cornelio Saavedra, los secretarios Mariano Moreno y Juan José Paso, y los vocales Manuel Belgrano, Juan José Castelli, y Manuel Alberti. A ellos se sumaron numerosos hombres públicos, como Domingo French, Feliciano Antonio Chiclana, Manuel J. García, José Valentín Gómez, Manuel Moreno, Bernardo de Monteagudo, Nicolás Rodríguez Peña, Manuel Dorrego, Antonio Balcarce, Mariano Necochea, Tomás Guido y Martín Rodríguez; nueve de los veintiún diputados de la Asamblea del Año XIII; el presidente del Congreso de Tucumán, Francisco Narciso Laprida; el director supremo Juan Martín de Pueyrredón; el primer presidente de la República, Bernardino Rivadavia, y su sucesor interino Vicente López y Planes, autor del himno nacional argentino.
Período de la emancipación (1810-1852)
Por orden de la Asamblea del Año XIII, el Colegio fue fusionado con el Seminario Conciliar, aunque esta etapa tuvo una duración muy limitada. En esa época estudió el cirujano y profesor de medicina Claudio Cuenca (1812-1852), quien al intentar proteger a sus enfermos en un hospital de campaña sería asesinado por un mercenario español contratado por Justo José de Urquiza.
En 1817, Juan Martín de Pueyrredón lo reorganizó bajo el nombre de Colegio de la Unión del Sud, el cual comenzó a funcionar en 1818. En el que cursarían estudios Justo José de Urquiza y Florencio Varela.[38]
En 1821, bajo el gobierno de Martín Rodríguez, se estableció la Universidad de Buenos Aires, y en 1823 el Colegio de la Unión del Sud se transformó en el Colegio de Ciencias Morales durante el ministerio de Bernardino Rivadavia, bajo la tutela de la flamante Universidad y dirigido por Miguel Belgrano.[39] En esa época, el Colegio era un internado de la Universidad, con una disciplina muy rígida. El Colegio de Ciencias Morales formó a muchos hombres clave de la generación de 1837: Esteban Echeverría, Vicente F. López, Juan María Gutiérrez, Miguel Cané (padre), José Mármol, Félix Frías, Carlos Tejedor, Marco Avellaneda, Antonino Aberastain, Marcos Paz, Juan Bautista Alberdi, quienes inspiraron la Constitución Argentina de 1853 y promovieron la organización nacional.[40] El futuro presidente Domingo Faustino Sarmiento se lamentó en su obra Recuerdos de provincia no haber conseguido una beca para entrar, no obstante haberla merecido.[39]
Al caer Bernardino Rivadavia, el gobernador Juan José Viamonte fusionó el Colegio con el de Estudios Eclesiásticos. En 1830, el gobernador Juan Ramón González de Balcarce clausuró el Colegio. En 1836 fue reabierto —aunque arancelado— por Juan Manuel de Rosas, quien lo entregó a seis religiosos jesuitas, a los que posteriormente expulsó acusándolos de conspirar con los unitarios. Durante esa etapa que se extendió entre 1836 y 1841, la institución tomó el nombre de Colegio de San Ignacio. Allí se educaron Guillermo Rawson, José Benjamín Gorostiaga y Eduardo Costa.[40] Luego de la batalla de Caseros, el solar del Colegio fue usado por un tiempo como cuartel.
Período de la cultura nacional (1852-1962)
Pastor Obligado restableció la vieja institución, a la que llamó Colegio Eclesiástico, bajo la dirección del rector José Eusebio Agüero.[41] En él estudiaron Juan José Romero, Juan Antonio Argerich y Dominguito Fidel Sarmiento, hijo del presidente Sarmiento.
Fundación del Colegio Nacional
A la izquierda, retrato de Amadeo Jacques, autor del plan de estudios de 1863 y personalidad que ejerció una influencia emblemática durante su breve rectoría del Colegio Nacional. A la derecha, retrato de José Manuel Estrada, rector del Colegio Nacional entre 1876 y 1883.
Luego de la unificación argentina, el presidente Bartolomé Mitre creó en el mismo lugar el Colegio Nacional de Buenos Aires por decreto 5447 del 14 de marzo de 1863,[42] pivote de su política integradora de porteños y provincianos. Amadeo Jacques, autor del plan de estudios de 1863, fue su rector más emblemático, tal como relata el ministro Miguel Cané en su libro autobiográfico Juvenilia, que retrata vivamente el período del Colegio entre 1863 y 1868.
A Jacques lo sucedió Alfredo Cosson (1865-1876), y más tarde José Manuel Estrada, designado el 16 de julio de 1876.[43] Estrada rigió el Colegio hasta que en 1883 fue desplazado del cargo por el presidente Julio A. Roca y su ministro Eduardo Wilde en razón de sus convicciones político-religiosas, en medio de la escalada de hechos que enfrentó al gobierno con la Iglesia católica.[44] Estrada fue reemplazado por Amancio Alcorta (1883-1890). Le siguieron Adolfo Orma (1890-1892), Valentín Balbín (1892-1896), Juan P. Aguirre (1896-1900) y Manuel B. Babia (1900-1902). En esa época el alumnado del Colegio se politizó de forma notable: se llegó a conformar un Comité que editaba un diario dirigido por los futuros radicales Mario Guido y José P. Tamborini.[45] Les siguió en el rectorado Enrique de Vedia (1902-1911).
Incorporación del Colegio a la Universidad de Buenos Aires
El colegio fue incorporado a la Universidad de Buenos Aires por decreto del 4 de noviembre de 1911 firmado por el exalumno y presidente de la Nación, Roque Sáenz Peña, siendo el rector en aquel entonces el Dr. Eufemio Uballes que también desde el rectorado incorporó a la órbita de la Universidad la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini. La anexión no fue del agrado de todos, y el 13 de noviembre renunció el rector del Colegio, Enrique de Vedia, a quien sucedió Eduardo Otamendi (1911-1915) que había oficiado de vicerrector.[46] Luego de varios años de debates, polémicas e intentos de devolver el Colegio a la órbita del Ministerio de Instrucción Pública, el exalumno, profesor y diputado Luis Agote planteó desde su banca en el Congreso una discusión a fondo que desembocó en la sanción de la ley 10654, por la cual el Colegio Nacional de Buenos Aires se anexaba a la Universidad, refrendando así lo establecido en el decreto de 1911.[47]
Premio "Dr. Eufemio Uballes"
Desde 1922, fecha en que Uballes finalizó su período como Rector de la Universidad de Buenos Aires, por ordenanza del Consejo Superior del Colegio Nacional Buenos Aires se premia a los estudiantes de dicho colegio "que habiendo concluido sus estudios en calidad de regulares, hubiesen obtenido las más altas calificaciones".[48]
Ricardo Rojas: el «colegio de la patria»
A la izquierda, Ricardo Rojas, rector de la Universidad de Buenos Aires, quien en 1926 llamó al Colegio Nacional de Buenos Aires el «colegio de la patria». A la derecha, Albert Einstein en ocasión de una conferencia que brindó en el Colegio en 1925, en presencia de los científicos argentinos José Arce y Ángel Gallardo.
Con el tiempo quedó a la vista el acierto que significó la incorporación del Colegio a la Universidad, y pronto aparecieron iniciativas para extender las ventajas de tal sistema a otras instituciones. Así, en las ciudades de Córdoba y de La Plata se adoptaron planes de estudio similares al vigente en el Colegio Nacional de Buenos Aires, con lo que se establecía que los estudios secundarios debían ser formadores y ajenos a cualquier preocupación utilitaria.[49]
En su discurso del 12 de agosto de 1926 Ricardo Rojas, rector de la Universidad de Buenos Aires, expresó:
Grande es la responsabilidad que la Universidad de Buenos Aires tomó sobre sí al reanexionar este instituto, cuyo pasado obliga por lo menos a mantener el prestigio de esa tradición... Mi presencia en el estrado no a pasivo cumplimiento de un deber oficial, sino móviles más dinámicos de simpatía humana, que nacen de mi culto por la tradición de este colegio histórico en el cual se formaron hombres de nuestra emancipación, y al cual después de ciento cincuenta años de labor civilizadora, podríamos, por antonomasia, llamarlo ya el colegio de la patria.[50]Ricardo Rojas
Ricardo Rojas refería así un hecho constatable: que el Colegio Nacional de Buenos Aires era ya a principios del siglo XX el que mayor proporción de hombres eminentes había dado a la República, el que mayor porcentaje de laureados había generado en cualquier campo de la inteligencia organizada. En él estudiaron los dos primeros Premios Nobel argentinos, Bernardo Houssay y Carlos Saavedra Lamas, y tres presidentes argentinos finalizaron allí sus estudios secundarios, Carlos Pellegrini, Roque Sáenz Peña, y Marcelo Torcuato de Alvear. El Colegio fue educador de científicos como Luis Agote, Ángel Gallardo e Ignacio Pirovano; juristas como Estanislao Zeballos, Luis María Drago, Eleodoro Lobos y Roberto Repetto; litaratos de la talla de Rafael Obligado, Ricardo Güiraldes, Baldomero Fernández Moreno, Calixto Oyuela, Eugenio Cambaceres, Lucio V. López y Enrique Larreta, y personalidades públicas como Julián de Leyva, Antonio Dellepiane, José Nicolás Matienzo, Pedro Goyena, Aristóbulo del Valle, José Ingenieros, Mario Sáenz, Ernesto Quesada, Belisario Roldán, Martín García Mérou, Carlos Ibarguren, Abel Cháneton, Manuel Carlés, Nicasio Oroño, José León Suárez, Tomás Le Bretón, Norberto Piñero, Rodolfo Rivarola, Juan B. Justo, Nicolás Repetto, Alfredo Palacios, Aníbal Ponce, Juan José Díaz Arana, entre otros.[50] (Para un listado más completo, ver la sección final sobre alumnos destacados).
El «Colegio de Nielsen»

Durante los rectorados de Eduardo Otamendi (1911-1915), José Popolizio (1915-1918) y Tomás Cullen (1918-1924), Juan Nielsen fue quien orientó toda la política educativa. Designado rector del Colegio, lo reorganizó y le infundió un nuevo impulso creador. Su rectorado se extendió desde 1924 hasta 1941,[52] y fue el rectorado más largo hasta la llegada de Horacio Sanguinetti finalizado el Proceso.
¡Ah, los buenos tiempos en que estudiábamos en el colegio de Nielsen! Así lo llamaríamos: el colegio de Nielsen.Marco Denevi[53]
Nielsen fue una figura emblemática del Colegio, que quedó en el recuerdo de varias generaciones de alumnos.[54] Fue el encargado de finalizar el nuevo edificio, para cuya remodelación se había contratado al arquitecto belga Maillard. Ese edificio con algunas características propias de un palacio, fue inaugurado el 21 de mayo de 1938, en un acto encabezado por el presidente Roberto Marcelino Ortiz. Cinco años más tarde fue declarado solar histórico.[55]
A partir de 1955, con la autonomía universitaria, el Colegio recobró su función de escuela piloto de experimentación. Incorporó a las mujeres, alumnas y docentes. Las primeras alumnas ingresaron en 1959 y se graduaron en 1964. Muchas de sus experiencias han trascendido primordialmente a las escuelas organizadas por otras universidades nacionales, y es considerado una de las instituciones educativas más prestigiosas de la Argentina.
El Colegio es una personalidad espiritual. En él se formaron los próceres de la independencia, la hueste civil de Echeverría que dictó la Constitución Nacional, los organizadores del 80, y muchedumbre de sabios, artistas, profesores, magistrados y hombres útiles a la República.[56]Horacio J. Sanguinetti
El viejo edificio colonial en el que Miguel Cané relatara sus vivencias funcionó hasta finalizada la construcción de "la casa nueva", planificada justo antes de 1910 en plena euforia del Centenario en que los edificios públicos de la ciudad eran reemplazados por palacetes de varios pisos del estilo Beaux Arts francés.[cita 5]
En 1908 se había realizado un concurso para construir la nueva sede central de la Universidad de Buenos Aires y el Colegio Nacional, utilizando toda la que en 1821 se había bautizado Manzana de las Luces[cita 3], lo cual incluiría los terrenos con edificios coloniales en la calle Perú. Por eso el proyecto era mucho más pretencioso y de mayor tamaño, y había sido elegida la propuesta del arquitecto Gino Aloisi, que finalmente no se construyó y el proyecto para instalar allí a la UBA quedó abortado.
El actual edificio del CNBA fue proyectado hacia 1910 por el arquitecto francés Norbert Maillart, también autor del Correo Central y del Palacio de Tribunales, con 9.826 m² cubiertos (es decir, sin contar las ampliaciones realizadas posteriormente).
En septiembre de 1910 el presidente José Figueroa Alcorta y su ministro de justicia e instrucción pública Rómulo S. Naón encabezaron el acto de colocación de la piedra fundamental del nuevo edificio diseñado por Maillart, y la construcción comenzó, a cargo de "Zacarías Marioni, Hno. y Compañía". Al año siguiente se revocó el contrato, para iniciar uno nuevo con Vinent, Maupas y Jáuregui, hasta que finalmente en 1915 la compañía alemana GEOPÉ se hizo cargo de la construcción.[57]
El edificio fue construido en dos etapas, empezando por la fachada principal de la calle Bolívar y todo el sector de biblioteca, rectoría y los gabinetes del claustro Bolívar, y siguiendo por los tres claustros paralelos a la calle Moreno, de tal modo que durante un tiempo convivieron el antiguo edificio jesuita con la nueva casa de estilo francés clásico, y mientras se construía la fachada principal, los alumnos entraban por el lateral de la calle Moreno hacia el viejo patio con baldosas en damero. Esta es la situación vivida por el exalumno Florencio Escardó en sus recuerdos titulados como el edificio, La casa nueva. Para 1929, el edificio del Colegio Nacional había costado ya m$n 4.672.521, aún faltando parte importante de la obra. El nuevo colegio sería inaugurado por completo recién el 25 de mayo de 1938 por el presidente Roberto M. Ortiz.[58]
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Egresados y Asociación de exalumnos
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Contexto
Bajo el eslogan "Hermanos en el aula y en la vida", la Asociación de Exalumnos posee una sede cercana al Colegio que es utilizada para diversas actividades y eventos organizados por los exalumnos. Publica la revista La Campanita, a la que se puede acceder en línea desde el número 34.[59]
La Asociación de Exalumnos organiza, los tradicionales torneos del Fútbol de Exalumnos (FECNBA),[60] cuya cobertura fotográfica y periodística, compartida con la del torneo de alumnos, es realizada por la revista Campo de Juego CNBA.[61]
La sede
«El 6 de agosto de 1992 fue el final de un largo sueño que comenzó allá en 1982, cuando el entonces Intendente Municipal de la ciudad de Buenos Aires dio el empujón inicial a la Ordenanza que entregaría a los exalumnos la propiedad ubicada en Perú y Moreno, el famoso bar El Querandí, hoy nuestra sede cultural, ubicada en la histórica esquina de Moreno y Perú.»[62]
«Duró diez años este capítulo institucional, el tiempo necesario para concretar el ofrecimiento y llegar a reciclar el bar y los altos de El Querandí, hoy nuestra sede cultural, ubicada en la histórica esquina de Moreno y Perú.»[62]
«Desde entonces se han sucedido en ella muestras pictóricas, exposiciones, conferencias, presentaciones de libros, ciclos culturales, debates y talleres de todo tipo.»[62]
«Hoy, más de dos mil asociados se reencuentran, cada cinco años como mínimo, con otros cientos de ex alumnos, en las reuniones de promociones, que se suceden desde los 20/25 años de egresados hasta los 70 y más años de graduados. Recorren entonces las instalaciones del Colegio y reciben en el Aula Magna una medalla recordatoria, a la vez que escuchan, rodeados de hijos y nietos, clases magistrales de sus profesores de otros tiempos.»[62]
Publicaciones
«Ya en 1945 se dio a conocer la primera revista de la Asociación: Juvenilia; luego aparecieron otras publicaciones, especialmente de artículos o separatas de obras que se referían al Colegio Nacional, diversos Anuarios, el libro por los Cincuenta años, boletines, la revista La Campana, nombre que recuerda aquel antiguo bronce del Colegio, ubicado en el patio Bernardino Rivadavia y cuyos sones fueron, en el transcurso del tiempo, reemplazados por los ramalazos del timbre eléctrico, y dos ediciones del Quis est quis, en cuyas páginas figuramos muchos de los que elegimos llamarnos "Hermanos en el aula y en la vida".»[62]
La antigua chacarita y el nuevo campo
El primer lugar recreativo con el que contó el colegio era llamado "la chacarita de los colegiales", usufructuada por los jesuitas desde principios de 1600 y ubicada en lo que hoy son los barrios Chacarita y Colegiales, y que también proveía al colegio de sus productos agrícolas, los remanentes que se comercializaban iban a parar a la caja de ahorros del Colegio. La constitución de 1783 reglamentaba que los alumnos pasaran sus vacaciones de verano, que no debían exceder de 2 meses, en esa casa de campo, y así se utilizaba en 1865 cuando fue inmortalizada por Cané en Juvenilia. También es especialmente recordada en los Recuerdos del Viejo Colegio Nacional de Buenos Aires[63] de Federico Tobal, ya que justo antes de la Juvenilia de Cané el Estado había intentado expropiársela a los jesuitas, en ese momento infructuosamente. La chacarita fue parte del colegio hasta 1871, en que a raíz de la epidemia de fiebre amarilla que diezmó a la población de Buenos Aires, la parte principal fue destinada a cementerio municipal, que conservó el nombre con que habían bautizado al lugar los jesuitas: Chacarita.[64]
Desde 1915, el CNBA cuenta con un campo de deportes situado en la calle Juana Manso al 500 (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), que hoy es pleno corazón del moderno barrio de Puerto Madero, pero que hasta los años 90 fueran terrenos portuarios semiabandonados donde estaba prohibida la construcción privada. Se encuentra frente a la Reserva Ecológica de Buenos Aires. Los alumnos, a través del CENBA, han contribuido durante las décadas de 1990 y 2000 a la defensa de este patrimonio, en relación con los intentos de la Corporación Antiguo Puerto Madero Sociedad Anónima (CAPMSA) de comprar el terreno.
En 2005, el exrector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, firmó un contrato de venta del predio. Las movilizaciones de los estudiantes frustraron la intentona y el convenio se venció. Sin embargo, la construcción de grandes emprendimientos inmobiliarios, como las Torres del Yacht acarrearon consecuencias para la infraestructura del lugar. Los vestuarios masculinos debieron ser apuntalados internamente, la casa del sereno fue demolida y no hay estudios realizados sobre las consecuencias del socavamiento de los terrenos ganados al río.[cita requerida]
Historia de la Asociación de Exalumnos
A 25 años del egreso de un contingente de exalumnos, el rector Juan Nielsen prometió su apoyo para crear la Asociación el día 14 de junio de 1934. Encabezados por Rómulo Gallegos Echagüe, los bachilleres de la promoción de 1909 convocaron a los exalumnos de todas las promociones a una asamblea en el salón cedido por el diario La Prensa, en avenida de Mayo 525, el 23 de agosto de 1934. La Asociación redactó su estatuto el 10 de noviembre de 1934, y se decidió que fuera conducida por una comisión directiva que duraba en su mandato 4 años, renovándose por mitades cada dos años.[65]
Los inicios de la Vuelta Olímpica
Así lo recuerda el rector Raúl Aragón: «La "vuelta olímpica" era una práctica que comenzó durante el gobierno de Frondizi. Era, fundamentalmente, un gesto de rebeldía y de repudio a todo el sistema represivo que imperaba en el Colegio, que, finalmente, se incorporó a la vida colegial como una práctica institucionalizada, una tradición del Colegio, donde los casi egresados barrían con las normas, con todo lo formal y el rígido respeto que se exigía sobre las mismas y sobre las personas, tan consustanciado con el Colegio. [...] De repente, los alumnos de los años inferiores eran presas de un temeroso nerviosismo que se transmutaba en pánico cuando aparecían falanges cerradas de alumnos del último año, con los rostros cubiertos por capuchas, corriendo por las escaleras y por los claustros, penetrando inclusive en la sala de profesores y respetando tan sólo a la Rectoría y al la Vice-rectoría, gritando expresiones agraviantes contra profesores y preceptores no queridos, tirando a su paso agua, harina y huevos, a veces rompiendo bancos, puertas y vidrios, con algún chico lastimado generalmente, y todos terminando con un aspecto lastimoso como secuela final de las guerrillas producidas. En alguna oportunidad, la "vuelta" terminó con todos vestidos en la pileta, a veces se introducía la participación -lógicamente que en un papel estelar- de un cerdito enjabonado. (Raúl Aragón, 2001, Glorias y Tragedias en el Colegio..., pp. 67-68.[66])»
Una de las primeras vueltas en 1960 o 1961, terminó con uno de los alumnos, al parecer por ser hijo de Risieri Frondizi, con una conmoción cerebral consecuencia de los golpes recibidos, uno de los episodios trágicos de la historia del establecimiento.[66]
Debido a la fama que le dan a las autoridades, durante el rectorado de Aragón en 1973, él mismo cuenta que no la esperaba, y "cuál no habrá sido su azoramiento cuando, una mañana de octubre de 1973, comenzó a funcionar el engranaje de la 'vuelta' ",[66] sin embargo los alumnos recuerdan: «En las mesas de trabajo [propuestas por el rector] también se debatió sobre el papel de la vuelta olímpica en el nuevo "colegio para la liberación" [...] En las mesas de trabajo se llegó a la conclusión de que la vuelta era una expresión de alegría y se resolvió que no había que oponerse a este festejo "siempre y cuando sus fines no fueran destructivos" y no se lanzara ningún tipo de alimentos. Además, los responsables de la vuelta -y no los ordenanzas- tendrían que ocuparse de la limpieza del colegio. [...] (Garaño y Pertot, 2008, La otra juvenilia, 3ª ed.[67])» «Los ruidos de las explosiones de las bombas de estruendo sacudieron el colegio. Los pibes de sexto disfrazados con sábanas tiraron tabletas de gamexane en las aulas de primero y luego las cerraron con llave. Los chicos de una división de primer año decidieron, al sentirse asfixiados, salir a caminar por las cornisas del tercer piso. Aragón recorría los claustros, a punto de perder los estribos: las llaves que no aparecían, petardos y más petardos. "Si después de tantos meses de laburo me responden así, yo no tengo nada que hacer", les dijo el rector, indignado. Los de sexto estaban realmente arrepentidos. Aragón no los había molestado nunca, no había por qué vengarse contra él. Decidieron que aceptarían cualquier sanción. Cuando Aragón volvió, los reunió a todos en un patio. Les explicó, enojado, por qué consideraba que lo que habían hecho era un acto completamente destructivo y, por lo tanto, se contradecía con el proceso de liberación nacional: "¡Es una vergüenza! En definitiva, ¿qué quieren? ¡¿Un colegio de niños bien ingleses o un colegio de la liberación?!", les preguntó el rector, casi a los gritos. Sin embargo luego del reto, Aragón los dejó ir. Los estudiantes no sólo no se fueron sino que durante dos días limpiaron el colegio. El rector consideró que habían expiado su culpa y no hubo sanción.» (Garaño y Pertot, 2008, La otra juvenilia, 3ª ed.[67])
A principios de 1990 fue prohibido terminantemente el uso de animales y comida en los festejos de la vuelta. En un intento por detenerla, en 1995 la vuelta se comenzó a sancionar con un número de amonestaciones más alto cada año, que finalmente terminó en 1999 con la resolución de prohibirlas completamente.[68] Las autoridades solo permiten la "Pintada" fuera del establecimiento[69] y solo si es informada con antelación a las autoridades, de forma que ese día solo se hagan entregas de notas a través de algunas entradas secundarias a los lados del edificio, y que los días anteriores se pueda advertir a través de notas que nadie estacione su auto en ese sector para evitar daños. Hasta el momento no se ha registrado ningún disturbio en estas celebraciones.
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Referencias culturales
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Literatura
Son varias obras literarias que toman lugar o son recuerdos del Colegio. Decía el poeta Horacio (Odas, IV, 9) que son muchos los varones esforzados que vivieron antes de Agamenón, pero que yacen desconocidos en la larga noche del olvido porque carecieron de un admirador inspirado que rememorara sus proezas[70], y esto también vale para la literatura argentina anterior a la liberación de la corona española, ya que si existieron manuscritos, de ellos no ha quedado nada. La literatura argentina que llegó hasta hoy en día comienza a aparecer durante el período de guerras civiles posteriores a la Revolución de mayo de 1810 y muchas veces fue publicada en el extranjero o posteriormente a la caída de algún dictador.
- 1848. "A mis amigos de colegio",[71] del poeta José Mármol, quien en 1838 fue encarcelado debido a su militancia contra Rosas, luego de lo cual vivió en el exilio. En una época del país en la cual, después de la libertad de la corona española conseguida en 1810, la lucha entre pequeños focos de vida, señoreados por espeluznantes caudillos, "dur(aría) más de 30 años, tuvo una dureza feroz y estuvo a punto de dar por tierra la tan ansiada unidad nacional",[72] fue escrito este poema, dedicado a los compañeros que se habían formado en el Colegio de Ciencias Morales clausurado por presión de Rosas, con muchos de los cuales se reencontraría en la Asociación llamada de la "generación del 37", "inspiradores de la Constitución de 1853 y promotores de la organización nacional"[73]. El poema fue escrito 10 años después pero ubicado temporalmente a 30 años de exiliado; ésta es una versión que llegó a nuestros días, ya que sus obras se caracterizan por sus numerosas y desordenadas versiones, muchas de ellas perdidas.
- [...]Cuando del alma ingenua la abrillantada suerte
- Hace dudar al niño si hay para el hombre muerte,
- Y penas en el mundo para su corazón;
- Y nuestro ayer se toca con el arrullo tierno
- De nuestra cuna de ángel, y el porvenir, eterno
- Miramos por el prisma de la imaginación;
- Y se cree mentira lo que contar oímos
- De humanas liviandades y males que no vimos,
- Y amigos que se venden y amores con doblez;
- Y a imaginar llegamos al contemplar los viejos,
- Que casi es imposible llegar hasta tan lejos,
- O que nos faltan siglos para sentir vejez;[...]
- ¡Cuán dulce es el recuerdo feliz de esos instantes,
- En medio de la vista cuando los ve distantes
- La ya cansada vida del triste corazón;
- Y allá de lo pasado los toma la memoria,
- Como las flores secas de lápida mortuoria
- Que cubre algunos restos de nuestra adoración! [...]
- Con mis primeros sueños; con las primeras flores
- Que del jardín de mi alma vertieron sus olores,
- Inmaculado vive vuestro recuerdo en mí.
- El tiempo es impotente para arrancar tirano
- Raíces que bordaran el corazón humano,
- cuando las toma virgen y las ahonda en sí. [...]
- En esta vida errante que en mis tempranos años
- Arrastro con mis penas por miedo a los extraños
- ¿En dónde, en qué momento, los míos olvidé?
- Las tropicales brisas, las ráfagas del polo,
- Los montes y el desierto, donde he llorado solo,
- Conocen vuestros nombres y mi sincera fe. [...]
- Amigos de mi infancia; mis tiernos compañeros,
- Que miro recordando mis días placenteros,
- Acaso nunca, nunca me volveréis a ver!
- Yo sé que en mi sepulcro no crecerá una rosa
- Que se abra y se matice bajo la luz hermosa
- Del sol que sorprendiera mis ojos al nacer.
- Pero ¡ay! pagadme siempre recuerdo con recuerdo,
- Y si mis tristes días en suelo extraño pierdo,
- Los ecos no se pierdan de mi infeliz laúd.
- Reconquistad mis versos donde hallaréis mi historia;
- Después... después acaso, no muera mi memoria...
- ¡Yo he visto algunas flores nacer de un ataúd!
José Mármol, "A mis amigos de colegio"[71] (fragmentos)
- 1884. Juvenilia,[74] de Miguel Cané. Esta obra que retrata con vivacidad su paso por el Colegio (1863-1868) es un verdadero clásico de la literatura argentina.[2] Su padre Miguel Cané había sido un respetado hombre de la generación del 37 y la vida del hijo es representativa del trato hacia los hijos de estos hombres en la época justo posterior a las guerras que habían convulsionado al país, la de la Organización Nacional, que estaba preparando a la generación del 80 de la que Cané hijo formaría parte. El claustro Presidente Mitre del Colegio conmemora en una placa una de sus citas más famosas: "Yo diría al joven que tal vez lea estas líneas, paseándose en los mismos claustros donde transcurrieron cinco años de mi vida, que los éxitos todos de la Tierra arrancan de las horas pasadas sobre los libros en los años primeros".[2] En los inicios del cine argentino fue versionado en la película Juvenilia, de 1943.

- 1896. El canónigo doctor don Eusebio de Agüero y el Colegio Nacional y Seminario Conciliar fundado por él, serie de artículos publicados en la revista La Quincena en Buenos Aires entre 1895 y 1896[75] en los que el exalumno Federico Tobal recuerda con aprecio y respeto al rector y canónigo Dr. Agüero, quien fuera el primer rector del Colegio refundado en 1854 luego de la caída de Rosas, y a quien conoció como alumno 10 años antes de la Juvenilia de Cané.[76] Los artículos fueron reimpresos en "El Diario" de Láinez en 1907 bajo el nombre «Recuerdos del Colegio Nacional»[77][75] y décadas más tarde esta "Juvenilia olvidada" como se la llamó más tarde,[76][78] fue reeditada en versión ligeramente corregida -aparentemente el original se ha perdido- bajo el nombre Recuerdos del viejo Colegio Nacional de Buenos Aires[75] (editorial Rosso, Buenos Aires, 1942[63]). Más que un libro de anécdotas, que inevitablemente las hay, es una reflexión sobre la personalidad del rector y cómo la transmitía a los alumnos, sobre su previsibilidad sobre el futuro y lo que perdió el Colegio y el país en materia de educación después de su muerte en que todos sus proyectos fueron siendo borrados.
"La última batalla parlamentaria en la que desplegó su vigor, todo su celo y su gran amor por la juventud, fue la referente a la Chacarita de los Colegiales que se quería arrancar al dominio y patrimonio del colegio. Triunfó, pero su exaltación fue tal, que cuando retornó al Colegio a altas horas de la noche, venía chispeante y altivo como un granadero después de la victoria comprada a punta de coraje. Su estado era tal, que debió acostarse de inmediato y tomar algún calmante, mandando al portero que despertase y llamase a alguno de nosotros. Cuando entramos en su pieza, así que nos vio, nos dijo, revolviéndose en el lecho:
- Hijitos míos, si no voy hoy a la Cámara, nos quitan la Chacarita-. Y repitió dos o tres veces con profundo acento: ¡Nos quitan la Chacarita!"Federico Tobal, El canónigo doctor don Eusebio de Agüero y
el Colegio Nacional y Seminario Conciliar fundado por él,
"Recuerdos del viejo Colegio Nacional de Buenos Aires".[63]
- 1939. Lo que era el Colegio Nacional de Buenos Aires en 1870, "disertación del ex-rector Dr. Manuel B. Bahía en el almuerzo de compañerismo realizado en su honor por los ex-alumnos del Colegio el 10 de junio de 1939 en el Club Universitario de Buenos Aires". Folleto de 12 páginas de la Imprenda Lurati, Buenos Aires, está en la Biblioteca del Colegio,[79] según la crítica un "emotivo testimonio".[80]

- Creado cerca de 1920, el poema Elegía al viejo Nacional Central, de Baldomero Fernández Moreno, quien egresó en 1903 cuando todavía no había sido reconstruido su solar, obra arquitectónica que comenzó justo después en 1910. En el poema, al igual que en su más célebre Setenta balcones y ninguna flor, el autor observa con nostalgia la modernización de la ciudad y la pérdida de su identidad colonial.[81]
- "El tiempo terrible mueve su piqueta.
- ¿Dónde está mi viejo Nacional Central?
- Este gran palacio no me dice nada,
- muchos semejantes tiene la ciudad.
- Si apenas me acuerdo, si apenas me acuerdo,
- tres o cuatro lustros han pasado ya.
- Era un portal ancho, sonoro y oscuro,
- y un portero alerta fiero como un can.
- Y unos corredores inconmensurables
- de paredes altas lamidas de cal,
- y baldosas blancas y baldosas negras
- y un aroma de años y de santidad." [...]
Baldomero Fernández Moreno, Elegía al viejo Nacional Central, las primeras estrofas.
- 1963. La Casa Nueva, evocaciones del Colegio Nacional de Buenos Aires, de Florencio Escardó, quien egresara en 1922.
"A pesar de la estricta vigilancia que el colegio ejercía, había en nuestro curso tres muchachos que desaparecían cuando querían, a poco que corriesen el peligro de ser interrogados por los profesores en situación desventajosa faltaban a esa clase, para reaparecer tranquilos y serenos en la siguiente. Lo advertimos cuando, presentes al pasar lista de la asistencia, no lo estaban al llamado del profesor. Al ser requeridos dábamos, con automática y no requerida complicidad, las explicaciones más plausibles.- Se retiró enfermo.
- Salió con permiso.
- Está en la Prefectura.
Pasado el peligro retornaban y no había fuerza en el mundo que les hiciese confesar adonde se habían escondido; cuando la presión inquisitiva se tornaba muy fuerte se limitaban a contestar:
- Estuvimos fumando.
Y nadie los sacaba de allí. Evidentemente era una consigna. Entretanto disfrutaban del prestigio conjugado de la eficacia de una escapatoria y del hermetismo. Hasta que un día la presencia de un misterio mayor los hizo hablar. Habían descubierto una efracción en el tabique de tablas que separaba lo restante del claustro del sitio demolido hacia el oeste; como formaba una “impasse” los inspectores de patio no creían necesario vigilarlo. Con paciencia de presidiarios habían perfeccionado el buraco sin alterar la anatomía externa y en el momento propicio se pasaban al terreno donde, detenida un tiempo la obra, las hierbas iban recobrando el implacable derecho vegetal sobre los trozos de muros derruidos y sobre el desorden de fragmentos de ladrillos y cementos, conjunto propicio a cualquier aventura y sitio maravilloso para una escapada; en ese decorado de Huber Robert pasaban sus semi-rabonas el gordo Venazzano, el flaco Estiú y el loco Tays. La necesidad de las reservas era obvia ya que la difusión de la noticia hubiese significado el fin del disfrute y los tres lo guardaban como juramentados llamando, para mayor romanticismo, “Ortus conclusus” a aquel yuyal de ricino, cardos y malezas que medraban a cien metros de la Pirámide de Mayo. Sucedió que recorriendo su coto de humo dieron con algo que no esperaban jamás: la boca de un ancho túnel abovedado, libre de toda obstrucción y de estructura perfecta que partiendo de lo que habían sido los fondos del antiguo Colegio se prolongaban hasta el noreste o sea en la dirección de la Casa de Gobierno; penetraron cuidadosamente en él y avanzaron sin dificultad muchos metros hasta que los rodeó la oscuridad más completa. Abandonaron las exploraciones para mejor ocasión, pero al volver al Colegio la magnitud del descubrimiento pudo más que el interés escapatorio y entre ilusionados e incrédulos varios más fuimos iniciados en el tremendo secreto."Florencio Escardó, La casa nueva.[82]
- 2005. Racconto del Nacional de Buenos Aires, de Rodolfo Ferrero (promoción 1936?), donde el autor evoca sus años como alumno, celador y más tarde médico del histórico Colegio Nacional de Buenos Aires.[83] "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla", es la frase de García Márquez que el autor hace propia y da forma a su relato.[83] El libro se complementa con un apartado sobre las dislexias, consideraciones acerca del cargo de celador, jugosas anécdotas del consultorio médico del colegio y una exhortación a la unión de todos los "hermanos en el aula y en la vida".[83]
- De los años 1970, que fue una época difícil y traumática en la historia del país, que el CNBA sobrellevó con la triste estadística de ser el secundario más golpeado, con el mayor número de desaparecidos y exiliados, quedó un legado que se tradujo en un número importante de obras:
- 1996. Franca, la historia de una desaparecida, del egresado Gustavo Szulansky, imprenta del Colegio Nacional de Buenos Aires, reeditado en el 2006 por Juvenilia Ediciones como Franca 18 años, desaparecida. "Narra las experiencias del apasionado y precoz estudiantado del Colegio Nacional Buenos Aires que el autor conoció en su paso por esa institución. El lector logrará palpar la encendida efervescencia de esa militancia juvenil, a partir de algunas impresiones que apelan a la ternura y a la indignación."[84]
- 1997. Buena Memoria, composición fotográfica de Marcelo Brodsky (promoción 1972) aclamada internacionalmente,[85] que sigue la historia de su hermano y su mejor amigo (Martín Bercovich), ambos exalumnos del CNBA desaparecidos durante la dictadura militar. Según sus propias palabras, "contar a los jóvenes una historia de violencia y ausencia a través de las emociones, de forma que la experiencien de primera mano y puedan actuar para prevenir que se repita cuando se dé la situación." La edición en forma de libro fue incluida en el segundo volumen de Photobook, la historia de la fotografía según Martin Parr a través de sus títulos más influyentes, y fue publicada en español, inglés, italiano y alemán.[86] "Buena Memoria" se ha expuesto como muestra en más de 120 oportunidades en veintiséis países hasta el 2009, en forma individual o integrando varios proyectos artísticos.[87] La foto "Colegio Nacional de Buenos Aires - Primer año sexta división" es tapa del libro.
- 2001. Glorias y Tragedias en el Colegio Nacional de Buenos Aires, atribuido a Raúl Aragón, quien fuera docente y rector del Colegio. " “Con los muchachos vine, con los muchachos me voy”, dijo Aragón la noche de 1974 en que la intervención Ivanissevich-Ottalagano desembarcó en la universidad. No fue demasiado lo que estuvo al frente del Buenos Aires, pero lo suficiente para dejar huellas que aún están presentes. Quienes vivieron aquellos días en el colegio, sea como alumnos o profesores, destacan que “en una época terriblemente convulsionada lo mantuvo con un buen nivel académico y con altísimo nivel de participación”."[88] "En este libro Aragón hace a un lado su propio protagonismo, y se detiene en la fuerza moral de los alumnos sacrificados al rigor de los represores, fuerza que se alimenta de textos definitorios de una identidad del Colegio y la Nación, en sucesivas generaciones de maestros y alumnos que hicieron valer su sentir en momentos culminantes: en mayo de 1810, en la generación del 37, en los que lucharon pro los alcances de la ley 1420 y la Reforma Universitaria, identificación desde el Pasado que les asegura el galardón de inscribirse en la mejor tradición argentina."[89] Clasificado como Novela-Ensayo-Autobiografía.[89]
- 2004. Sinfonía para Ana, de Gaby Meik, que relata la historia de una adolescente argentina en la década del '70 y su paso por el Colegio Nacional de Buenos Aires. Cuenta Lidia Godena: "Comienza con su ingreso a la escuela secundaria, durante la tercera presidencia de Perón y termina un par de meses después del golpe de estado de 1976. Cuenta la vida cotidiana de Ana, su militancia en la escuela y fuera de ella, sus primeros amores, el despertar sexual, los amigos y la vida familiar; tiene mucho rock, mucho ritmo, y mucho personaje político de la época: Isabel, López Rega, referencias al Che, entre otros. Es un libro que los adolescentes adoran, se identifican mucho con Ana y sus amigos. Es duro, pero inolvidable."[90]
- 2007. Ciencias Morales, del egresado Martín Kohan, ganadora del Premio Herralde de Novela 2007, ficción ubicada en el año 1982 que relata como trasfondo y como movilizador de una anécdota el paso de la dictadura militar del Proceso de Reorganización Nacional por el Colegio. En el 2010 fue adaptada al cine en la película La Mirada Invisible. "La atmósfera pesada y densa de la escuela es el verdadero personaje: es una narración sorprendente en su modo de palpar el aire opresivo sin el concurso de un yo que lo exponga o lo rememore".[91] "En ambos casos [(el libro y la película)], el micromundo del Colegio Nacional de Buenos Aires funciona como representación a escala, confirmando que, como sostiene el prefecto, “la historia del colegio y la de la patria son una y la misma cosa”."[92] El libro está disponible en línea.[91]
- 2010. El Legado de Moreno, de Ricardo Romero, según sus páginas editado por "Ediciones Cooperativas", emprendimiento de docentes de la facultad de Ciencias Económicas de la UBA para difundir sus escritos. La ficción trata de un docente del CNBA y un grupo de alumnos quienes por curiosidad buscan lo que según la leyenda contada en clase es el "legado de Moreno", secretario de la Primera Junta de Gobierno. El libro está disponible en línea.[93]
Además, el Colegio es mencionado de forma secundaria en numerosos textos literarios como los siguientes:
- 1850. Recuerdos de provincia, de Domingo Faustino Sarmiento:
Concluyó mi aprendizaje de la escuela por una de aquellas injusticias tan frecuentes, de que me he guardado yo cuando me he hallado en circunstancias análogas. Don Bernardino Rivadavia, aquel cultivador de tan mala mano, y cuyas bien escogidas plantas debían ser pisoteadas por los caballos de Quiroga, López, Rosas y todos los jefes de la reacción bárbara, pidió a cada provincia seis jóvenes de conocidos talentos para ser educados por cuenta de la nación, a fin de que, concluidos sus estudios, volviesen a sus respectivas ciudades a ejercer las profesiones científicas y dar lustre a la patria.Pedíase que fuesen de familia decente, aunque pobres, y don Ignacio Rodríguez fue a casa a dar a mi padre la fausta noticia de ser mi nombre el que encabezaba la lista de los hijos predilectos que iba a tomar bajo su amparo la nación. Empero se despertó la codicia de los ricos, hubo empeños, todos los ciudadanos se hallaban en el caso de la donación, y hubo de formarse una lista de todos los candidatos; echóse a la suerte la elección, y como la fortuna no era el patrono de mi familia, no me tocó ser uno de los seis agraciados. ¡Qué día de tristeza para mis padres aquel en que nos dieron la fatal noticia del escrutinio! Mi madre lloraba en silencio, mi padre tenía la cabeza sepultada entre sus manos.
Y, sin embargo, la suerte, que había sido injusta conmigo, no lo fue con la provincia, si no es que ella no supo aprovechar después de los bienes que se le prepararon.
(...) Lo único que hay claro, es que ninguno de los seis jóvenes educados por Bernardino Rivadavia ha permanecido en San Juan, privándose esta provincia de recoger el fruto de aquella medida que por sí sola bastaría para hacer perdonar a aquel gobierno muchas otras faltas.
- 1874. "El capitán de Patricios",[95] del poeta y afamado crítico Juan María Gutiérrez (promoción 1827?). El relato está ubicado en 1810 y hace una referencia a que como parte de su formación de estudiante el gallardo capitán de 25 años estudió en el colegio de San Carlos, donde tuvo la suerte de ser discípulo de un profesor Fernández.
- 1887. En la sangre,[96] novela del exalumno Eugenio Cambaceres (promoción 1861?), considerado "un narrador chismoso"[97] que "todo el mundo leía a hurtadillas",[98] y que sufrió una deliberada discriminación en los círculos literarios de la época. Siendo su primera novela y la que lo hizo célebre escrita en un tono y con convicciones diferentes de las siguientes, la cuarta novela atribuida a su nombre recorre la vida de Genaro, hijo de inmigrantes italianos que llegan al país sin recursos ni educación y que luego de progresar económicamente, debido a las aptitudes del hijo, a contar con los recursos y a las ambiciones de progreso social, en las primeras páginas de la novela envían al hijo al Colegio Nacional (llamado en la novela como se estilaba entonces, "la universidad"). Genaro adapta sus ambiciones a las de la madre pero fracasa en aprender a trabajar y estudiar, por lo que se vale de artimañas para alcanzar el éxito social tan deseado.
- 1889. Irresponsable, la primera novela del médico Manuel Podestá (promoción 1871), quien luego de un rico currículum renunciara a todos sus cargos y mantuviera el de director del Hospital de Alienadas (hoy Moyano), su novela más que como una obra literaria fue tratada como una estrategia para exponer su tesis de que la irresponsabilidad es un deterioro cerebral con base genética, adjudicándosela a un protagonista al que se niega en toda la obra a ponerle un nombre.[99] La novela que parece una serie de recuerdos o fantasías deshilvanados y por partes editados con imágenes literarias, hoy se rescata como una novela fundacional del naturalismo en Argentina, y "una nueva manera de novelar, casi sin antecedentes, sin duda sin descendientes".[100] El primer capítulo transcurre en la adolescencia del protagonista en las aulas del Nacional, en el capítulo "Irresponsable" el protagonista mantiene una charla con un viejo compañero del Colegio que el escritor utiliza para exhibir sus hipótesis con respecto a la vida y la personalidad del protagonista.
- 1915. García Mérou, Martín. Recuerdos literarios. Con introducción de Ricardo Monner Sans. La Cultura Argentina, Buenos Aires.
- 1958. Adolfo Bioy Casares. Antes del novecientos. Buenos Aires.[101]
- 1998. Los ojos del perro siberiano de Antonio Santa Ana. En Nunca seré un superhéroe, también de Antonio Santa Ana, se nombra un tal "Colegio" y se menciona que es muy difícil entrar, a pesar de que nunca se menciona el nombre del establecimiento es común que los lectores piensen en el CNBA. El autor cursó el secundario en otro colegio y tiene un hijo que fue al CNBA.
- 1998 (publicación). "Bolívar y Moreno" un cuento de un más joven Martín Kohan, no transcurre en el Colegio sino íntegramente en una de sus míticas esquinas. El relato fue finalista del premio "Haroldo Conti", otorgado por la Pcia. de Buenos Aires y la Universidad de Quilmes, y editado en libros distribuidos por Página/12. Fue publicado en 1998 como parte del libro de cuentos del autor, Una pena extraordinaria de la editorial Sigmur[102]
- 2003 "Una vez argentina" de Andrés Neuman. El narrador estudia en el Colegio.
- 2008. Son memorias, del historiador Tulio Halperín Donghi (promoción 1944), mirada autobiográfica con tintes literarios en que evoca sus años de infancia y de juventud, entre los que se encuentra su pasaje por el Colegio.
- 2011. Los Electrocutados de J. P. Zooey.[cita 6]
- 2012. Espía vuestro cuello, de Javier Trímboli, que cuenta relatos y reflexiones que transcurren en épocas diferentes desde los '70 hasta los 2000, entre ellas su paso por el Colegio, en un libro difícil de encasillar, definido por Guillermo Korn como "evocación de la desmesura".[103] Dice Juan Pablo Maccia: "La novela –por llamarla de algún modo- relata el aprendizaje de un historiador nacido en los últimos sesenta: clase media acomodada -Colegio Nacional Buenos Aires- coqueteo político filoperonista en el PC de Luder Vittel, docencia. Memorias de alguien que, triste, es consciente de que las instituciones que lo formaron esperaban más de él. Aunque en el inicio puede desalentar (..), en la segunda parte nuestro historiador ya no cabe en ningún discurso. Enloquecido en su propio humor se entrega –a partir de una ponencia en un curso de formación de docentes- a una narración brillante –incluso y no a pesar de lo disparatado- de historia argentina. La novela entera puede leerse como una reflexión demente sobre los años ochenta del siglo que nos antecede, desquiciada por la interlocución con Ramos Mejía y, a través de ella, con no pocos episodios del siglo XIX en torno a los cuales se descubre el carácter de la nación añorada".[104]
- 2015. "La dificultad" de Tomás Abraham. La novela autobiográfica de Abraham menciona varias veces su intento fracasado de entrar en el Colegio. Pasa a estudiar en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza.
- Sobre la época de la represión de los 1970:
- 1977. Pico de Paloma, editorial Corregidor, de la joven exalumna Gloria Kehoe, único libro que llegó a publicar justo antes de convertirse en desaparecida.[105] Fue reeditado en el 2004 en Pico de paloma y otros escritos, en el que se suman textos inéditos, los recuerdos de sus compañeros de estudios y otros testimonios "de esa intensa búsqueda literaria".[106]
- 2007. Graciela está entre nosotros de Jorge Gaggero (compilador), sobre la exalumna desaparecida a sus casi 30 años Graciela Mellibovsky. "Militante en las filas del peronismo revolucionario durante la última década de su joven vida, Graciela Mellibovsky fue detenida-desaparecida por un grupo de tareas del Primer Cuerpo del Ejército en septiembre de 1976. En memoria de Graciela -en el 60º aniversario de su nacimiento y a más de 30 años de su secuestro y desaparición- su familia, algunos de sus muchos amigos y protagonistas destacados de aquellos duros años, dan testimonio en estas páginas de su vida y su tiempo. La entrañable marca de su recuerdo en nosotros ha frustrado la diabólica intención de quienes se la llevaron en la flor de su edad. Participan, entre otros, de esta Memoria de todos: Matilde, Santiago y Leonardo Mellibovsky - Adriana Kowalewski - Cristina Caiati - Jorge Gaggero - Horacio Verbitsky - José Pablo Feinmann - Mary Günfeld - Fernando Mellibovsky - Gustavo Caraballo - Fernando Porta - Horacio Losoviz - Jorge Gaggero (hijo) - Horacio Losoviz - Marie Moavro - Adrián Mingorance - "Tito" Kaminker - Mirta Zon - Antonio Elio Brailovsky".[107]
Teatro
- 1978. El Ex Alumno,[108] del egresado Carlos Somigliana. Un exalumno "del mítico Nacional Buenos Aires" vuelve a visitar a su profesor de literatura, casi 30 años después de graduarse. "Es una dramaturgia visceral y vivencial, que busca develar una verdad, mostrando al mismo tiempo una inarmonía radical entre la visión del mundo y el mundo mismo."[109] Fue estrenada ese mismo año en el Teatro Lasalle en Buenos Aires, junto con otras obras considerada por Carlos Gorostiza "el inicio del Teatro Abierto",[110] y puesta en escena nuevamente en el 2010 en el Teatro del Pueblo en Buenos Aires bajo dirección y adaptación de Luis Sáez.[109]
Ensayística
También existen varios ensayos que toman como referente al Colegio.
- 2013. El Colegio, la formación de una elite meritocrática en el Nacional Bs As. (editorial Sudamericana), de Alicia Méndez. "Un ensayo a partir de entrevistas a ex alumnos de distintas promociones sobre el Colegio Nacional de Buenos Aires como el modelo meritocrático por excelencia formador de elites de la Argentina desde hace 150 años."[111]
- 2010. El Colegio Nacional de Buenos Aires de Gustavo Brandariz, con prólogo del exrector Horacio Sanguinetti, se considera un continuador y actualizador del ensayo sobre la historia del Colegio del exrector.[112] (1.º ed. Buenos Aires IIHML, 2010.) Dibujos de Carlos Moreno. Fotos de Carlos Blanco. 56 p., ilus., 29,5 x 21 cm (Colección Cuadernos de la Manzana de las Luces / dirigida por María Sáenz Quesada. Volumen 8).
- 2009. Cincuenta años no es nada. Las primeras chicas en el Buenos Aires. El libro hace referencia a la primera generación de mujeres que ingresó en el CNBA en 1959. Escrito por las propias exalumnas.
- 2005. Carajo 72 - El Regreso. Una historia argentina, compilado por Odino Ciai y Cristóbal Raúl Santa María, editado por Juvenilia Ediciones. Dicen solapa y contratapa: "La Promoción Carajo 72 del Colegio Nacional de Buenos Aires abre una lista de correo electrónico para organizar la celebración de su aniversario de egresados. No es cualquier momento en la Argentina: es 2002, el año del "que se vayan todos". No es cualquier aniversario: son 30 años desde que dejaron el Colegio. No es cualquier promoción: es una de las más golpeadas por la represión de los 70. En la lista confluyen las vivencias de quienes permanecieron en el país, de los que se fueron definitivamente y de los que volvieron. Carajo 72 - El Regreso es un entrañable collage de recuerdos, anécdotas y reflexiones, surgido a partir de los intercambios por correo electrónico de los egresados del año 1972 del Colegio Nacional de Buenos Aires".
- 2002. La otra Juvenilia. Militancia y represión en el Colegio Nacional de Buenos Aires, 1971-1986, de Santiago Garaño y Werner Pertot, egresados que recopilan historias personales y reconstruyen la historia de los estudiantes desaparecidos del Colegio durante la dictadura. La investigación que derivó en este libro permitió corregir la lista de estudiantes desaparecidos de 98 a 105[113] (número que siguió aumentando posteriormente, ver El futuro es nuestro en televisión). tercera edición, en el 2008, fue "corregida y aumentada" y se agregó un prólogo de José Pablo Feinmann.
- 1999. Cuando Eros fue al Colegio Nacional de Buenos Aires (1973-1974), de Jorge Iglesias, en edición "mimeo" según La otra Juvenilia(2003) que lo cita.
- Fue uno de los 3 ensayos ganadores en 2001 de un concurso del Programa de Derechos Humanos de la UBA en el que habían participado más de 50 ensayos,[114] y que fueron publicados en el 2003 bajo el nombre Construcción de la Memoria, de editorial EUDEBA, sobre la época de las desapariciones de los 70[115]
- 1998. Más abajo.
- 1995 El Colegio Nacional de Buenos Aires, Manrique Zago (editor). Manrique Zago Ediciones. 200 páginas a todo color con fotos emblemáticas. Se consigue en la "Librería del Alumno" que está en la esquina del Colegio, comercio sin relación con la institución.
- 1992. Quis est Quis. Hermanos en el aula y en la vida. Buenos Aires, Asociación de Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires [y sucesivas reediciones ampliadas].
- 1990. Discursos del rector de Horacio Sanguinetti. Publicado por la Universidad de Buenos Aires, Colegio Nacional de Buenos Aires.[116]
- 1987. Furlong, Guillermo y De Paula, Alberto. Colegio "Grande" de San Ignacio 1617-1767; Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces, Buenos Aires.[101]
- 1985. Estrada Abalos, José M. "El Colegio Nacional de Buenos Aires en la presidencia de Nicolás Avellaneda" (Trabajo inédito presentado en el Congreso Nacional de la Sociedad Argentina de Historiadores). En Nicolás Avellaneda, sus ideas y su tiempo. Avellaneda.[101]
- 1984. Asociación de Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires 1934 – 1984. Los 50 años de la Asociación. Buenos Aires, 1984.
- Breve historia del Colegio Nacional de Buenos Aires, de Horacio Sanguinetti, con 3 ediciones:
- 1963. Breve historia del Colegio Nacional de Buenos Aires, con un poema de Baldomero Fernández Moreno. Edición de la Asociación Cooperadora "Amadeo Jacques."[101]
- 1984. Segunda edición por la editorial Macchi.[101] Se actualiza muy brevemente la época posterior a la primera edición. Solo le dedica un último párrafo al gobierno militar de 1976-1982, que solo menciona su existencia y desea que a partir de la vuelta de la democracia la institución se renueve "en sus tradiciones más gloriosas".[117]
- 2006. Tercera edición por Juvenilia Ediciones.
- 1982-84. Brandariz, Gustavo A. El edificio del Colegio Nacional de Buenos Aires; Buenos Aires.[101]
- 1976. José María Monner Sans. Breves Recuerdos de un pretérito, Emecé Ed., Buenos Aires.
Un profesor de literatura [estaba] preocupado ante la prueba escrita de uno de sus alumnos, pues al pedir que cada uno transcribiera tres o cuatro estrofas del Martín Fierro, optó el susodicho por alguna de texto muy escabrosamente criollo. ¿La elección de ese fragmento era intencional y con él se quería provocar la reacción del profesor? Nielsen leyó la prueba y hurgó en los recovecos de su extraordinaria retentiva visual. Creo -dijo- saber quién es ese estudiante; tal vez haya pecado más de ingenuo que de taimado o de pícaro, así que tiene usted un recurso para averiguarlo: hágale leer en voz alta estas carillas y observe si es capaz de concluir la segunda, donde reproduce la estrofa maloliente. El profesor, bastante receloso de lo que podría ocurrir en el aula, puso en práctica la experiencia aconsejada por Nielsen. Y cuando el lector llegó a la segunda carilla y vio una de aquellas sextinas, se le atragantó la voz y se echó a llorar. Bastó indicarle que para lo sucesivo escogiera otros pasajes de menor zafaduría gaucha por si, casualmente, le pedían que los dijera en el examen de fin de curso. Se evitó así el escandalete presumible y una reprimenda superflua o ñoña.José María Monner Sans (1976) Breves recuerdos de un pretérito. Emecé Ed., Buenos Aires.[118]
- 1998. Juan Nielsen. Retrato de un maestro de Marco Denevi, un conocido escritor que también es ex alumno. En la obra Denevi, fallecido poco después de publicarla, relata vida y trayectoria de Juan Nielsen, quien fuera rector del colegio desde 1927 hasta 1941, y recogió testimonios de alumnos que lo conocieron personalmente.[119]
Fue en 1930, cuando yo cursaba el primer año del bachillerato. Al llegar al colegio vimos que las puertas estaban cerradas y que los más altos y los más fuertes entre los de sexto año ocupaban la escalinata de granito por la que se tiene acceso al edificio. Nos gritaron: ¡Hoy no entra nadie! ¡Hay huelga! Era la primera vez que sucedía una cosa así. Nos sentíamos incrédulos y también alborozados ante la perspectiva de un día de asueto. Los de sexto año seguían vociferando: ¡No entra nadie, nadie! De golpe se abren las grandes puertas de hierro y de vidrio y allá arriba aparece ¡Nielsen en persona! Lo veíamos altísimo, erguido, imponente. Todos hacemos silencio. Nielsen barre con la mirada a su alrededor, extiende un largo brazo derecho, extiende un todavía más largo dedo índice, y con un ademán perentorio apunta hacia el interior del colegio. Los valientes de sexto año agachan la cabeza y, sin chistar, obedecen. Cosa curiosa, los últimos en acatar la muda orden de Nielsen fuimos nosotros, los mansos corderitos de primer año. Nos costaba renunciar al día de asueto.Nelio Duranti (testimonio) en: Marco Denevi. Juan Nielsen, Retrato de un maestro.
- 1972. Groussac, Paul. "José Manuel Estrada". En: Los que pasaban. Editorial Huemul. Buenos Aires.[101] El libro también nombra al rector Alfredo Cosson.[120]
- 1945. Vilardi, Julián A. "Colegio Nacional de Buenos Aires". En: Histonium, año 7, n.º 77, Buenos Aires, octubre de 1945.
- 1944. Barreda Laos, Felipe. "El Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires". En: Revista de la Biblioteca Nacional; Buenos Aires.[101]
- 1943. Lizer y Trelles, Carlos A. Prof. Dr. Juan Nielsen. Talleres Gráficos Tomás Palumbo, Buenos Aires. Separata de: Anales de la Sociedad Científica Argentina.[101]
- 1940. Orma, Adolfo. Mis recuerdos del Colegio Nacional de Buenos Aires como alumno y como docente: años 1875 a 1890. Asociación de Ex Alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires.[101]
- 1939. Wilde, Eduardo. "Carta sobre Juvenilia." En: Páginas Escogidas. Con selección, prólogo y notas de José María Monner Sans. Ángel Estrada, Buenos Aires.[101]
- 1939. Vilardi, Julián A., La Manzana de las Luces y el Colegio Nacional de Buenos Aires, Prólogo por Guillermo Furlong Cardiff. Academia Literaria del Plata. Buenos Aires.[101]
- 1938. Salvadores, Antonino. "Real Colegio de San Carlos". En: Historia de la Nación Argentina. Academia Nacional de Historia, Buenos Aires.[101] (según Brandariz 2013 es de 1928[6])
- 1930. Ricardo Rojas. Discursos del Rector don Ricardo Rojas. Imprenta de la Universidad de Buenos Aires. En particular "Deberes de la Juventud".[101]
- 1928. Antonino Salvadores. "Real Colegio de San Carlos". En: Academia Nacional de la Historia. Historia de la Nación Argentina. Buenos Aires, ANH.[6] (según Bemaman es de 1938[101])
- 1927. Ponce, Aníbal. "Amadeo Jacques". En: La vejez de Sarmiento. Talleres Gráficos Rosso, Buenos Aires.[101]
- 1918. Sousa Argüello, Armando de. El Colegio Real de San Carlos: su origen e influencia en el desarrollo de la Revolución de Mayo. Imprenta A. Ferriol, Buenos Aires.[101]
- 1917. Furlong, Guillermo. "El Primer Colegio de la Compañía de Jesús en Buenos Aires: 1608-1661". En: Crítica Jurídica, Historia, Política y Literaria. Buenos Aires.[101]
- 1915. Caraffa, Pedro I. El Colegio de San Carlos, o la Casa en la que se educó la Generación de Mayo; Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, Buenos Aires.[101]
- 1915. Sáenz, Mario. "Apuntes para la historia del Colegio". En: Revista de la Universidad de Buenos Aires, año 12, tomo 31.[101]
- 1910. Pillado, José Antonio. "El piquete de San Martín: primera fundación de la Compañía de Jesús en Buenos Aires". En: Buenos Aires colonial: edificios y costumbres. Compañía Sudamericana de Billetes de Banco, Buenos Aires.[101]
- 1906. Argerich, Juan Antonio. Recuerdos del aula. En: Artículos y Discursos. Coni, Buenos Aires.[101]
- 1896. "Colegio de San Carlos y Seminario Consular". En: Archivo General de la República Argentina. 2ª serie. Período de la Independencia. Año 1810. Kraft, Buenos Aires.[101]
- 1774. Riglos, Marcos José de. Yndize de los papeles de los Colegios de Sn. Ignacio y Betlende de esta ciudad y de los de la recidencia de Sn. Felipe de Montevideo. Buenos Aires.[101]
Alguno de los numerosos ensayos en los que es mencionado en forma secundaria:
- 2014. Pibes: Memorias de la militancia estudiantil en los setenta, de Hernán López Echagüe. Memorias sobre su militancia estudiantil secundaria en el turno noche del colegio Domingo F. Sarmiento, durante su militancia en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) aparecen los compañeros de militancia del Pellegrini y del CNBA.[cita 7]
- La Voluntad de Martín Caparrós y Eduardo Anguita, "Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina 1966-1978" es el subtítulo que propone, tiene partes en que habla un poco de cómo se vivió esa época en el establecimiento, además de narrar constantemente las aventuras de exalumnos como Firmenich.[121]
- 2011. 18.885 días de política (visiones irreverentes de un país complicado), del exministro del menemato Carlos Corach, editorial Sudamericana. "Del Colegio Nacional de Buenos Aires al Pacto de Olivos, el ex ministro del Interior repasa cada peldaño, cada alegría, cada traspié y cada enseñanza de su carrera.".[122][cita 8]
- 2003. Rotunno, Catalina; Díaz de Guijarro, Eduardo (Compiladores). La construcción de lo posible. La Universidad de Buenos Aires de 1955 a 1966. Buenos Aires, Libros del Zorzal, 2003. Prólogo de Marcelino Cereijido.[6]
- 2001. Sanguinetti, Horacio. La Ópera y la sociedad argentina. Buenos Aires, MZ ediciones, 2001.[6]
- 2001. Almaraz, Roberto; Corchon, Manuel; Zemborain, Rómulo. ¡Aquí FUBA!. Las luchas estudiantiles en tiempos de Perón (1943-1955). Buenos Aires, Planeta, 2001. Prólogo de Félix Luna.
- 1998. Vermeren, Patrice. Amadeo Jacques. El sueño democrático de la filosofía. Buenos Aires, Colihue, 1998[6]
- 1992. Fragmentos de una memoria: UBA 1821-1991. Eudeba, Gaglianone; Buenos Aires.[101]
- 1975. Osvaldo Loudet. Ensayos de crítica e historia. Buenos Aires, Academia Argentina de Letras.[6]
- 1974. Osvaldo Loudet. Recuerdos de Infancia y Juventud. Buenos Aires, Establecimientos gráficos COLUMBIA.
- 1964. Solari, Juan Antonio. Generaciones laicas argentinas. Hombres de la Ley 1420 y del liberalismo. Buenos Aires, Bases, 1964[6]
- 1962. Tulio Halperín Donghi. Historia de la Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires, Eudeba.[6][101]
- 1961. Alejandro Korn. El pensamiento argentino, ediciones Nova.[6]
- 1957. Sánchez Viamonte, Carlos. El pensamiento liberal argentino en el siglo XIX. Buenos Aires, Gure, 1957.[6]
- 1955. Arrieta, Rafael Alberto. La ciudad y los libros. Excursión bibliográfica al pasado porteño. Buenos Aires, Librería del Colegio, 1955.[6]
- 1950. Juan Mantovani. Épocas y hombres de la educación argentina. Buenos Aires, El Ateneo.[6]
- 1950. Moyano, Osmán. Ideas y maestros. Prólogo de Julio V. Otaola. Imprenta de la Universidad, Buenos Aires.[101]
- 1948. Osvaldo Loudet. Política del espíritu. Maestros y discípulos. Buenos Aires, El Ateneo, 1948.[6]
- 1948. Osvaldo Loudet. "El canónigo Eusebio Agüero y Amadeo Jacques: dos estampas rectorales del viejo Colegio Nacional de Buenos Aires". En: Política del espíritu: maestros y discípulos. El Ateneo, Buenos Aires.[101]
- 1947. Gastón Federico Tobal. Evocaciones porteñas.[cita 9]
- 1941 y 1947. Dos ensayos escritos por Enrique Larreta. Tiempos Iluminados (1941) consta de "extractos de sus memorias, ceñidos, presurosos" expuestos en la sala de conferencias del Jockey Club hacía dos años,[123] y menciona en dos párrafos lo que significó para él el paso por el colegio y un docente significativo que tuvo, Francisco Beazley, quien le encomendó una investigación sobre Atenas en tiempos de Pericles que años más tarde saldría a relucir en su primera publicación, la novela corta Artemis. Sobre su educación colegial de la que egresó en 1893?, escribió en ese miso ensayo: "Vino la hora sombría de los colegios. Difícil problema llegar a saber si aquellos de mi tiempo, un tanto carcelarios, cual más, cual menos, fueron tan malos para la formación de hombres fuertes y útiles como aparecen ahora a la luz sentimental de la pedagogía moderna. (...)"[cita 10]. La Naranja (1947) es una colección de miniensayos numerados, el 50 menciona su educación "(...) En los lejanos tiempos de mi niñez, se nos enseñaba, tanto en nuestras casas como en los mismos colegios, el horror de la mentira. El mentiroso, al igual que el delator, eran para nosotros seres despreciables."[cita 11]
- 1946. Juan Probst. Juan Baltasar Maciel, el maestro de la generación de mayo. Buenos Aires, Instituto de Didáctica de la Facultad de Filosofía y Letras.[6]
- 1945. Amadeo Jacques. Escritos, con estudio preliminar de Juan Mantovani. Buenos Aires, Ángel Estrada.[6][101]
- 1940. Mantovani, Juan. Bachillerato y formación juvenil. Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral.[6][101]
- 1940. Levene, Ricardo. La fundación de la Universidad de Buenos Aires: su vida cultural en los comienzos y la publicación de los cursos de sus profesores. Baiocco, Buenos Aires.str[101]
- 1937. Salvadores, Antonino. La Universidad de Buenos Aires, desde su fundación hasta la caída de Rosas. Universidad-Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, La Plata.[101]
- 1916. Alcorta, Amancio. La instrucción secundaria. Buenos Aires, La cultura argentina, 1916.[6][101] Con prólogo de Félix Icasate Larios.
- 1915. Gutiérrez, Juan María. Origen y desarrollo de la enseñanza pública superior en Buenos Aires: noticia histórica. Edición precedida por un estudio de Juan B. Alberdi. La Cultura Argentina. Buenos Aires.[101]
- 1914. José Ingenieros. Las direcciones filosóficas de la cultura argentina. Revista de la Universidad de Buenos Aires, Tomo XXVII, 1914. Reeditado en 1971 por Eudeba, Buenos Aires.[6]
- 1902. Bartolomé Mitre. Arengas. Colección de Discursos Parlamentarios, Políticos, Económicos y Literarios, Oraciones fúnebres, Alocuciones conmemorativas, Proclamas y Alegatos in voce pronunciados desde 1848 hasta 1902. Buenos Aires, Biblioteca de "La Nación". Tres tomos.[6]
- 1888. Piñero, Norberto. "La enseñanza en Buenos Aires antes de la fundación de la Universidad". En: Anales de la Universidad de Buenos Airse, Tomo 3: Historia de la Universidad de Buenos Aires. Imprenta Biedma, Buenos Aires.[101]
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Centro de estudiantes
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Contexto

Los estudiantes se organizan en un centro de estudiantes considerado la voz de los estudiantes en los reclamos y sugerencias internas a la organización del Colegio, todos los años se elige un nuevo presidente entre los candidatos, cada candidato está ligado a una agrupación política, las que a su vez normalmente se identifican con movimientos políticos externos.
Historia del Centro de Estudiantes
Los alumnos han organizado un centro de estudiantes a través del cual desarrollan sus propias reivindicaciones gremiales. Con una larga tradición de lucha estudiantil, la actividad política en el CNBA se interrumpió durante los años más sangrientos del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Bajo el auspicio de una revista estudiantil clandestina, Aristócratas del Saber, el Centro se reconstituyó en 1982, tomando el nombre de C.E.N.B.A. (Centro de Estudiantes del Nacional de Buenos Aires). Hoy en día, este órgano gremial sigue siendo un emblema para el movimiento estudiantil secundario a nivel nacional.
Terminada la dictadura militar, el C.E.N.B.A. tuvo una conducción pluralista, integrada por el Frente Secundario Intransigente (FSI, rama estudiantil del Partido Intransigente), la Federación Juvenil Comunista (FJC), la Juventud Peronista Evita (JP Evita) y la Franja Morada Secundarios (rama estudiantil de la Unión Cívica Radical). Sus primeros secretarios generales fueron Gabriel Puricelli (FSI) y Francisco Arturi (FJC), en 1984, y Claudio Suárez (JP Evita) y Santiago Villalba (FSI), en 1985. Villalba integraría en 1985 la primera conducción de la Federación de Estudiantes Secundarios (FES) de la Capital Federal, en representación del FSI.
Entre sus logros más destacados se encuentran el impedimento a la venta del campo de deportes de la institución o la posibilidad de que estudiantes, docentes y no docentes pudieran discutir los problemas internos del colegio, obtenida a través de la ocupación ("toma") del establecimiento educativo a mediados de 2006.
En 2007, luego de que, a principio de año, Escoria, una agrupación independiente de izquierda, ganara las elecciones para la presidencia del Centro, comenzó formalmente la lucha por la democratización, es decir, por el cogobierno definitivo de la institución por estudiantes, docentes y no docentes. Este conflicto, abierto desde ese momento, es llevado adelante en conjunto con el Centro de Estudiantes de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini.
Las elecciones de 2007, que determinaría la presidencia del Centro a lo largo de 2008, fueron ganadas por el Frente de Estudiantes en Lucha (FEL), agrupación por entonces perteneciente a la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), rama juvenil del Partido Obrero, de tendencia trotskista. A lo largo de 2008, la lucha por la democratización alcanzó un punto cúlmine con una nueva ocupación del edificio, que tuvo como resultado la creación del Consejo Resolutivo.
A fines de 2008 la Corriente Estudiantil del Buenos Aires (CEBA), otra agrupación independiente de izquierda, triunfó en los comicios para la presidencia, razón por la cual condujo el Centro de Estudiantes a lo largo de 2009. A lo largo de 2010, año durante el cual fue conducción Desde Bolívar, agrupación surgida tras una división de la CEBA y de ideología similar, se desarrolló un conflicto por la remoción unilateral, por parte del Consejo Superior de la Universidad de Buenos Aires, de la entonces rectora González Gass (relacionada con el Partido Socialista Auténtico, del Movimiento Proyecto Sur). Los estudiantes impidieron la entrada al establecimiento a las nuevas autoridades designadas durante un mes. El conflicto se cerró cuando el Consejo Resolutivo del Colegio aceptó realizar elecciones (indirectas) a rector, para formar una terna sobra la cual debía decidir el Consejo Superior de la Universidad.
A fines de 2010, la agrupación kirchnerista La Jauretche resultó vencedora en las elecciones, obteniendo por primera vez la presidencia. La sucederá una alternancia entre distintas agrupaciones que se encuentran en el espectro de la izquierda, desde alternativas independientes como Desde Bolívar + La Caravana en 2011 y Consciente Colectivo en 2014, hasta el trotskismo encabezado por Oktubre (agrupación vinculada a la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS)) en 2013 y 2015. En 2016, la organización kirchnerista El Eternauta (conformada por militantes de La Cámpora y El Semillero, rama estudiantil secundaria de Nuevo Encuentro) obtuvo la presidencia, y volvió a ser electa en 2017, siendo la primera agrupación en una década en conseguir la reelección.
En noviembre de 2019 ganó las elecciones el Frente de Lucha Estudiantil FLAMA, encabezado por la agrupación Oktubre, siendo la 3.ª conducción de la misma en una década. Se destaca como la agrupación con más permanencia en la historia del CENBA, ya que en 2020 cumplió 10 años de su fundación. La conducción de Oktubre fue prorrogada durante 2021 debido a la Pandemia de COVID-19, que imposibilitó la realización de las elecciones.
Luego de la pandemia, a finales del 2021, y con el fin de la virtualidad, se reanudó la corriente actividad del C.E.N.B.A, con nuevas elecciones en las que resultó vencedora Hierba Mala (Frente Patria Grande + Independientes) poniéndole fin a varios años de Oktubre.
Hierba logró retener la conducción por tres años consecutivos, con un lento pero progresivo deterioro electoral, y un constante crecimiento de La 25 (La Campora). La elección del 2023, ganada por Hierba Mala, fue tan ajustada que la diferencia con La 25 fue solo de unos 80 votos, mientras que ya en 2024 Hierba Mala sale eyectada de casi todos sus espacios ganando La 25 por 20 puntos en una elección histórica para el peronismo en el Colegio, consiguiendo a su vez la mayoría absoluta en el Consejo Escolar Resolutivo, hecho que ninguna agrupación lo había conseguido desde el 2017.
Lista de presidentes del Centro de Estudiantes desde 1988
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Revistas y diarios
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Revistas y diarios
Además ha sido protagonista de numerosas notas en diarios y periódicos de tirada popular, como:

- 1918. Ángel Gallardo. "Colegio Nacional de Buenos Aires: visita a los subterráneos". En: La Nación, Buenos Aires, 10 de octubre de 1918.[125]
- 1923. "Nuevo Colegio Nacional de Buenos Aires". En: El Arquitecto. Buenos Aires, n.º 30/32, 1923.[101]
- 1938. "Cumplió 75 años el Colegio Nacional de Buenos Aires." En: La Nación, Buenos Aires, 22 de mayo de 1938.[6]
- 1942. Pagés Larraya, Antonio. "Recuerdos del viejo Colegio Nacional de Buenos Aires". En: Revista Nosotros, 2.ª época, año 7, tomo 18. Buenos Aires, 1942.[6][101]
- 1965. Loudet, Osvaldo. "Amadeo Jacques: un gran maestro". En: La Prensa, Buenos Aires, 3 de octubre de 1965.[101]
- 1966. Ferrero, Rodolfo G.A. "Juan Nielsen: El Rector". En: La Nación; Buenos Aires, 27 de noviembre de 1966.[101]
- 1972. Monner Sans, José María. "Un Colegio llamado "El Central"." En: La Prensa, Buenos Aires, 7 de mayo de 1972.[6][101]
- 1980. Williams Álzaga, Enrique. "El histórico colegio y un gran rector." En: La Nación, Buenos Aires, 15 de junio de 1980.[6]
- 1983. Cosmelli Ibáñez, José Luis. "Del San Carlos al Buenos Aires (1783-1983)". En: La Nación, Buenos Aires, 20 de noviembre de 1983.[6]
- 1988. "Cumple 50 años el edificio del Colegio Nacional de Buenos Aires". En: La Prensa, Buenos Aires, 21 de mayo de 1988.[6]
- 1991. Zapiola de López Rivarola, Clara. "El Colegio Nacional de Buenos Aires. La historia de un prestigio imbatible." En: Revista Criterio, año LXIV, N.º 2080, Buenos Aires, 24 de octubre de 1991, Pág. 598 a 600.[6]
- 1996. Sanguinetti, Horacio. "Mujeres en el Colegio". En: La Nación, Buenos Aires, 21 de enero de 1996.[6]
- 2001. Rouillon, Jorge. "Sanguinetti, la gestión más larga en el Colegio Nacional de Buenos Aires". En: La Nación, Buenos Aires, 5 de junio de 2001.[6]
- 2003. de Vedia, Mariano. "Hoy cumple 140 años el Colegio Nacional de Buenos Aires." En: La Nación, Buenos Aires, 14 de marzo de 2003[6]
Cine y televisión
En cine:
- 1943. Juvenilia (basada en el libro homónimo de Miguel Cané). En su momento fue ganadora de cuatro Premios Cóndor de Plata entre ellos el de mejor película en 1944, momento en que el afamado crítico Calki escribió: ”Digna versión de una novela estudiantil. Es desde luego, un mérito trasplantarla a la pantalla con la requerida dignidad.” En el 2003, al cumplirse 60 años de su aparición, fue homenajeada y llamada "hito del cine nacional".[126]
- 2010. La mirada invisible del director Diego Lerman (basada en Ciencias Morales de Martín Kohan). La película, cuyo guion transcurre principalmente dentro del Colegio, no pudo ser rodada en su solar.
- 2017. Sinfonía para Ana de los directores Ernesto Ardito y Virna Molina (basada en el libro homónimo de Gaby Meik. La película fue filmada en el colegio.
En televisión:
- 2014. El futuro es nuestro, documental en 4 capítulos por canal Encuentro, completando 2 horas de duración[127] De los directores Ernesto Ardito y Virna Molina. "Eran alumnos del Nacional Buenos Aires, el colegio más golpeado durante la última dictadura militar; participaban en el centro de estudiantes y formaron la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Vivían la militancia con pasión y la conjugaban con el estudio, el amor y la amistad. Desde adolescentes soñaban con un mundo mejor, pero muchos de ellos pasaron a ser jóvenes desaparecidos. El futuro es nuestro trae al presente sus sueños, objetivos, temores y conflictos, y nos invita a encontrar continuidades entre aquellas luchas y las de hoy día."[128] Entrevistados: Adriana Slemenson, Mariana Slemenson, Haydeé García Gastelú, Vera Jarach, Eduardo Blaustein, Gabriela Alegre, Enrique Vázquez, Cecilia Schiavi, Vicky Kornblihtt, Gaby Meik, Diana Guelar, Oscar de Leone, Werner Pertot, Adriana Robles, Hugo Colaone, Valeria Hasse.
En forma secundaria está presente en:
- 2013 Las huellas del secretario,[129] serie de ficción cuyo protagonista es "un joven profesor de Historia en un prestigioso colegio secundario", que se ve en el primer capítulo que es el CNBA, y que luego de la muerte de su abuelo hereda una primera página de un escrito de Mariano Moreno, quien fuera el secretario de la Primera Junta de gobierno en 1810. A partir de ese momento se vería envuelto en intrigas y un intento de ocultar ese escrito que podría cambiar la historia. Si bien parte de la historia transcurre en las instalaciones del Colegio, no fue rodada en su solar (salvo la fachada) al cual intenta simular.
Música
- El tango "Mi colegio Buenos Aires" de Antonio Manuel Prieto[6]
Publicaciones exclusivas
Una revista se ocupa exclusivamente del CNBA y sus exalumnos:
- La Campanita, revista de la Asociación de Ex Alumnos.[130] Los últimos números son accesibles online.
Además se encuentran:
- Discursos de promoción. Los discursos de promoción de varias generaciones recopilados y publicados en el espacio web del CNBA.[131]
- Videos de la Asociación de Exalumnos (AEXCNBA).[132]
- Boletín electrónico de la Asociación de Ex Alumnos.[133]
Dos revistas deportivas:
Alumnos destacados
Laureados de los Premios Nobel
Bibliografía
- Horacio Sanguinetti. Breve historia del Colegio Nacional de Buenos Aires. 3 ediciones.
- 1963. Edición de la Asociación Cooperadora "Amadeo Jacques."
- 1984. Segunda edición. Editorial Macchi. Actualiza muy brevemente la época posterior a la primera edición.
- 2006. Tercera edición, Juvenilia Ediciones.
- Brandariz, Gustavo A.; Moreno, Carlos (ilustrador); Blanco, Carlos M. (fotógrafo); Sanguinetti, Horacio (prologuista) (2010). El Colegio Nacional de Buenos Aires. Colección Manzana de las Luces: crónicas de su historia; Cuaderno 8. 56 páginas. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces. Se considera un continuador y actualizador del ensayo sobre la historia del Colegio del exrector Sanguinetti.[112]
- Véase también la extensa lista de referencias bibliográficas en Brandariz (2013)[6]
Citas
- "La fortaleza y singularidad del CNBA, reside en el curso de ingreso que produce una selección de los estudiantes con mejores aptitudes y actitudes; el nivel de exigencia de los docentes; el ambiente del colegio debido a la heterogeneidad social; los buenos profesores (mayoritariamente concursados); el ser una institución pública, laica y gratuita, socialmente abierta e intelectualmente bastante meritocrática".[2]
- Gustavo A. Brandariz (2013)[6]: "El 14 de marzo de 2013, en el año del Bicentenario de la Asamblea del Año XIII, el Colegio Nacional de Buenos Aires cumple su primer sesquicentenario de su fundación por Bartolomé Mitre, sobre la base de colegios secundarios previos y extinguidos y como una nueva casa de estudios científica y humanística de excelencia. El decreto Nº 5447, del 14 de marzo de 1863, firmado por el Presidente Bartolomé Mitre y su ministro Eduardo Costa establecía "una casa de educación científica y preparatoria, en que se cursarán las Letras y Humanidades, las Ciencias Morales y las Ciencias Físicas y Exactas". Si bien el primer establecimiento educativo que funcionó en su solar fue jesuítico, durante el reinado de Carlos III ya se fundó allí el Real Colegio de San Carlos, iluminista, como lo fueron las sucesivas fundaciones de Pueyrredón y Rivadavia -el Colegio de Ciencias Morales-. (...) La fundación de Mitre, en 1863, fue un paso más en la senda trazada por la Revolución de Mayo y fue un hecho trascendente en el proceso de definitiva Organización Nacional argentina"
- Gustavo A. Brandariz (2013[6]). Y María Sáenz Quesada: "Cuando el periódico El Argos, bautizó a la Manzana de las Luces, en 1821, hacía referencia a las numerosas instituciones culturales que existían en ese espacio y que siguieron activas en el siglo XIX y hasta mediados del XX. De las mencionadas por el periódico, solo una, el Colegio Nacional de Buenos Aires, funciona hoy en plenitud.".
- Gustavo A. Brandariz (2013)[6]. "(...) [El Colegio Nacional de Buenos Aires] fue fundado con propósitos pedagógicos, culturales y sociales muy importantes y ocupa un lugar destacadísimo en el país. Desde su fundación hace casi un siglo y medio es un centro de avanzada pedagógica (...) Su pedagogía ha variado con los tiempos, correlativamente a los avances de la ciencia, pero siempre, desde la fundación, ha estado basada en algunos principios sostenidos, como el permanente empeño en desarrollar en los alumnos la capacidad de relación e integración de los conocimientos de las diferentes asignaturas curriculares. Del mismo modo, si bien los métodos han evolucionado con la historia, puede hablarse en singular, en general y en forma metafórica de "un método típico" o central del Colegio que se basa en la consideración del alumno como un protagonista activo de su propio aprendizaje, aun desde mucho antes de que grandes teóricos de la educación hablaran de "escuela activa".
- Nota del diario La Nación, 15 de febrero del 2011. "Templos del saber":[19] "En plena euforia del Centenario, en 1910, se proyectaron y levantaron muchos palacios escuela, que recreaban las formas francesas de los "Luises", pero las adaptaban a la nueva disposición de los espacios del estilo conocido como Beaux-Arts o École des Beaux-Arts. El Colegio Nacional de Buenos Aires, del arquitecto Norbert Maillart, con su majestuosa fachada y las suntuosas escaleras de mármol del interior, es uno de los ejemplos acabados de esa estética.
- J. P. Zooey (2011, Los Electrocutados): " Siempre pienso que si yo fuera exalumno del Colegio Nacional de Buenos Aires me cerrarían muchas más cosas. Los que fueron a El Colegio carecen de contradicciones. Son uno consigo mismos. No conocen la culpa ni la automortificación, incluso si son de puro origen semita. Es realmente glorioso. Si no fuera porque son tan inteligentes, uno podría confundirlos con animales, estrellas de rock, máquinas perfectas de sexo y seducción. Pero la inteligencia les hace menospreciar al animal, al rock y a la máquina de sexo como salidas laborales. ¡Son eruditos! ¡Pueden hablar del cuatro de Laferrere con la misma elegancia con la que hablan de Carl Schmitt! ¡Pueden saltar de la biología molecular al arenque, y de ahí Spinoza con la agilidad irreprochable del hombre araña! Dotados de un "lenguaje encendido como hilos de cobre chispeando por los nervios de la urbe" (el Ninja, su poesía - te quiero-). Si fuera exalumno del Buenos Aires no tendría contradicciones con la clase social que me sigue en rango. El Ninja está debajo de mi en la escala social. Sin embargo me domina. Yo te hablo de él, pero él no te habla de mi, habla a través de mi. En cambio, lo sé por mis alumnos de la universidad: los egresados de El Nacional saben que debajo de ellos se extiende toda una capa social que cocina, limpia la pileta y el comedor, hasta arregla las calles y las vigila para que ellos (afortunados) puedan estudiar (el Nacional empieza en un primer piso, para que quede claro). Pero lo que es mejor, esa capa súbdita habla de ellos porque ellos aparecerán en los diarios cuando crezcan. Ganarán más plata y serán más famosos sin renunciar al prestigio. En cambio, mi único súbdito sólo hace bzzzzzz... bzzzzzzrrr...rrrrr...rr... como una mosca vieja y blanquita. O si no, se me cuela en las cartas "rasgando las hojas con su lírica de cinco puntas" (¿visto?). Porque no sólo habla de mí, sino que me hace hablar con imágenes bellas. Hoy apenas lo soporto."
- Hernán López Echagüe, 2014. Pibes: Memorias de la militancia estudiantil en los setenta. Fragmento: ""En las marchas de la UES saltaba al vista el origen de cada militante. Los del Pellegrini y los del Buenos Aires. Su militancia empezaba por la ropa de fajina. Gamulán, botitas de gamuza con suela crepe (nunca se gasta, nada que ver con las botitas de gamuza falsas de los locales del Once), suéter de lana bremer (de pelo de conejo o de Angora, para que se entienda), montgomery, vaqueros Levi's o Wrangler, remeras Fred Perry o Lacoste, a veces campera verde oliva de combate. Cigarrillos de marca. Ni un Saratoga o Clifton por esa ribera. Con esos compañeros Lennon y yo conocimos el nuevo Parliament, de filtro ahuecado y más largo, que ni boquilla. Con Lennon y Tony muchas veces nos figurábamos afanándoles los pantalones, las camperas, por ahí los zapatos, y nos reíamos sin parar.
Por el otro lado, camperas de nylon baratas, zapatillas Pampero o Flecha cuarteadas o zapatos de cuerina comprados en alguna tienda de la calle Pasteur; vaquero Farwest, o, los que querían aparentar elegancia y buen gusto, Eduardo Sport. En muchos casos ropa que había pasado de los hijos mayores a los menores, con algunos arreglos domésticos. Por caso, las camisas blancas para el colegio. A manga larga, una gomita a la altura del codo para sujetar el largo y dejar a la vista, por debajo del saco o del delantal de la escuela, apenas los bordes del puño. Chiche iba a las marchas pero hablaba poco y se juntaba poco con nadie.
Cada vez que regresábamos de una marcha, después de haber visto y charlado con esos compañeros y compañeras, le decíamos a Chiche que estábamos militando en el lado equivocado. Porque ir a una marcha con los compañeros del Pellegrini y del Buenos Aires era como irse de pícnic. Había de todo. Bizcochitos de grasa, pibas hermosas, mate cocido, gente linda, inteligente, bien vestida. Chiche ponía cara de orto. "Vayánse con esos pequebús, sean felices". - Carlos Corach (2011), 18885 días de política: "En 1949 -tres años antes de la muerte de Evita- aprobé el rigurosísimo examen de ingreso que había que rendir para entrar al Colegio Nacional de Buenos Aires. Por entonces, sólo se admitían varones. Que hoy sea mixto sirve por lo menos para dejar constancia de que en ciertas y muy pocas cosas ha mejorado la educación en la Argentina (cuestión que se desarrollará más adelante). Para preparar ese examen, mi padre buscó ayuda entre sus exalumnos y finalmente eligió a Augusto Beluscio, quien luego fuera juez de la Corte Suprema por 22 años. Curiosamente, otro de los integrantes de la Corte, el doctor Enrique Petraccki, fue también alumno de mi padre, así como el obispo Jorge Cassaretto, entre otros. El panorama político con que me encontré al entrar en el Buenos Aires no me deparó mayores sorpresas. En general, los profesores eran antiperonistas, lo mismo ocurría con los celadores. En verdad todo el colegio lo era, siendo como era y sigue siendo un bastión de lo que algunos han dado en llamar -a veces con admiración y otras con ironía, en general de acuerdo a los resultados electorales- "la clase media lúcida". Con varios compañeros formamos una agrupación que se llamaba ASES, Asociación Socialista de Estudiantes Secundarios. Y nos reuníamos en algunos locales socialistas, especialmente en uno que estaba en la Avenida La Plata, donde actualmente funciona la Biblioteca Juan B. Justo, en la cual se encuentran muchos volúmenes salvados del incendio de la Casa del Pueblo. En 1953 creamos, en el Buenos Aires, la Federación de Estudiantes Secundarios, que se reúne y funciona en el local del Centro de Estudiantes Secundarios, que se reúne y funciona en el local del Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas (CECE), cuya sede estaba en Viamonte entre Junín y Uriburu, a la vuelta de la facultad, donde nos ceden un cuarto en el altillo. Ocupó por un año el cargo de secretario general y al año siguiente, que es cuando terminó de cursar, me eligen representante de la Federación de Estudiantes Secundarios ante la Federación Universitaria de Buenos Aires, la FUBA. Ahí conozco a mucha gente que después vuelvo a encontrar con los años, en distintas circunstancias, por ejemplo, en Filosofía y Letras a los Viñas, Ismael y David; a Susana Fiorito, esposa de Ismael en ese momento; a Ramón Alcalde y a tantos otros. Todos ellos, años después, apoyaron a Frondizi en una primera etapa, para luego separarse por la cuestión de la política petrolera, entre otras críticas. También conocí a Ricardo Rojo, conocido por entonces como "el amigo del Che" -a causa de una biografía que escribió sobre el guerrillero argentino- y a Emilio Gibaja, quien luego fuera jefe de prensa de Illia y de Alfonsín. Gibaja era presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires cuando yo era delegado de los secundarios. En el Nacional Buenos Aires no existía la UES, la organización peronista que nucleaba a los estudiantes secundarios. Recuerdo a un muchacho de apellido Rey que afrontaba en soledad su adhesión política al peronismo y lo hacía con mucha dignidad. Y es que nuestra actitud era realmente provocativa, aunque los pocos profesores peronistas que había no nos molestaban demasiado. Cuando muere Evita en 1952, se dispuso que se mantuvieran cinco minutos de silencio todos los días a modo de homenaje. A la misma hora poníamos un reloj despertador para que sonara en el patio. Esa era nuestra idea de una militancia opositora. Cuando Evita fue velada en el Concejo Deliberante, y como éramos muchísimos los estudiantes del Buenos Aires que teníamos que pasar obligatoriamente por allí para tomar el subte en la calle Rivadavia, nos poníamos una corbata de estridente color rojo, cuando la indicación era que debía usarse luto. Pero jamás sufrimos represalia alguna. Obviamente que el régimen de Perón era autoritario, pero no gastaba recursos en cosas sin impmortancia como las que pudieran pergeñar un grupo de estudiantes secundarios a medias entre la travesura y la política. Lo peor que podía pasar era recibir unas patadas en el trasero por parte de la policía en una manifestación o detenciones que nunca superaba la hora de demora en la seccional. En verdad, tuve muy buenos profesores. Por ejemplo, en Literatura, a Florentino Sanguinetti, padre de quien fera tantos años rector del Colegio; a José María Monner Sans en Castellano, a Estanislao Pirovano en Francés, a Julio de Vedia en Historia, a Jaime Moragues en Anatomía y a Pedro Giordano D'Alfonso en Latín, entre muchos otros. Casi todos los profesores provenían de la universidad. El mito de la decadencia de la enseñanza durante el peronismo es absolutamente falso. Sobre todo si se considera lo que vino después. La Facultad de Derecho a la que ingresé en 1954 tenía un nivel muy superior al actual."
- Gastón Federico Tobal. 1947. Evocaciones porteñas. pp. 6-9: "(El 31 de diciembre de 1899, al salir de misa, en el atrio, al ser presentado a Juan Alfredo Colmo) Recuerdo sus frases amables, y cuando se le dijera al presentarme, que era un joven aplicado que pensaba seguir Derecho, me dijo: "Caballerito, me complazco en asegurarle que, si continúa estudiando, será un hombre de provecho". Y yo sentí gran alegría con el augurio de aquel hombre al que con admiración infantil, por ser profesor del Nacional, ponía tan alto. Parecíame que todo ello me indicaba que yo había dejado de ser niño". pp. 118-122: "En 1899, cursaba tercer año en El Salvador. Las pruebas finales debíamos rendirlas en el Central, el viejo colegio de la calle Bolívar, que mantenía intacta su bella fábrica jesuítica. Mis compañeros de curso -Gastón Gonnet, Toribio e Isaac Ayerza, Alejandro Ceballos, Jorge Cabral, Juan Jacobo Spangenberg, Ezequiel Olazo, Martín Pereyra, Edmundo Parodi, el inglés Bollaert, Juan Antonio González Calderón, Manuel Cigorraga, entre otros- experimentaban cierto temor ante aquel colegio y sus profesores, menos familiares que los del Nacional Oeste de la calle Belgrano, donde rindiéramos las pruebas anteriores. Yo lo compartía, añadiendo a ello particular emoción, ante los claustros y las bóvedas de aquel edificio del que tanto hubiera oído hablar a mi padre y del que éste se ocupara en hermosas páginas -las últimas que publicó antes de su muerte-, recordando al canónigo Dr. Agüero, que a la caída de Rosas fundara allí su Colegio Nacional y Seminario Conciliar, continuando la obra educadora de Vértiz. Pero los primeros exámenes vencieron nuestros temores, demostrando la proverbial preparación de los alumnos del Salvador. El 4 de diciembre debíamos rendir nuestra prueba de historia. Componían la mesa el padre Ubach, joven jesuita alemán que más tarde alcanzarí ajusta notoriedad por trabajos científicos, y dos jóvenes letrados de prestigio: Emilio Giménez Zapiola -con el tiempo brillante figura de nuestra justicia- y Enrique Rodríguez Larreta, consagrado en las letras, por sus recientes éxitos de Artemis y Yupanki. Aquella prueba me ha dejado un recuerdo imborrable. Como me tocara la bolilla de los Reyes Católicos y con mi amor a las crónicas, hubiera leído una obra relativa a este turbulento período de Castilla, me detuve a explicar las vicisitudes del casamiento de aquellos príncipes y la andanzasd de Isabel antes de obtener en definitiva su reino. El padre Uback escuchábame con recelo, temiendo sin duda, mis incursiones por tan peligrosa época de la historia castellana, mientras los otros examinadores contemplaban con gracia al chicuelo despierto, empapado en aquellas intrincadas crónicas. Yo hable de Enrique IV y de su esposa Juana de Portugal; de la licencia de la Corte que tanto disgustara a la austera Isbel; de la princesa Juana, hija de los reyes, a quien el pueblo apellidaba "La Beltraneja", repitiendo textualmente con esa memoria feliz de los niños las palabras un tanto obscuras para mí, leídas en el texto, acerca del motivo de aquel mote de la infeliz princesa, "los excesivos favores que la reina acordara a un paje de lanza: Beltrán de la Cueva..." Yo no entendía con exactitud el oculto sentido de aquellos términos como tampoco el del apodo con que se llamara al rey Enrique, instrumento dócil de aquel paje, luego Conde de Ledesma, mayordomo mayor, maestre de Santiago y Conde de Albuquerque... Per cuando llegué a recordar las disensiones de los nobles que ambanderaban en las opuestas pretensiones de las dos princesas, a aventureros, malandrines y gallofos, y me refería al apodo de Enrique, llamado "El Impotente", fue ver la cara roja del padre Ubach y las regocijadas de Giménez Zapiola y de Larreta y aclararse de Pronto el significado de aquellos términos. Fue como si un haz de luz me hubiera iluminado de repente. Y solo entonces hallé la clave de aquellos enemigos del alma, cuya enunciación repetía sin entenderlos del todo: el demonio, el mundo y la carne."
- Enrique Larreta, 1941. Tiempos iluminados. Fragmento: "Vino la hora sombría de los colegios. Difícil problema llegar a saber si aquellos de mi tiempo, un tanto carcelarios, cual más, cual menos, fueron tan malos para la formación de hombres fuertes y útiles como aparecen ahora a la luz sentimental de la pedagogía moderna. Todo era en ellos recio, áspero, implacable. El provecho intelectual sería, más o menos, el mismo antaño como hogaño; en cambio, se aprendía a sufrir sin melindres, a tragarse en silencio la propia amargura. Cosa muy necesaria para el ánimo ambicioso.
Yo proseguía arrellanado en mí mismo, alimentándome de mis propios sueños, un tanto olvidado por todos y, como quien dice, saboreando la alegría de mi tristeza.
¡Quién sabrá decir lo que puede a veces el oportuno toque de un hombre sutil en el espíritu errante de un niño! Francisco Beazley, cuya memoria perdura siempre tan viva entre los que fueron sus amigos, era entonces profesor de historia de Grecia y Roma en el Colegio Nacional. Un día, con gran sorpresa de todos, me encomendó una conferencia sobre Grecia, es decir, sobre Atenas en tiempos de Pericles. Pensé que lo hacía para castigar mis esfuerzos de mimetismo, mi agazapamiento den los últimos bancos de la clase, donde yo trataba de tomar un color de penumbra, un color de rincón, agachándome, además, todo lo posible. Beazley (su renombre de gran cultura literaria había llegado hasta nosotros) era la persona indicada para despertar de una vez mi soñoliento amor propio. Además, con fino acierto, poníame así de golpe en la irradiación del milagro helénico, el más fecundo excitante para un pensamiento infantil.
Años más tarde, después de algunos tanteos en artículos y versos y de una larga novela que no vio nunca la luz, le entregaba yo a Paul Groussac, director, en esa época, de su famosa revista La Biblioteca, una novela corta: Artemis, de asunto griego. - Enrique Larreta, 1947. La Naranja. Fragmento: "50. Será que la vida se ha hecho, en los últimos años, tan movediza, tan tornadiza, tan dramática y tan comadrera que cada cual siente la sed frenética de la novedad y acepta cualquier patraña, si con ella consigue calmar su hidropesía mental. Será lo que será; pero lo cierto es que nuestra noble y leal ciudad de Buenos Aires se había convertido, hace poco, en un inmenso mentidero. ¡Noticias, noticias, aunque sean falsas! Los hombres de otra época, los raros ejemplares de una especie sobreviviente, no podíamoms comprender, en un principio, tanta despreocupación moral y no se nos ocurría poner en duda la veracidad de la persona que nos decía de pronto: "Lo sé de muy buena fuente. Me consta". La rectificación llegaba demasiado tarde o no llegaba nunca. Por eso dice el terrible proverbio: "Calumniad, calumniad; siempre algo queda". El embuste habitual, en personas y pueblos, acaba por envilecer el carácter y enfermar las raíces de la conciencia.
En los lejanos tiempos de mi niñez, se nos enseñaba, tanto en nuestras casas como en los mismos colegios, el horror de la mentira. El mentiroso, al igual que el delatgor, eran para nosotros seres desprecialbes. Como otras muchcas cosas buenas, tdo esto se heredaba con la hispánica sangre. Era el sello de la tradición. Para mí, todavía, una sola mentira basta para hacerme perder la ilusión de una amistad".
Referencias
Enlaces externos
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