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Horas

diosas griegas del orden de la naturaleza y de las estaciones De Wikipedia, la enciclopedia libre

Horas
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En la mitología griega, se llaman Horas (en griego, Ὧραι), por una traducción abusiva de su nombre latino Horae, a las divinidades de las Estaciones,[1] como de paso suelen ser denominadas en español.[2] Hasta época muy tardía no llegaron a personificar las horas del día. Las Horas tienen un aspecto doble: como divinidades de la naturaleza, presiden el ciclo de la vegetación; como divinidades del orden, aseguran el equilibrio social.[3]

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Las Horas rodeando a Apolo, Georg Friedrich Kersting, 1822.

Se representan como tres muchachas en actitudes graciosas, con una flor o una planta en la mano. Pero son consideradas como seres abstractos, de personalidad incierta, y casi no desempeñan ningún papel en las leyendas.[3] A veces se dice que pueden distinguirse dos «generaciones» principales de Horas pero es una apreciación contemporánea, ya que nunca se indica en la fuentes mitográficas.[4]

En cuanto a su filiación, a las Horas, y ya desde Hesíodo, se las suele considerar hijas de Zeus y Temis.[5] En las fuentes tardías aparecen descritas como hijas de Helios y Selene, astros que marcan el paso del tiempo;[6] o bien son «las hijas del Tiempo, las doce Horas circulares, acompañan como sirvientas al brillante carro de Helios».[7]

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Uso de «ὥρα (hōra)»

Ha de saberse que el término ὥρα (hōra) —singular de Ὧραι— fue variando de significado con el paso del tiempo. Pero en singular, ὥρα, conserva la idea de un principio cósmico: ὥρα es el tiempo cualitativo — el tiempo de la plenitud, no el tiempo del reloj. Es el momento en que algo o alguien florece conforme a su naturaleza (cada cosa florece según su naturaleza).[8]

Más información Aspecto, Significado de ὥρα ...

El concepto de ὥρα quedó como un símbolo de armonía temporal. Por eso las Hōrai (plural) personifican la regulación del cosmos, la ciclicidad de la vida y la belleza del instante perfecto.

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Funciones y mitos

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En textos homéricos

En las obras de Homero, donde no se menciona a sus padres ni su número, se dice que las puertas del cielo están custodiadas por las Horas, a quienes está encomendado del cielo y el elevado Olimpo. Su labor es la de disipar las nubes o añadir muchas en el horizonte. En esta guisa las Horas son servidoras de Zeus, fomentando la fertilidad sobre la tierra.[13] Como el clima, en un sentido general, se regula según las estaciones, las Horas son también descritas como diosas de las estaciones, es decir, las fases regulares bajo las que la propia naturaleza se manifiesta.[14] Son amables y benevolentes, trayendo a dioses y hombres muchas cosas buenas y deseables.[15] Sin embargo, como es Zeus quien tiene el poder de reunir y dispersar las nubes, las Horas son en realidad solo sus sirvientas, y algunas veces también las de Hera.[16] Bajo diferentes circunstancias, los hombres consideran el paso del tiempo (o las estaciones) rápido o lento, y por tanto ambos epítetos se aplican a las Horas.[17] El curso de las estaciones (o las horas) es descrito simbólicamente por el baile de las Horas; y, junto con las Cárites, Hebe, Harmonía y Afrodita, acompañan las canciones de las Musas y el tañido de la lira de Apolo con su baile.[18]

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Alegoría de la Paz y la felicidad del Estado. En esta obra aparecen Eunomia (el buen gobierno), Dice (la justícia) y Irene, esta última al centro encarnando la idea de la Paz. Obra que pertenece al Taller de Rubens y conservada en la Biblioteca Museo Víctor Balaguer

Como diosas estacionales

Las nociones homéricas continuaron vigentes durante mucho tiempo, siendo consideradas las Horas como las dadoras de las diversas estaciones del año, especialmente de la primavera y el otoño, es decir, de la naturaleza en su florecimiento y madurez. En Atenas se adoraba desde tiempos muy antiguos a Talo (Θαλλώ), la Hora de la primavera, y Carpo (Κάρπω), la del verano.[19] La Horas acompañaban a Perséfone cada año en sus ascensos desde el inframundo y la expresión «la cámara de las Horas se abre» equivalía a «llega la primavera».[20] El transcurso de las estaciones también se describía simbólicamente como la danza de las Horas, a las que se les atribuían los atributos de las flores primaverales, la fragancia y la frescura elegante; por ejemplo, en los Trabajos y días, las Horas, junto con las Cárites y Peito, coronan a Pandora —la de «todos los dones»— con guirnaldas de flores.[21] Por lo tanto, guardan gran parecido y son mencionadas junto con las Cárites, y ambas son frecuentemente confundidas o identificadas.[22] Como fueron concebidas para fomentar la prosperidad de todo aquello que crece, aparecen también como las protectoras de la juventud y los dioses recién nacidos,[23] y los jóvenes atenienses, al ser admitidos entre los efebos, mencionaban a Talo, entre otros dioses, en el juramento que prestaban en el templo de Aglauro.[24]

Como diosas del orden social

Como en muchos otros casos, en las Horas puede verse una transición gradual desde nociones puramente físicas a éticas, y la influencia que originalmente tenían sobre la naturaleza en general fue posteriormente trasladada a la vida humana en particular, como diosas de la ley y el orden que mantenían la estabilidad de la sociedad. El primer signo de este cambio aparece ya en Hesíodo, quien las describe en su Teogonía dando a un país buenas leyes, justicia y paz, las llama hijas de Zeus y Temis.[25] Pero las ideas éticas y físicas no se mantienen siempre separadas, y a menudo se mezclan unas con las otras, como en Píndaro.[26] El número de las Horas varía según los distintos autores, aunque el número más antiguo parece haber sido dos, como en Atenas,[27] pero después su número común pasó a ser tres, como en el caso de las Moiras y las Cárites.[28] El templo que las Horas tenía en Atenas contenía también un altar dedicado a Dioniso Orto.[29] Fueron igualmente adoradas en Argos,[30] Corinto y Olimpia.[31]

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Nombres y número

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Las fuentes varían en el nombre y número de las Horas. Pueden ser descritas como tres en número,[5] o bien diez[32] o incluso doce.[7]

  • Hesíodo dice que Zeus, en segundo lugar, se llevó como esposa a la brillante Temis y esta le parió a las tres Horas: Eunomía — Εὐνομία, «buen orden»— , Dike — Δίκη, «justicia»— y la floreciente Irene — Ειρήνη, «paz»— , las cuales protegen las cosechas de los hombres mortales.[5] A cada una de las llamadas Horas Zeus confió la misión que correspondía a su nombre y la de ordenar la vida de los hombres con vistas a que alcanzaran los objetivos más ventajosos, ya que nada tiene más posibilidades para procurar una vida feliz que el respeto a las leyes (eunomía), la justicia (díkē) y la paz (eirếnē).[33]
  • Pausanias dice que, en efecto, entre los atenienses honran desde antiguo a Carpo — Καρπώ, «fruto»— y a otra diosa, que llaman Talo — Θαλλώ, «brote»—.[34] Posteriormente se añadiría, para completar una tríada, a Auxo — Αὐξώ, «crecimiento»— .[32]
  • Higino nos da un amalgama de nombres de las Horas y cita tres tríadas. Además de incluir a las dos tríadas anteriores añade otra tríada más: Ferusa —Φέρουσα, «sustancia»—, Euporia —Εὐπορία, «abundancia»— y Ortosia —Ὀρθωσία, «prosperidad»— .[32]
  • Nono y Ovidio nos hablan de las cuatro Estaciones: la Primavera (Εἴαρ, Eíar), el Verano (Θέρος, Théros), el Otoño (Φθινόφωρον,[35] Phthinóporon) y el Invierno (Χειμών, Kheimốn).[36][37]
  • Las Horas, como personificaciones de las horas del día, son mencionadas tardíamente. Alcanzan el número de doce y son las horas en las que se divide la luz del día.[7] Higino menciona once en número, a saber: Auge (Αὐγή, «hora de la primera luz»), Anátole (Ἀνατολή, «hora del amanecer»), Música (Μουσική, «hora de la música»), Gimnástica (Γυμναστική, «hora del ejercicio físico), Ninfa (Νύμφη, «hora del baño»), Mesembria (Μεσημβρία, «hora del mediodía») , Esponde (Σπονδή, «hora de las libaciones»), Elete (Ἐλητή, «hora de las oraciones»), Acte (Ἀκτή, «hora del brillo diurno»), Hésperis (Ἑσπερίς, «hora del atardecer») y Disis (Δύσις, «hora de la puesta de sol»). De estos nombres Anátole y Gimnástica sólo son proporcionados por Higino, en tanto que algunos nombres, como Elete y Acte, están corruptos.[32] Nono añade a la última de las Horas del día, Arcto (Ἄρκτος, ‘osa’, esto es, «hora de las constelaciones») y dice que estas asisten a Harmonía en sus salones del cielo. Al igual que sus hermanas, custodiaba una de las cuatro puertas de los Vientos.[38]
  • Fuera de la mitología clásica, aunque influenciada por ella, algunos autores, como Teodosio de Bitinia, nos hablan de las doce horas del día y las doce de la noche, y cómo estas influyen en las estaciones.[39] Hay muchos Horologion bizantinos y libros de horas litúrgicos, que dividen el día en ‘oficios’ canónicos.[40] Compiladores modernos, como en la obra A Classical Manual de J. Murray, se nos habla de las horas en su relación con los planetas astrológicos.[41]
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Referencias

Bibliografía

Enlaces externos

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