Las Siete Palabras
denominación convencional de las siete últimas frases que Jesús pronunció durante su crucifixión / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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Las Siete Palabras (Septem Verba en latín) es la denominación convencional de las siete últimas frases que Jesús pronunció durante su crucifixión, antes de morir, tal como se recogen en los Evangelios canónicos. Los dos primeros, el de Mateo[2] y el de Marcos,[3] mencionan solamente una, la cuarta. El de Lucas relata tres, la primera, segunda y séptima.[4] El de Juan recoge las tres restantes, la tercera, quinta y sexta.[5] No puede determinarse su orden cronológico. Su orden tradicional es (con traducción en español de la Biblia de Jerusalén):
- «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». - Pater dimitte illis, non enim sciunt, quid faciunt (Lucas, 23: 34).
- «De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso». - Amen dico tibi hodie mecum eris in paradiso (Lucas, 23: 43).
- «¡Mujer, ahí tienes a tu hijo! Juan ¡Ahí tienes a tu madre!». - Mulier, filius tuus est! Ibi habes matrem tuam Juan! (Juan, 19: 26-27).
- «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?». - ¡Elí, Elí! ¿lama sabactani? (Mateo, 27: 46) - Deus meus Deus meus ut quid dereliquisti me (Marcos, 15: 34).
- «Tengo sed». - Sitio (Juan, 19: 28).
- «Consumado está». - Consummatum est (Juan, 19: 30).
- «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». - Pater in manus tuas commendo spiritum meum (Lucas, 23: 46).
Palabras de Jesús en la cruz | Mateo | Marcos | Lucas | Juan | Salmos |
---|---|---|---|---|---|
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. | 23:34 | ||||
De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso | 23:43 | ||||
¡Mujer, ahí tienes a tu hijo! Juan ¡Ahí tienes a tu madre! | 19:26–27 | ||||
¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? | 27:46 | 15:34 | 22:1 | ||
Tengo sed. | 19:28 | ||||
Consumado está | 19:30 | ||||
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. | 23:46 | 31:5 |
Su interpretación devocional es una comparación con situaciones por las que inevitablemente pasa la vida de todo creyente; a la que se suman todo tipo de exégesis. El mismo texto evangélico atribuye a estas «palabras» un fin de cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento: sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final (Juan, 19: 28).
Son objeto de particular devoción al ser consideradas como «verdaderas palabras» de Jesús, condición compartida con algunas otras expresiones, recogidas a lo largo de los Evangelios, que pretenden ser citas exactas (aunque traducidas al griego, excepto una pocas que se transcribieron literalmente en hebreo o arameo por los evangelistas y reciben la denominación particular de ipsissima verba o ipsissima vox).[6]