Energía eléctrica en España
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La energía eléctrica en España o sector eléctrico en España engloba los elementos que componen el sistema de suministro eléctrico, fundamentalmente en sus fuentes de generación, transporte, distribución y demás desarrollos generales.
Varios informes de Eurostat (oficina estadística europea) indican que España es uno de los países europeos con la electricidad más cara, principalmente debido a su aislamiento del resto de Europa y su dependencia de la importación de combustibles fósiles.
La energía eléctrica producida en España ha evolucionado en los últimos años de un 56 % de origen en centrales térmicas de combustibles fósiles (principalmente de carbón y fueloil) en el año 2000[1] a una penetración de las energías renovables que en 2010 ya alcanzaba el 35 %,[2] estimulada por los sucesivos Gobiernos, y la creación de numerosas centrales de ciclo combinado (combinación de gas natural y vapor de agua), que en 2009 cubrieron el 29 % de la demanda. Desde el año 2010, se ha procedido al cierre de las centrales térmicas de carbón en España debido a la pérdida de competitividad producida por el aumento del coste del derecho de emisiones de CO2, como consecuencia de las políticas contra el cambio climático.
La producción de energía hidráulica en España es variable con los años, en función de las precipitaciones. Suponía el 92 % de la producción eléctrica en 1940, frente al 18 % de 2001. La energía eólica en España cubría en 2005 el 7,7 % de la demanda, mientras que en 2013 alcanzó el 21,1 %, convirtiéndose en la tecnología con mayor contribución a la cobertura de la demanda, por encima incluso de la energía nuclear.[3] La energía solar en España está menos aprovechada que en otros países de Europa, pese a que cuenta con más días de exposición solar al año, principalmente debido al llamado «Impuesto al Sol» que limitó el autoconsumo.[4][5][6]
Las 5 centrales nucleares españolas han visto mermada progresivamente su participación en la cobertura de la demanda debido al crecimiento constante de esta en las últimas décadas y a la moratoria nuclear (política de suspensión temporal de la construcción y puesta en marcha de centrales de este tipo), pasando del 35 % en 1996 a en torno el 20 % en el año 2013.[7]
El sistema de transporte por líneas de alta tensión, de 400 kV y 220 kV, lo hace la empresa pública Red Eléctrica de España (REE). La electricidad doméstica nominalmente es de 230 V, con una frecuencia de 50 Hz, y los enchufes son enchufe europeo o tipo C y enchufe schuko o tipo F (con toma a tierra) tal y como lo definen las normas electrotécnicas europeas.
En 1997 se liberalizó el mercado eléctrico siguiendo leyes europeas. La Directiva 2003/54/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 26 de junio de 2003, estableció nuevas normas comunes para completar el mercado Ibérico de la Electricidad, introduciendo modificaciones significativas para asegurar un acceso eficaz y no discriminatorio a las redes de los distribuidores.