Protestas en Islandia de 2008-2011
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Las protestas en Islandia de 2008-2011, también referidas como la Revolución de las cacerolas debido al uso de las mismas por los manifestantes, o conocida simplemente como la Revolución islandesa, estallaron durante la grave crisis financiera en el contexto de la Gran Recesión.
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Tras unas protestas iniciales y esporádicas desde octubre de 2008, estas se intensificaron en enero de 2009 con miles de personas protestando frente al Parlamento islandés (Alþingi) en Reikiavik y obligando al uso de fuerzas antidisturbios por primera y única vez desde el ingreso en la OTAN del país en 1949.[1][2][3]
Los manifestantes comenzaron pidiendo la renuncia de los altos cargos del gobierno y nuevas elecciones.[4] Las protestas terminaron casi por completo con la renuncia del viejo gobierno de derecha[5] y continuaron organizándose mediante movimientos ciudadanos y en asamblea. Tras las elecciones de abril de 2009, se formó un nuevo gobierno de izquierda que comenzó a apoyar la línea de los manifestantes, siendo una de sus medidas la de perseguir judicialmente al anterior primer ministro de Islandia durante la crisis, Geir H. Haarde.
Igualmente, se realizaron varios referendos preguntando a los votantes sobre la conveniencia o no de pagar la deuda bancaria externa o caso Icesave y, finalmente, se emprendió un complejo proceso participativo que culminó en la creación de varios Foros o Asambleas ciudadanas y, en último caso, en una Asamblea Constituyente de 25 personas de a pie sin filiación política. El tema que se trataba era una enmienda parcial o total a la Constitución de Islandia y, después de diversos problemas legales, desembocó en un Consejo Constituyente que incluía a los 25 electos y que presentó un borrador constitucional al parlamento el 29 de julio de 2011.[6]