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Juan Cordero

pintor mexicano De Wikipedia, la enciclopedia libre

Juan Cordero
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Juan Nepomuceno María Bernabé del Corazón de Jesús Cordero de Hoyos (Teziutlán, Puebla, 10 de junio de 1824 - Popotla,[1] Ciudad de México, 29 de mayo de 1884) fue un pintor mexicano perteneciente a la Escuela Clásica que obtuvo amplio reconocimiento en Roma y Florencia por obras como El Regreso de Colón en América y un Moisés que fueron reproducidas en grabado por toda Italia, y célebre por un retrato de Dolores Tosta, esposa de Antonio López de Santa Anna (1855) entre otras obras.[1]

Datos rápidos Información personal, Nombre de nacimiento ...
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Inicios

Nació del matrimonio formado por Tomás Cordero y María Dolores de Hoyos y Mier quienes pretendieron dedicarlo al comercio pero al reconocer la vocación de su hijo lo inscribieron en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México. En 1844 ya era un buen dibujante y con una Beca del gobierno marchó con su familia a Europa permaneciendo en Roma de 1844 hasta 1853. Al llegar a la ciudad eterna fue inscrito en la Academia de San Lucas donde fue discípulo de Pelegrín Clavé, más tarde su rival artístico, y de Natal de Carta quienes lo introdujeron a la Escuela Clásica. En 1845 mereció un honroso premio y para 1846 obtuvo el primer lugar entre numerosos y distinguidos pintores.

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Obra en Roma

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El general Anastasio Bustamante quien a la sazón se encontraba en Roma, viendo las notables cualidades artísticas de Cordero, lo ayudó en cuanto pudo. En el mismo año de su llegada a Europa, Cordero fue nombrado por el Gobierno Mexicano agregado a la legación cerca de la Corte Pontificia; y más tarde en 1846 la Academia de San Carlos le concedió una pensión para alentarlo en sus trabajos. Cordero correspondió con estos apoyos enviando periódicamente algunas de sus obras a su patria.

Las más destacadas obras de este periodo fueron:

  • Grupo de niños
  • Una princesa napolitana
  • Una cabeza de Orestes
  • Una madona romana
  • Jesús en el templo, se encontraba en la iglesia de Jesús María de México
  • Retrato de los jóvenes escultores Pérez y Valencia (1847) que tiene interés por reproducir los tipos mexicanos en la pintura clásica.
  • Moisés en Rafidín (1847).[2]
  • Autorretrato, que encabeza este artículo (1847).[3]
  • Retrato de los arquitectos Agea (1847).
  • La Mora (1850).
  • La Anunciación (1850), de inspiración rafaelesca.
  • Colón ante los Reyes Católicos (1851), de gran formato que dedicó a la Academia de México entre otros cuadros de gran dimensión como:
  • El Redentór y La Mujer Adúltera (1853) que trajo consigo a su regreso al país siendo exhibidos con gran éxito.
Más información Algunas de las pinturas que Cordero realizó en Europa entre 1844 y 1853 ...

Reconocimiento en Italia

Los cuadros de mayor reconocimiento quizá sean el Moisés que pintó en 1847 que fue muy alabado, y su Regreso de Colón de América, que fue pedido de Florencia para ser admirado. De este último cuadro se ocupó toda la prensa italiana y la prensa mexicana reprodujo los elogios en honor del artista.

El Moises y el Colón se reprodujeron en grabado por toda Italia, y Florencia recibió con honores a su autor cuando fue a visitar y a estudiar las galerías de los Oficios y el Palacio Pitti. Por último fue admitido en la Congregación de pintores virtuosi de Roma.

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Regreso a México

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Retrato de doña Dolores Tosta de Santa Anna (1855), Museo Nacional de Arte, Ciudad de México. Cordero supo dar un aire imperial a la joven esposa del general Santa Anna, obra académica pero de inconfundible carácter mexicano.

Juan Cordero volvió a la Ciudad de México en 1853, presentando el óleo El Redentor y la Mujer Adúltera en la exposición organizada ese mismo año por la Academia de San Carlos. La obra generó opiniones divididas en la crítica y el público. El director de la Academia, Bernardo Couto, ofreció a Cordero el cargo de subdirector de la cátedra de pintura. Oferta que sería rechazada por el pintor que consideraba que debía sustituir a Pelegrín Clavé como director de dicha cátedra. Cordero decidió buscar el favor de Antonio López de Santa Anna, realizando en 1855 un retrato ecuestre del general y otro de su esposa doña Dolores Tosta. Santa Anna no tardó en emitir un decreto nombrando a Juan Cordero en el cargo que hasta ese momento había ocupado Pelegrín Clavé. No obstante, la decisión fue rechazada por Bernardo Couto y el resto de miembros de la Junta Directiva por considerarla una vulneración de la autonomía de la Academia. Ante las quejas, Santa Anna se vio obligado a revocar el decreto y dejar sin efecto el nombramiento.[4]

Cordero se dedicó a realizar pinturas murales. Comenzó con un luneto dedicado al Niño Jesús perdido y hallado en el Templo para el presbiterio de la Iglesia de Jesús María. Posteriormente, hacia 1857, realizó las pinturas de la Capilla del Cristo de la Iglesia de Santa Teresa la Antigua, cuya cúpula colapsada en el sismo de 1845 acababa de ser reconstruida por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga. Dentro del conjunto destaca la pintura de la cúpula titulada Dios Padre rodeado por las Virtudes teologales y cardinales. El trabajo de Cordero puede seguir apreciándose en el mismo edificio que hoy funciona como el espacio de arte contemporáneo Ex Teresa Arte Actual. Entre 1858 y 1859, decoró ad honorem la cúpula de la Iglesia de San Fernando con una pintura actualmente desaparecida.

En 1860, contrae matrimonio, pintando ese mismo año el retrato de su esposa doña María de los Ángeles Osio de Cordero. Durante la siguiente década, recorre distintas ciudades de la República Mexicana, como Guanajuato, Xalapa o Mérida, realizado retratos por encargo. A esa misma época pertenecen varias pinturas de madurez, con marcada influencia del romanticismo, protagonizadas por figuras femeninas como La Sonámbula (1867, MUNAL), La Bañista (1864, Colección Banamex) o La Mujer de la Hamaca o del Quetzal (1865, Colección privada).[5]

En 1874, realizó el mural El triunfo de la ciencia y el trabajo sobre la envidia y la ignorancia en la escalera principal del Antiguo Colegio de San Ildefonso, por entonces sede de la Escuela Nacional Preparatoria, a petición de Gabino Barreda, político y primer director de dicha institución educativa. La pintura mural de Cordero sería eliminada en el año 1900 para instalar el vitral La bienvenida.[6]

En 1875, participó por última vez en una exposición de la Academia presentando la obra religiosa Stella Matutina y un retrato grupal de sus sobrinas titulado Las hijas del licenciado Don Manuel Cordero.

Fue homenajeado póstumamente mediante una exposición de 46 de sus obras en el Palacio de Bellas Artes en el año 1945.

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Referencias

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