Periodo de la historia de Portugal entre 1933 hasta 1974 De Wikipedia, la enciclopedia libre
El Estado Novo (en español, «Estado Nuevo» o «Nuevo Estado») es el nombre de la dictadura autoritaria y corporativista que gobernó Portugal sin interrupción durante 41 años, entre 1933 y 1974, hasta que la Revolución de los Claveles y el período turbulento que la siguió llevaron al país a la democracia actual. Junto con el período previo conocido como Dictadura Nacional, es denominado también Segunda República portuguesa.
Asimismo, al régimen se le conoce también como salazarismo, por el protagonismo que tuvo en él António de Oliveira Salazar, aunque este último término pueda también ser aplicado solo al período en que este fue presidente del Consejo de Ministros, entre 1932 y 1968.
Fue la dictadura más duradera del siglo xx en Europa Occidental. La dictadura portuguesa, incluyendo la Dictadura Nacional (1926-1933) y el Estado Nuevo (1933-1974), duró cuarenta y ocho años.
El Estado Novo (1933-1974) fue un régimen autoritario, corporativista, conservador, tradicionalista, colonialista, nacionalista y tercerposicionista, por ende antiliberal, antiparlamentario, anticomunista, instituido bajo la dirección de António de Oliveira Salazar, un tradicionalista católico muy influenciado por Charles Maurras y por las encíclicas del papa León XIII (especialmente Rerum novarum) y de otros papas, es decir, en el magisterio de la Iglesia y especialmente en la Doctrina Social de la Iglesia. El régimen se apoyaba en la censura, la propaganda, las organizaciones juveniles (Mocidade Portuguesa) y paramilitares (Legión Portuguesa), en el culto al jefe y la religión católica.
El Estado Novo presenta características de organización estatal, esencialmente el Estado corporativo, semejantes a los regímenes totalitarios instituidos por Francisco Franco en España, Benito Mussolini en Italia o Adolf Hitler en Alemania, pero suele considerarse que el Estado Novo no fue un régimen fascista convencional por la falta de un movimiento fascista de masas autónomo y porque Salazar apreciaba el tradicionalismo católico y desconfiaba del carácter modernista de los fascismos. Se puede decir que es un régimen fascista con particularidades o un régimen autoritario y corporativo de inspiración integrista y fascista.[cita requerida]
Algunas veces, el Estado Novo es simplemente llamado República Corporativa (II República) debido a su principal característica: el corporativismo de tercera posición. Salazar daba mucha importancia a esta idea e intentó implantarla totalmente en Portugal.
Salazar efectuó muchas reformas económico-financieras, como la disminución substancial de la deuda externa, consiguiendo así equilibrar las finanzas y aumentando el valor del escudo (moneda nacional portuguesa). Intenta regular los precios de los productos y los salarios, para evitar la inflación (intenta dar bajos salarios a los trabajadores, pero simultáneamente, baja los precios de los productos, para que los trabajadores puedan llevar una vida sin grandes dificultades; por eso, la "vida" en Portugal era barata). En la década de los 50, comenzó a abrir la economía al extranjero y permitió la entrada regulada de capitales extranjeros, desarrollando mucho la economía y las infraestructuras. Salazar era un buen político y financiero y muchas infraestructuras de Portugal (como el Puente 25 de Abril) fueron construidas por mandato suyo.[cita requerida]
Pero, comparado con otros países, el crecimiento económico de Portugal continuó siendo insuficiente. A finales de los 60, Portugal era uno de los países con una renta per cápita entre las más bajas de Europa. Había desequilibrios regionales muy marcados en Portugal, entre las ciudades (principalmente las que se encontraban junto al litoral como Lisboa y Porto), que progresaban y se beneficiaban del crecimiento económico, y las zonas rurales que continuaban sin desarrollarse (muchos campesinos portugueses practicaban solo la agricultura de subsistencia). Por eso, casi dos millones de personas, en su gran mayoría de las zonas rurales, emigraron masivamente a las ciudades que estaban creciendo o se dirigieron al extranjero en busca de un mejor nivel de vida, especialmente hacia Francia.
El Gobierno de Salazar emprendió una política corporativista, la prohibición de todos los partidos políticos (a excepción de la União Nacional), la represión y persecución de los «desestabilizadores» de la nación (opositores), control de la educación, formación de organizaciones juveniles y paramilitares a favor del Estado, prohibición de huelgas, la censura, manteniendo la neutralidad portuguesa en varios conflictos y reparando las relaciones entre Portugal y la Iglesia católica con el Concordato de 1940.
Pero, en la década de los 60, el país comenzó a sentir alguna inestabilidad por causa de la oposición democrática que iría aumentando por el anhelo de libertad y, principalmente, el fin de la guerra colonial (1961-1974). Esta situación inestable se agravó en los 70, con la insistencia del régimen en la continuación de la guerra pese a sus fuertes costos en vidas y dinero y con la «renovación en continuidad» de Marcelo Caetano, quien asumió el poder a la muerte de Salazar pero sin ejecutar cambio alguno en el régimen.
Durante la guerra civil española, la posición y acción (sobre todo diplomática) regional e internacional de Salazar contribuirían significativamente para que Franco venciese en España.
En relación con la Segunda Guerra Mundial, la actitud y la actuación de Salazar se pueden sintetizar en tres aspectos:
Con la victoria de los Aliados, en 1945, tuvo lugar una expansión de los regímenes democráticos pluralistas. De tal modo, surgieron presiones intensas sobre Portugal para que el Estado Novo diese lugar a una democracia pluralista. Pero el establecimiento de una democracia tendría como consecuencia inmediata la pérdida de su imperio colonial, habida cuenta de que mantener este era un fuerte costo para la pequeña economía portuguesa (sin que aún las masas de Portugal se beneficiaran visiblemente de los recursos del imperio).[cita requerida]
Salazar tuvo que luchar arduamente, a nivel externo, contra estas presiones, intentando hacer aceptar internacionalmente la continuación del Estado Novo que se saldó con el ingreso de Portugal en la OTAN, en 1949, donde permaneció a la par precisamente de las democracias occidentales vencedoras de la Segunda Guerra Mundial, y con su ingreso en la EFTA, en 1959, al lado de la democráticas Inglaterra y Suecia. Fue el reconocimiento, por la comunidad internacional, del régimen portugués y fue un gran triunfo del Estado Novo.
Los problemas coloniales fueron una de las grandes preocupaciones de Salazar. En 1930 se promulgó el Acta Colonial, pero en la década de los 50 y 60, con nuevos problemas y necesidades,[¿cuál?] el Gobierno desarrolló el llamado «Concepto Ultramarino Portugués» y terminó por definir una «Solución Portuguesa» y una «Política Ultramarina Portuguesa», considerada «correcta, realista y moderna» por el régimen, para resolver tales problemas y mantener unificado el imperio colonial.
No obstante, debido a los errores efectuados por Salazar (ya muy anciano en la década de 1960) en sostener que las colonias eran provincias portuguesas de iure (contrariamente a lo mostrado en la realidad) y al nuevo panorama internacional (la condena del colonialismo y la pronta descolonización en masa, estimulada activamente por la ONU así como por los EE. UU. y la URSS), los pueblos de las provincias ultramarinas portuguesas empezarán también a buscar su autodeterminación. Esto originó la guerra colonial portuguesa (1961-1974). Esta larga guerra causó muchas muertes, perjudicó la economía de Portugal y el país comenzó a sentir muchas dificultades económico-financieras como no se vivían desde hacía mucho tiempo. La presión internacional por parte de la ONU y de los EE. UU. llevó a Portugal a aislarse cada vez más desde un punto de vista diplomático, hasta quedarse —como decía la propaganda del régimen— «orgullosamente solos».
Los problemas de Ultramar implicaban también una pesada carga financiera que la economía portuguesa no podía soportar eficazmente. El escaso desarrollo económico de las colonias africanas causó que la emigración de portugueses acudiera preferentemente a naciones que ofrecieran un entorno más favorable (sobre todo Francia o Canadá, pero también Brasil y Venezuela), siendo que el establecimiento de colonos portugueses en las colonias (quienes debían ejecutar la asimilación prevista en la «Solución Portuguesa») siempre fue mucho menor al flujo migratorio dirigido al extranjero; esto solo generó dispersas minorías étnicas en los territorios de África y tornó impracticable el nuevo proyecto colonial del Estado Novo.
Los problemas del imperio colonial fueron muy mal resueltos, lo que aumentó la oposición al régimen entre la población civil e inclusive se extendió el descontento hasta las filas de las Fuerzas Armadas, lo cual generó su posterior caída en 1974 mediante la Revolución de los Claveles.
El Estado Novo sufrirá diversas conmociones provocadas:
En las décadas de 1920 y 1930, el régimen colonial instaura un sistema racial separando los africanos «asimilados», que recibieron las bases de una educación que les permitió finalmente ocupar un sitio en la administración colonial, de otros indígenas, privados de derechos y sometidos al trabajo forzado (que será abolido solo en 1962). Tras la Segunda Guerra Mundial, las colonias son todavía muy poco desarrolladas. En Santo Tomé y Príncipe, todavía ninguna escuela secundaria ha sido abierta mientras que en Mozambique y Angola las únicas instituciones abiertas en anexos a la Universidad de Coímbra están destinadas a los hijos de colonos. Entre 1941 y 1948, una prolongada hambruna en el Cabo Verde provoca la muerte de 50 000 personas, un tercio de la población, ante la «indiferencia total» del gobierno portugués: No llegó a enviarse ninguna ayuda humanitaria.[1]
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