Virreinato de Nueva España
Virreinato del Imperio español en Norteamérica (1535-1821) De Wikipedia, la enciclopedia libre
Virreinato del Imperio español en Norteamérica (1535-1821) De Wikipedia, la enciclopedia libre
El Virreinato de Nueva España o Reino de la Nueva España (en náhuatl: Yankwik Kaxtillan Birreiyotl)[4] fue una entidad territorial integrante del Imperio español, establecida en gran parte de América del Norte por la Monarquía Hispánica como territorios de ultramar (reinos de Indias), entre los siglos XVI y XIX durante la conquista española de América. Se originó tras la caída de México-Tenochtitlan, acontecimiento principal de la conquista, la que propiamente no concluyó sino hasta mucho después, pues su territorio siguió creciendo hacia el norte.
Virreinato de la Nueva España Yancuic Caxtillan Birreiyotl | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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Virreinato Indiano | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
1535-1821 | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Bandera del Imperio español (s. XVIII-XIX; izquierda) y enseña de los ejércitos virreinales (derecha)
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Lema: Plus Ultra | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Mapa de todos los territorios que alguna vez pertenecieron al Virreinato de Nueva España solo en verde oscuro. En verde claro territorio reclamado sin soberanía alguna, y en disputa con el Reino de Gran Bretaña. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
El virreinato en su máxima extensión (1794), tras la incorporación de la Luisiana (1764-1803) y antes de la cesión de los territorios de Nutca y Santo Domingo (1795). | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Coordenadas | 19°26′00″N 99°08′00″O | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Capital | Ciudad de México | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Entidad | Virreinato Indiano | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• País |
Corona de Castilla (1535-1715) Reino de España (1715-1821) | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Idioma oficial | Español y Náhuatl[1] | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Otros idiomas | Maya, tagalo, quiché, mixteco, cebuano, chortí, quekchí, zapoteco, otomí, navajo, siux, cachiquel, tseltal, mam, comanche, purépecha, lenca, etc. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Superficie | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Total | 7 657 000 km² | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Población (1810) | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Total | 5 500 001 hab. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• Densidad | 0,72 hab/km² | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Superficie hist. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1790 | 7 657 000 km² | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Población hist. | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1790 est. | 7 000 000 hab. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1810 est. | 8 000 000 hab. | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Gentilicio | novohispano, -na | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Religión | Católica | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Período histórico | Colonización española de América | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 1519-1522 | Conquista de México | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 8 de marzo de 1535 | Creación del virreinato por la Real cédula | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 22 de febrero de 1819 | Tratado de Adams-Onís | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 31 de mayo de 1820 | Abolición del virreinato por el Trienio Liberal | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 24 de agosto de 1821 | Tratados de Córdoba de la Provincia de Nueva España | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 15 de septiembre de 1821 | Independencia de Centroamérica | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
• 27 de septiembre de 1821 | Consumación de la independencia de México | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Forma de gobierno | Virreinato | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Rey • 1516-1556 • 1808-1833[2] |
Carlos I Fernando VII (de jure)[2] | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Virrey • 1535-1550 • 1821 |
Antonio de Mendoza y Pacheco Juan Ruiz de Apodaca Juan O'Donojú | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Correspondencia actual |
Costa Rica Cuba Estados Unidos El Salvador Filipinas Guam Guatemala Honduras Micronesia México Nicaragua Venezuela Palaos Puerto Rico República Dominicana | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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El escudo del Ayuntamiento de México era también usado como símbolo referencial del virreinato de Nueva España.[3] | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Historia de México | ||
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México prehispánico (hasta 1519) | ||
Etapa lítica Aridoamérica, Oasisamérica y Mesoamérica | ||
México español (1519-1821) | ||
Conquista de México (1519-¿?) México virreinal (1535-1821) México independentista (1810-1821) | ||
México independiente (1821-actualidad) | ||
Primer imperio (1821-1824) Primera república federal (1824-1835) República centralista (1835-1846) Segunda república federal (1846-1863) Segundo imperio (1863-1867) República restaurada (1867-1876) Porfiriato (1876-1911) México revolucionario (1910-c. 1917-21) México posrevolucionario (ut supra-1940) México contemporáneo (desde 1940) |
La creación del virreinato está documentada en fecha de 8 de marzo de 1535. Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco, y la capital del virreinato fue la Ciudad de México, establecida sobre la antigua México-Tenochtitlan. Abarcó una superficie enorme que comprendió los territorios de España en América del Norte, América Central, Asia y Oceanía.
Incluyó lo que actualmente es México, más los actuales estados estadounidenses de California, Nevada, Colorado, Utah, Nuevo México, Arizona, Texas, Oregón, Washington, Florida y partes de Idaho, Montana, Wyoming, Kansas, Oklahoma y Luisiana, por parte de los actuales Estados Unidos; así como la parte suroeste de la Columbia Británica del actual Canadá; más la capitanía general de Guatemala (que incluía los actuales países de Guatemala, el estado de Chiapas, Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua); más la Capitanía General de Cuba (actuales Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Trinidad y Tobago y Guadalupe); la provincia de Venezuela, la actual provincia de Bocas del Toro en Panamá y así como, finalmente, la Capitanía General de Filipinas, (comprendiendo las Filipinas, las islas Carolinas y las islas Marianas, en el océano Pacífico, en Asia y Oceanía). Desde 1626 hasta 1642 los españoles se establecieron en el norte de la isla de Taiwán (llamada por los portugueses Formosa; «Hermosa» en castellano).[5]
La organización política dividía el virreinato en reinos y capitanías generales. Los reinos fueron: México Temixtitan (1527), Nueva Galicia (1530), Guatemala (1540), Nueva Vizcaya (1562), Nuevo León (1569), Nuevo México (1598), Nueva Extremadura (1674) y Nuevo Santander (1746). Además, hubo cinco capitanías generales: Santo Domingo (1535), Yucatán (1565), Filipinas (1574), Puerto Rico (1582) y Cuba (1777). Estas subdivisiones territoriales tenían un gobernador y capitán general (que en la Nueva España era el propio virrey, quien añadía este título a sus otras dignidades). En Guatemala, Santo Domingo y la Nueva Galicia, estos funcionarios eran llamados presidentes gobernadores, dado que encabezaban reales audiencias. Por esta razón, estas audiencias eran consideradas como «pretoriales».[6]
Existieron dos señoríos. El más importante fue el marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán Cortés y sus descendientes que incluía un conjunto de vastos territorios donde los marqueses tenían jurisdicción civil y criminal, y derecho a conceder tierras, aguas y bosques y dentro del cual se hallaban sus principales posesiones (estancias de ganado, labores agrícolas, ingenios azucareros, batanes y astilleros).[7] El otro señorío fue el ducado de Atlixco, otorgado en 1708, por el rey Felipe V a José Sarmiento de Valladares, exvirrey de Nueva España y casado con la condesa de Moctezuma, con jurisdicción civil y criminal sobre Atlixco, Tepeaca, Guachinango, Ixtepeji y Tula de Allende.[8]
El rey Carlos III introdujo reformas en la organización del virreinato en 1786, conocidas como reformas borbónicas en Nueva España, en las que se creaban las intendencias, que permitieron limitar, en cierta forma, las atribuciones del virrey.
Desde principios del siglo XIX, el virreinato cayó en crisis (agravada por la guerra contra las tropas francesas en la Península) y su consecuencia directa fue la crisis política en México de 1808 que acabó con el gobierno de José de Iturrigaray y, más adelante, dio pie a la Conjura de Valladolid y la conspiración de Querétaro. Esta última fue el antecedente directo de la independencia de México, la que, al consumarse en 1821, desintegró el virreinato y dio paso al Primer Imperio mexicano, en el que finalmente se coronaría Agustín de Iturbide.
La Capitanía General de Guatemala fue la segunda en importancia del virreinato y fue fundada por orden de Carlos I en 1536. Hacia 1609, la Real Audiencia dictaminó que el virrey de Nueva España no debería ser, en ningún caso, el gobernador de Guatemala. Esto supuso un gran avance en la autonomía de la región. La primera capital de la capitanía fue Antigua Guatemala. En 1773 una serie de terremotos provocan el cambio de la capital, por lo que el nuevo emplazamiento destinado para albergar la sede de la Capitanía fue Nueva Guatemala de la Asunción. La promulgación de la Constitución de Cádiz abre en la Capitanía una nueva etapa de liberalismo, con lo que lograron aún más libertad e independencia del resto de España.
En 1821 se proclama la independencia, y dos años más tarde las cinco provincias —Provincia de Ciudad Real de Chiapas, Provincia de Guatemala, Provincia de San Salvador, Provincia de Comayagua y Provincia de Nicaragua y Costa Rica— se erigen en las Provincias Unidas de Centroamérica, tras la caída de Agustín I como emperador de México. Sin embargo, Chiapas se incorpora a la naciente República Mexicana, mientras que las otras provincias formaron la República Federal de Centroamérica.
La Capitanía General de Yucatán fue una gobernación y zona administrativa perteneciente a Castilla, creada en 1565, que estaba bajo la dependencia directa del rey para asuntos militares y de gobierno. Sin embargo, al no contar con audiencia real, debía acudir a la real audiencia de México en el Virreinato de Nueva España para solventar los asuntos jurídicos. El Virrey de la Nueva España también podía nombrar gobernadores interinos en la Provincia de Yucatán, mientras que el rey nombraba el suyo. La Provincia y Capitanía General de Yucatán abarcaba los actuales territorios mexicanos de Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán, a la vez que nominalmente le correspondían los territorios del norte del Petén y el actual Belice.
Esta Capitanía General fue creada a partir de las conquistas capitaneadas por Francisco de Montejo el Adelantado, que junto con su hijo y sobrino, homónimos, dominaron a los grupos mayas que habitaban la Península de Yucatán a su llegada en los albores del siglo XVI. Estos grupos, que presentaron aguerrida defensa de su territorio, eran los descendientes de los que integraron la coalición de estados que había sido formada y disuelta tiempo antes de la llegada de los españoles, y que se había denominado Liga de Mayapán. La conquista de Yucatán fue la más tardía de las que finalmente integraron el Virreinato de la Nueva España, toda vez que los últimos reductos mayas no fueron dominados íntegramente hasta el año de 1697 —es decir, más de siglo y medio después de la conquista de México—, con la conquista de Tayasal.[9]
Tras la conquista del reino nazarí de Granada en 1492, Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, unidos en matrimonio, financiaron la expedición de Cristóbal Colón, quien arribó el 12 de octubre a la isla Guanahani, a la que rebautizó como «San Salvador». Colón creyó cumplir con su ansiada meta de llegar a las Indias de las especias navegando por la mar océano. Los españoles continuaron explorando el Nuevo Mundo, y en 1517, Francisco Hernández de Córdoba llegó a la costa de Yucatán. Después de dos enfrentamientos con los mayas, Hernández de Córdoba fue herido y pereció a su regreso a Cuba.
En 1518 Juan de Grijalva llegó a Campeche y Tabasco. En este último lugar se entrevistó con el cacique o gobernador maya Tabscoob y escuchó acerca de una ciudad poderosa, capital del imperio más grande de Mesoamérica, la Gran Tenochtitlan, culminando su viaje en Veracruz. En 1519, bajo la designación de Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador de Cuba (llamada entonces Fernandina, en honor al rey de Aragón), Hernán Cortés zarpó y llegó a territorios recién descubiertos en febrero. En marzo arribó a Tabasco en donde derrotó a los indígenas en la batalla de Centla, fundando la villa de Santa María de la Victoria que sería la primera población española en la Nueva España. Es aquí donde le es obsequiada Malintzin, que sería su gran traductora y pieza clave en la conquista. Continuó su viaje y fundó La Villa Rica de la Veracruz en territorio azteca, primera villa europea institucionalizada en el Nuevo Mundo.
El 8 de noviembre, Cortés llegó a México-Tenochtitlan.[10]
Varias premoniciones en años anteriores hicieron creer a Moctezuma Xocoyotzin, soberano azteca o tlatoani, que el fin de su imperio estaba cerca. Una antigua profecía rezaba que Quetzalcóatl, fundador de su imperio, volvería bajo la apariencia de un hombre blanco y barbado. Por ello, al ver a Cortés, creyó que la profecía se había cumplido y le hospedó en su palacio, construido por Axayácatl. Los españoles decidieron aprovechar la situación para obtener riquezas e influencia dentro de la corte azteca. Varios sectores de la sociedad no estaban de acuerdo y decidieron hacer ver a Moctezuma su error, pero el tlatoani se negó a aceptar su culpa. En junio de 1520, un puñado de hombres españoles detuvieron a Moctezuma y proclamaron la conquista, pero el pueblo se amotinó. Cortés ordenó a Moctezuma salir a calmar a sus súbditos, quienes en lugar de obedecer a su monarca, comenzaron a apedrearlo. El emperador murió pocos días después. Cuitláhuac, hermano de Moctezuma y señor de Iztapalapa fue elegido tlatoani de Tenochtitlan y en respuesta a la Matanza del Templo Mayor,[11] decidió lanzar al pueblo contra los españoles el 30 de junio. Las estrategias indígenas con la ayuda de los tlatelolcas lograron echar de la ciudad a los conquistadores, que en el acto perdieron cerca de mil soldados y varios caudales de dinero y oro. Se dice que Cortés lloró derrotado al pie de un ahuehuete, por lo que se le conoce a este hecho como Noche Triste.[12]
Durante su trayecto a la Gran Tenochtitlán, Cortés había logrado las alianzas de pueblos subyugados por los aztecas, como Tlaxcala y Chalco. Viéndose derrotado, reunió sus fuerzas con la de sus aliados, y en enero de 1521, tras más de seis meses de su derrota, Cortés comenzó la marcha hacia la ciudad que le vio vencido en la Noche Triste. Los aztecas eran ahora gobernados por Cuauhtémoc, pues Cuitláhuac había fallecido en noviembre, víctima de viruela, enfermedad de la que eran portadores algunos españoles y ante la cual muchos indígenas eran muy vulnerables. En marzo, Cortés comenzó el sitio de la ciudad, a la que cortó el agua y los recursos básicos de sanidad, comunicación y comercio. A pesar de sus alianzas con Tetzcuco y Tlacopan, la ciudad debió rendirse el 13 de agosto, marcando así el inicio del dominio español. Cuauhtémoc, caudillo azteca, intentó escapar en balsa por el Lago de Texcoco, pero fue arrestado. Encarcelado en Coyoacán, le fueron quemados los pies para que confesara la ubicación de su tesoro. Tras negarse, fue llevado a una expedición en Centroamérica, en 1525. Las sospechas de conspiración le condenaron a muerte, ejecutada en la horca el 28 de febrero de 1525.[13]
La locución «Nueva España» fue acuñada por el propio Hernán Cortés, quien le propuso al emperador Carlos V en su carta de relación de 1520 llamar a toda aquella tierra «la nueva España del mar Océano», por su similitud con España en su fertilidad, tamaño y clima.[14]
Tras las acciones militares, sometida mediante las armas, la capital mexica y en marcha el resto del centro de México, Hernán Cortés ordenó la demolición de México-Tenochtitlan y la edificación de la nueva capital en sus restos, disponiendo al arquitecto Alonso García Bravo el trazado al estilo español. Los españoles hicieron de Ciudad de México la capital de una construcción que denominaron Nueva España, comprendiendo dentro de ella a todos los señoríos aliados o sometidos por las huestes de Cortés. La primera sociedad novohispana se constituyó en torno al círculo superior de capitanes de la expedición, con Hernán Cortés como capitán general de los territorios recién conquistados, quienes organizaron más expediciones para controlar territorios. El sistema económico occidental fue implantándose gradualmente, incluyendo prácticas agrícolas, comerciales y financieras, si bien muchas estructuras prehispánicas continuaron prácticamente intactas como la movilidad de las mercancías, las estructuras de tributación y algunos poderes locales.[15]
Los indígenas, mayoritarios siempre en la sociedad, tras ser sometidos por la vía militar o reconocido el vasallaje español eran reunidos en pueblos o repúblicas de indios, que fueron constituidos ya fuera por hacerlos a la usanza occidental en poblaciones importantes y dejando a los mismos gobernadores o por congregaciones, hechas por poblaciones de varios pueblos dispersos en uno solo o bien, como trabajadores en las primeras encomiendas y obrajes. Un punto esencial es que, a partir de este proceso, se vivió un colapso demográfico de las sociedades indígenas, muriendo por cientos a causa de la explotación y las epidemias, alcanzando un punto crítico a la mitad del siglo XVI. Dichas congregaciones tuvieron entre sus fines la evangelización de los indígenas, un proceso que fue primordial en la política española del siglo XVI y realizado por las principales órdenes religiosas.[16]
En el siglo XVI, los españoles al mando de Hernán Cortés conquistaron a los mexicas y se hicieron de sus propiedades. La labor misionera de la Iglesia Católica se inició con el arribo de las órdenes mendicantes: franciscanos, dominicos y agustinos, quienes evangelizaron partiendo de Anáhuac hacia fuera las localidades más pobladas y creando nuevas en donde eran dispersas. En el transcurso de la segunda década de tal siglo, Cristóbal de Olid, Pedro de Alvarado y Nuño Beltrán de Guzmán en nombre de la Corona de Castilla conquistaron gran parte del territorio mexicano, salvo el norte del país, donde las tribus chichimecas perduraron hasta principios del siglo XVII, cuando fueron casi exterminadas. En ese mismo siglo, la labor de los frailes llegados a Nueva España permitió extender los núcleos poblacionales a Nuevo León, donde se fundaron Cerralvo, Cadereyta y Sabinas Hidalgo.[17]
En ese mismo período, la labor de los franciscanos hizo posible la fundación de Paso del Norte, en 1682. Carlos de Sigüenza y Góngora, intelectual y geógrafo novohispano, se dedicó a tareas de cartografía en las Nuevas Filipinas (Texas) y en el puerto de Panzacola, donde se edificó el fuerte de San Carlos para defender la localidad de ataques piratas.[18]
La Compañía de Jesús sustituyó paulatinamente la labor de los franciscanos, pero la amplió en el aspecto cultural y educativo. Eusebio Francisco Kino fue un misionero nacido en Trento, Italia, y llegado a la Nueva España alrededor de 1680. Sus misiones se difundieron por Sonora y Arizona, pero su mayor obra fue haber fundado Magdalena de Kino, en el norte del territorio sonorense. Su trabajo de fundación y conocimiento geográfico quedó resumido en la obra del también jesuita Francisco Javier Alegre, Los apostólicos afanes, dedicada al papa Benedicto XIV, y que fue publicada en Roma en 1749.[19]
La labor de Kino inspiró a otros jesuitas para continuar la obra de fundación, ya entrado el siglo XVIII, con la fundación de San Antonio de Béjar y la bahía del Espíritu Santo, ambas en Texas. Pero en 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios por atentar contra las doctrinas de la Iglesia y del rey, y sus antiguas misiones pasaron a ser de los dominicos, quienes las extendieron hasta Paraguay y Ecuador. Junípero Serra, natural de las Islas Baleares, fundó en Alta California las misiones de San Diego de Alcalá, San Carlos Borromeo de Carmelo, San Gabriel Arcángel, San Luis Obispo de Tolosa, San Francisco de Asís y San Juan Capistrano, entre otras. El italiano Peri recibió mandato de Pío VI para evangelizar las tierras de Chihuahua, donde fundó en 1798 la misión de San Luis Rey. La labor de evangelización y población no se detuvo hasta 1830, cuando el Virreinato no existía y ya habían logrado su independencia muchos de los países que lo integraban.[20]
En la época virreinal de 1521, el navegante Fernando de Magallanes al servicio de España llegó al archipiélago filipino y tomó posesión jurídica de las islas, bajo el trono español, pero sin dejar un solo soldado o español cualquiera en las islas que valiera la colonización de España. Aunque se sabía que los indígenas eran sumamente dóciles y además se quería arrebatar el poder de Portugal en las Indias Orientales, Hernán Cortés envió tres barcos rumbo a Asia, que zarparon de Zihuatanejo en 1527.[21] En el camino, dos de ellos naufragaron y el tercero llegó, pero no regresó por no haber encontrado la corriente del retorno. Después en 1541, López de Villalobos fue enviado por el virrey Antonio de Mendoza para encabezar una expedición hacia las Indias Orientales en busca de nuevas rutas comerciales. Su expedición partió de Puerto de Navidad en 1542 a bordo de cuatro carabelas.[22]
En 1543 la flota tocó la costa sur de la isla de Luzón (Filipinas), donde exploraron la costa e hicieron contacto con los indígenas del archipiélago. De allí partieron más al oriente hasta alcanzar la isla de Leyte y las nombraron islas Filipinas en honor al rey Felipe II. A causa del hambre y de un navío que se arruinó por un accidente de navegación, la expedición fue desastrosa y se tuvieron que ir a buscar refugio en las Molucas, dominio portugués, y después de algunas escaramuzas fueron tomados presos. Villalobos murió preso en 1544 en la isla de Amboina. El resto de la tripulación consiguió escapar y regresar a Nueva España, donde contaron las historias al virrey, y así se consideró parte de la Nueva España la Capitanía General de las Filipinas.[23]
El intento de colonización de Filipinas no terminó ahí. El virrey Luis de Velasco encargó a Miguel López de Legazpi hacerse a la mar en una nueva expedición. Zarpó de Puerto de Navidad, Nueva Galicia (actualmente Jalisco) el 21 de noviembre de 1564 y en el viaje conquistó Guaján, las Islas de Saavedra/Islas de los Pintados (Islas Marshall) y las Islas Marianas, y tocó Samar el 27 de abril de 1565. También se expandió el dominio español a varios puntos de la isla de Formosa, las Molucas (Tidore) y el norte de Borneo (Sabah). Hábilmente, López de Legazpi evitó hostilizar a los moradores de las islas, que se decía que enseñaban ni más por más las vergüenzas al aire, y no encontró resistencia para explorarlas. Por la escasez de productos, Legazpi se vio forzado a trasladarse de isla en isla y expandió los dominios allí. El movimiento fue fácil, ya que en las islas, al igual que en México, los clanes estaban rivalizados, y Legazpi estableció fácilmente lazos de amistad que le permitieron moverse de isla en isla, levantando al rato los primeros asentamientos españoles: la Villa del Santísimo Nombre de Jesús y Villa de San Miguel.[24]
La conquista de las Filipinas, nombradas así en honor al rey Felipe II, por Miguel López de Legazpi hizo posible que en 1565 visitara por primera vez tierras novohispanas el Galeón de Filipinas. Con el tiempo esta ruta sería el principal lazo que uniría las posesiones de España en América con sus baluartes en Asia. En ese año, gobernaba Felipe II, en Inglaterra regía Isabel I, se cumplían dieciocho años de la muerte del principal conquistador español, Hernán Cortés, y el jesuita Hernando Menéndez de Avilés fundó las primeras misiones en San Agustín de la Florida.
Uno de los principales sitios donde se almacenaban los bienes traídos de Oriente era Nueva Orleáns, en la costa del golfo de México y que fue conquistada por Andrew Jackson en 1815, coincidiendo con la rebelión independentista en Nueva España. Las rutas fueron establecidas por más de dos siglos. Sin embargo, los caminos del Oriente al puerto de Acapulco, donde solían descargar las mercancías, estaban plagados de riesgos, enfermedades y ataques piratas de Australia. Los productos manejados eran seda, especias, y oro. La ruta era la forma de enlazar el comercio interno de las posesiones de ultramar de España, pero a la vez se transmitían ideas liberales a los virreinatos de América, pues en Filipinas había mayor libertad de expresión. El último galeón llegó a México en 1813, pocos días antes de la toma del puerto a manos de José María Morelos.[25]
Este siglo fue el de la mayor expansión novohispana, al contrario de lo sucedido en la metrópoli, que entró en decadencia. En 1598, Felipe II murió, dejando como heredero a su hijo Felipe III, quien entregó el gobierno a ministros como el duque de Lerma y el duque de Uceda, quienes no supieron manejar el gobierno y metieron a España en guerras por defender la religión católica, o como bajo Felipe IV durante la guerra de los Treinta Años, en la que España perdió sus posesiones en Holanda, mediante la Paz de Westfalia (1648).
La política de Felipe III fue continuada por su hijo Felipe IV, que reinó de 1621 a 1665. Durante su reinado se dio el llamado Siglo de Oro español, con exponentes como Luis de Góngora y Lope de Vega en la literatura; y Diego Velázquez y Bartolomé Esteban Murillo en la pintura. Carlos II sucedió a su padre en 1665 y gobernó diez años bajo la regencia de su madre, Mariana de Austria, quien se rodeó de ministros extranjeros y casó a su hijo en dos ocasiones (con María Luisa de Orleans en 1679 y Mariana de Neoburgo en 1689) pero el monarca no consiguió descendencia. Al morir en 1700, el rey nombró como su sucesor a Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV. Sin embargo, el emperador del Sacro Imperio Romano, Leopoldo I, se negó a aceptar dicho acuerdo y comenzó la guerra de sucesión española, en la que triunfó el heredero francés, pero el conflicto mermó seriamente las finanzas novohispanas.[26]
Los virreyes de Nueva España vivieron su apogeo en esta época. En 1611, Luis de Velasco, otrora virrey del Perú, envió a una delegación a visitar tierras japonesas y establecer contactos comerciales con aquella nación, y así nació la Nao de China, que durante trescientos años desembarcaba en Acapulco las mercancías provenientes de territorios orientales. El marqués de Cerralvo, Rodrigo Pacheco y Osorio, fue acusado de corrupción y de ineficacia en el gobierno, pues en su mandato el puerto de Veracruz fue saqueado por piratas holandeses perdiéndose en el acto gran parte de los caudales reales. Además, al salir del cargo llevó consigo más de trescientos mil pesos oro, y una perla con diamantes incrustados que regaló al rey.
Otros virreyes que sufrieron el ataque de corsarios ingleses y holandeses fueron el virrey Armendáriz, quien organizó la armada de Barlovento para detener ataques de filibusteros ingleses a las costas novohispanas y el conde de Salvatierra, García Sarmiento de Sotomayor, quien ordenó proteger las costas de California y con ello librar de asaltos las naves procedentes de China. Hacia 1649 la cantidad de conventos en la capital había crecido a tal extremo, que los habitantes se vieron en la necesidad de mandar una carta al rey Felipe IV pidiendo ya no se instaurasen más centros en la capital, pues guardaban desproporción con el número de habitantes, pero el rey se negó a responder. En mayo de ese mismo año, se efectuó el auto de fe más grande registrado por los anales de la Inquisición mexicana, fueron los penitenciados, 109, de los cuales 13 fueron relajados en persona, es decir murieron en la hoguera.[27]
El siglo XVII se caracterizó en Nueva España por una época de paz constante, que solo se veía interrumpida cuando los indios se levantaban en armas; los más conocidos de estos caciques fueron Gaspar Yanga, jefe de la rebelión indígena de 1609, y Jacinto Canek, quien se levantó en armas en 1770 contra la Corona en Yucatán. Las incursiones de piratas en ciudades portuarias fueron muy frecuentes: en 1678 penetraron en Campeche y fueron detenidos en Alvarado, y el 15 de mayo de 1683, el corsario Lorencillo tomó Veracruz. La expansión experimentó pocos cambios durante este siglo, el más importante fue la fundación de la villa de Albuquerque en el norte. Tras conocerse el nacimiento del príncipe Felipe Próspero de Austria en 1657, el virrey envió una dotación de doscientos cincuenta mil pesos oro anuales durante un plazo de quince años, lo que terminó al morir el príncipe en 1661. Durante el gobierno del virrey Gaspar de la Cerda y Mendoza, conde de Galve, la armada de Barlovento recorrió Tejas para sacar de su territorio a los franceses, idéntico a lo sucedido en Santo Domingo.[28]
El siglo comenzó con el ascenso de la Casa de Borbón al trono español, llevando a Felipe V como primer rey de los Borbones españoles. La guerra de sucesión española, derivada del nombramiento del duque de Anjou como heredero a la corona, estalló en España y Europa. En 1713 la Paz de Utrecht puso fin al conflicto, pero obligó a España a ceder Gibraltar a la Corona británica. Felipe V abdicó en 1724 en favor de su hijo Luis I, quien murió en agosto del mismo año. El rey debió regresar al trono hasta su muerte en 1746, siendo sucedido por su hijo Fernando VI, quien murió sin descendencia en 1759 y como rey fue proclamado su hermano Carlos III. Este rey ejecutaría las reformas propias del Despotismo ilustrado, que gran efecto tuvieron en Nueva España.[29]
La piratería había decaído, y muchos de los hombres que trabajaron en aquella actividad pasaron a engrosar las filas de la marina británica, que hacia 1670 había consolidado su poder. Fernando VI preveía ataques a las costas españolas, por lo que en su mandato aumentó la flota. La educación aumentó sobremanera bajo el reinado de los Borbón, de clara influencia francesa.
Desde el primer colegio, fundado por Pedro de Gante en 1534, el tema de la enseñanza pública se había estancado. Salvo por la fundación de la Real y Pontificia Universidad de San Ildefonso (1553) y el Colegio Real de Zacatecas (1616), los virreyes no se preocuparon por el tema educativo. Es hasta 1773, cuando se funda la Real Academia de Bellas Artes, y en 1783 el Colegio de Minería, donde estudió el químico Andrés Manuel del Río. La difusión cultural hizo posible que en 1693 se publicara el primer diario de la Nueva España, El mercurio volante, y a partir de 1728 se editó La Gaceta de México.
En el territorio de los purépechas, Vasco de Quiroga comenzó la evangelización de los indígenas y fundó en 1540 el Colegio de San Nicolás Obispo, donde se formaron muchos sacerdotes y profesionistas durante los siglos del Virreinato y más adelante, como Miguel Hidalgo. La astronomía también se desarrolló, en la figura de Carlos de Sigüenza y Góngora y José Antonio Alzate. Mientras tanto, el teatro novohispano fue parte importante del Siglo de Oro español, con exponentes como Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón. Asimismo, en 1806 se representó por primera vez en América la obra El barbero de Sevilla. Así pues, durante el siglo XVIII, la economía creció con lentitud, pero las artes se desarrollaron en su máximo esplendor.[30]
Carlos de Borbón y Farnesio nació en 1716, como hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio. Subió al trono de España en 1759, tras morir sin descendencia su hermanastro Fernando VI. Durante su reinado, aumentó la milicia, se dedicó a construir Madrid y firmó un Pacto de Familia con Luis XV de Francia, lo que motivó la participación de la corona española en la guerra de los Siete Años. La derrota de la alianza hispanofrancesa en la mencionada guerra obligó a España a ceder en el Tratado de París (1763) la Florida, los territorios al oeste del río Misisipi, derechos sobre Honduras y Terranova.
En las colonias británicas de Norteamérica, el monarca envió a Antonio de Ulloa como visitador y embajador. En esa época el virreinato de la Nueva España se extendió enormemente al adquirir la Luisiana española y al recuperar —tras vencer a los ingleses— la Florida española. Este mismo político sirvió en Nueva España como asesor del virrey Bernardo de Gálvez, quien en 1786 realizó la reforma de la administración pública. Esta modificación se convirtió, a la postre, en el legado de Carlos III en Nueva España, pues se determinó la creación de intendencias, dirigidas por españoles, y no por los antiguos caciques indígenas al servicio del virrey, práctica derivada de Cortés.
El rey pretendía disminuir la influencia de los gobernantes mediante la descentralización del poder, y creó las intendencias efectivas a partir del 1 de diciembre de 1786. Otro hecho llevado a cabo por Carlos III fue la expulsión de la Compañía de Jesús de España, el 25 de junio de 1767, como lo habían hecho ya Portugal (1759) y Francia (1764). La explicación brindada por el rey al papa Clemente XIII fue que los jesuitas difundían las ideas de la ilustración y pretendían derrocar a los monarcas; además les atribuía responsabilidad en el motín de Esquilache (1766). El papa aceptó, y siete años más tarde Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús.[31]
Desde 1798 se gestaron rebeliones en contra del dominio español, como la de ese año, conocida como la Rebelión de los machetes, que pretendía asesinar al virrey Miguel José de Azanza y proclamar la independencia. Sin embargo, poco antes de estallar la conjura, los responsables de la misma fueron detenidos.
Los virreinatos quedan abolidos durante la vigencia de la Constitución de Cádiz en 1812 y 1820. La América española queda dividida en veinte provincias con dependencia política directa cada una de ellas de la Península. El desaparecido virreinato de Nueva España quedó dividido en seis provincias inicialmente[32] y se añaden posteriormente dos: San Luis de Potosí y Nicaragua. El 31 de mayo de 1820, Juan Ruiz de Apodaca restablece por última vez la constitución española en el virreinato de Nueva España.
Provincias americanas | Capital |
---|---|
Nueva España | México |
Provincias internas orientales | Monterrey |
Provincias internas occidentales | Durango |
San Luis Potosí | Guanajuato |
Nueva Galicia | Guadalajara |
Yucatán | Mérida |
Guatemala (Guatemala, San Salvador, Honduras, Chiapas) | Guatemala |
Nicaragua (Nicaragua, Costa Rica) | León |
La inestabilidad de la monarquía española ocurrió durante el gobierno de José de Iturrigaray (1803-1808). Hacia fines de 1807, Napoleón Bonaparte en acuerdo con Godoy y Carlos IV, ocupó España para invadir Portugal. En marzo de 1808, el pueblo español se sublevó y proclamó a Fernando de Borbón, como rey de España. Napoleón a través de las abdicaciones de Bayona entregó la corona de España a su hermano José Bonaparte y dio inicio a la guerra de la Independencia Española.[33]
En México, los criollos del Ayuntamiento, encabezados por Francisco Primo de Verdad y Ramos y Juan Francisco Azcárate y Lezama, propusieron un sistema de gobierno popular en ausencia del rey, que fue unánimemente rechazado por el sector español de la Real Audiencia. Pocos días después, al negarse Iturrigaray a brindar reconocimiento a la Junta de Sevilla y a la Junta de Oviedo, los españoles decidieron derrocarle arguyendo que pretendía hacerse rey de la Nueva España. Pedro de Garibay fue nombrado en su reemplazo, pero en mayo de 1809 fue sustituido por el arzobispo de México, Francisco Xavier de Lizana y Beaumont, quien otorgó libertad a los implicados en la Conjura de Valladolid (diciembre de 1809), que pretendía independizar al reino. Sucesora de esta conspiración fue la Conspiración de Querétaro, encabezada por Miguel Hidalgo y formada por Miguel Domínguez, corregidor de Querétaro y su esposa Josefa Ortiz de Domínguez, los militares Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo. La conspiración fue descubierta e Hidalgo adelantó la insurrección para el 16 de septiembre, en la madrugada, cuando inició la guerra de la Independencia de México, con el hecho conocido como Grito de Dolores.[34]
Hidalgo rápidamente consiguió reunir a más de 60 000 hombres y tomó pacíficamente San Miguel el Grande, Celaya y Salamanca. Al entrar en Guanajuato el 28 de septiembre se produjo la Toma de la Alhóndiga de Granaditas, y días más tarde el consecuente saqueo. Las tropas insurgentes marcharon a Valladolid, a la que entraron pacíficamente el 17 de octubre y en Acámbaro es donde Hidalgo fue proclamado Generalísimo de las Américas y Allende capitán general. En esa visita recibió las adhesiones de Ignacio López Rayón y José María Morelos.
Tras entrar en Toluca el 5 de octubre, los insurgentes derrotaron a los realistas de Torcuato Trujillo el 30 de octubre en la batalla del Monte de las Cruces, pero Hidalgo se resistió a tomar Ciudad de México, lo que hubiera permitido ganar a los insurgentes la guerra pues capturarían la capital.[35] Se retiraron al Bajío, donde Félix María Calleja del Rey les derrotó en la batalla de Aculco el 7 de noviembre. La desavenencia entre los insurgentes llevó a Allende, Abasolo y Aldama a retirarse a Guanajuato, donde Calleja les derrotó el 26 de noviembre. Hidalgo marchó a Valladolid y más tarde a Guadalajara, tomada el mismo día de la derrota de Aculco por José Antonio Torres, apodado El amo. En ambas ciudades se cometieron masacres de españoles. Luego de su derrota en Guanajuato, el bando militar de la insurgencia se unió a Hidalgo en Guadalajara, donde se estableció el primer gobierno de México.
El 17 de enero de 1811, Calleja derrotó finalmente a los insurgentes en la batalla del Puente de Calderón, quienes huyeron al norte del país con al intención de refugiarse en Estados Unidos de América. En Zacatecas Hidalgo fue despojado del mando militar en favor de Allende, y el 21 de marzo Ignacio Elizondo les tendió una trampa y les detuvo en las Norias de Acatita de Baján. Los insurgentes fueron sometidos a juicio en Chihuahua y ejecutados. Allende, Aldama y Jiménez el 26 de junio (a Abasolo se le conmutó por prisión perpetua en Cádiz, España) e Hidalgo fue fusilado el 30 de julio. Luego de su ejecución, se les decapitó y sus cabezas fueron exhibidas en la Alhóndiga de Granaditas.[36][37]
José María Morelos, comisionado por Hidalgo para levantar tropas en el sur del país, fue el siguiente jefe de la insurgencia, título que disputó con Ignacio López Rayón. En el transcurso de 1811 obtuvo plazas como Chilpancingo, Tixtla, Chilapa y Tehuacán, pero fue derrotado en Acapulco. Entre el 9 de febrero y el 2 de mayo de 1812 fue sitiado en Cuautla por Calleja, pero le derrotó al romper el cerco, lo que ocasionó la baja de Calleja en el ejército realista. El 25 de noviembre de 1812 tomó Oaxaca y en 1813 capturó Acapulco y organizó el Congreso de Chilpancingo, donde se firmó el Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional, en 1814 produjo la Constitución de Apatzingán.
Tras una serie de derrotas (en Lomas de Santa María, Puruarán y en las Águilas) fue capturado en Temalaca el 5 de noviembre de 1815, y ejecutado en la capital el 22 de diciembre de ese año. En su ejército estuvieron Leonardo Bravo, Nicolás Bravo, Hermenegildo Galeana, Mariano Matamoros, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero. Los dos últimos fueron quienes continuaron la lucha tras la muerte de Morelos, y muchos insurgentes desertaron debido a la política de indulto llevada a cabo por Juan Ruiz de Apodaca, sustituto de Calleja en el virreinato.
Agustín de Iturbide, vencedor de Morelos en las Lomas de Santa María, fue comisionado por Apodaca para detener a Guerrero y a Pedro Ascencio Alquisiras, quienes luchaban en el sur. Iturbide y Guerrero pactaron en el Plan de Iguala y unieron sus ejércitos en el Ejército Trigarante, que entró triunfal a Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, finalizando así en México la guerra de Independencia y el dominio español.[38]
El antiguo reino de Guatemala —dividido en varias intendencias a partir de las reformas borbónicas— se transforman en provincias constitucionales que se declaran independientes de España el 15 de septiembre de 1821. A pesar de la oposición de San Salvador y Costa Rica, América Central se unió al Imperio Mexicano en diciembre de 1821. Tras la abolición de la monarquía en México, las Provincias Unidas del Centro de América se constituyeron como un país independiente.
Los territorios de la Nueva España al norte del río Bravo, por diversos caminos, pasaron a formar parte integral de los Estados Unidos de América.
En 1803 Estados Unidos compró a Francia el territorio de la Luisiana, el cual a su vez Napoleón lo había recibido de España en 1800 mediante el Tratado de San Ildefonso.
Estados Unidos compró el territorio de la Florida a España en el año 1821. Su cesión la llevó a cabo el gobernador José Coppinger en virtud del Tratado de Adams-Onís siendo el estadounidense Andrew Jackson el encargado de llevar a cabo el traspaso de la soberanía. Asimismo, Estados Unidos adquirió también los derechos sobre las pretensiones españolas en el territorio del Oregón.
En 1835 la República de Texas proclamó su independencia, que no fue aceptada por México. En 1845 Estados Unidos incorporó Texas a su unión, lo que condujo a la Intervención estadounidense en México de 1846 a 1848, que le permitió a Estados Unidos anexionarse los territorios de la Alta California y Nuevo México. La nueva frontera se definió mediante el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, y se retocó mediante la venta de La Mesilla mexicana a Estados Unidos en 1854.
Por último, en 1898, tras la guerra hispano-estadounidense, los últimos territorios imperiales de Filipinas, Guaján, Cuba y Puerto Rico dejaron de formar parte de España.
Nueva España fue el primer virreinato erigido, y por lo tanto, donde se puso en práctica el modelo español de gobernación. El virrey, cuyo término significa etimológicamente en lugar del rey, concentraba todo el poder público, como ya se ha dicho. Era nombrado y removido libremente por el rey, cuando el soberano quisiera podría destituir al virrey. En la Nueva España jugaba un papel de soberano, pero en realidad únicamente obedecía las órdenes del rey de España. Ejecutaba las leyes promulgadas en la metrópoli y se encargaba de vigilar los negocios del Estado. Del virrey dependía toda la estructura del gobierno, alcaldes mayores, corregidores, conserjes locales, ayuntamientos y jefes de pueblos de indios.[39]
Muchos virreyes de Nueva España ocuparían el mismo cargo en el Virreinato del Perú (el traslado de México a Lima era el premio más codiciado por las autoridades virreinales).[cita requerida] El virrey recibía un sueldo como tal y como presidente de la Audiencia. Además, percibía dinero para la manutención de una guardia. Los sueldos fueron aumentados a medida que se asentó la dominación española. Un virrey mexicano recibía 27 000 pesos anuales, mientras que uno peruano cobraba 41 000 pesos anuales. Bajo los Borbones, ambos virreyes recibían 60 000 pesos anuales y en algunos casos aún más, lo que se explica por la devaluación de la moneda. Tanto en el posterior Virreinato de Nueva Granada como en el Virreinato del Río de la Plata los virreyes recibían 40 000 pesos anuales.
El Real Consejo de Indias, fue instituido en 1519 y desde 1524 se le confirió autoridad suprema para discernir en los asuntos concernientes a las provincias del Nuevo Mundo. Su principal misión fue la de dejar el terreno listo para los virreinatos, creando leyes, institucionalizando a los pueblos de indias, regulando el comercio, organizando la administración pública, vigilando los puertos y negocios públicos de ultramar y ratificando nombramiento de funcionarios. Al entrar en vigor la ley de los virreinatos, el Consejo de Indias tomó en sus manos la defensa de los indios contra los abusos de los españoles, miembro destacado de esta etapa fue Bartolomé de las Casas. Otras instituciones de la Nueva España fueron los corregimientos, que impartían justicia y eran nombrados por la Audiencia. Estaban además dirigidos por los alcaldes mayores.[40]
Como una medida preventiva, el gobierno de España estableció un complicado sistema de burocratismo para hacer engorroso cualquier trámite que pusiera en peligro los intereses de la Corona, como evidenció el Duque de Lerma en una carta escrita al monarca Felipe III en 1608. Otra perspectiva tomada fue la de contrarrestar peticiones y exigencias de poder por parte de los antiguos conquistadores y de los caciques indígenas. La población novohispana debía acudir a las autoridades establecidas para llevar a cabo sus trámites.
Generalmente, los encargados de los servicios públicos solo manejaban el negocio por su propio interés particular, el trámite solía ser muy costoso y tardado, y en muchas de las ocasiones era archivado entre tantos casos que nunca llegaron a su resolución. La burocracia aumentó su poder al pedir al rey el aumento de personal, bajo la supuesta premisa de mejorar el servicio brindado. En la realidad, este sistema adquirió tal influencia sobre todos los aspectos de la sociedad novohispana, que el virrey Bernardo de Gálvez, planteó a Carlos III la necesidad de una reforma urgente del sistema, que llegaría en 1786 con la primera de las reformas borbónicas de aquel año.[41]
Cortés se hizo cargo del gobierno del territorio recién conquistado con los títulos de capitán general de justicia mayor y Marqués del Valle de Oaxaca, que él mismo se otorgó al salir del ayuntamiento de la Villa Rica de la Veracruz. El conquistador ocupó la antigua residencia de los tlatoanis en Coyoacán, pero más tarde se trasladó a Ciudad de México. Durante su gobierno consolidó la misión de las encomiendas entre los conquistadores, repartiendo además las mercedes de la tierra, los frutos y estableciendo los talleres de producción artesanal.
Cristóbal de Olid salió en expedición a Honduras pero decidió aliarse con Velázquez contra Cortés, quien envió al capitán Francisco de las Casas a detenerle y ajusticiarle. Cortés no estaba enterado de la expedición de Casas, por lo que el gobernador de Nueva España salió en persona para detener a Olid, y llevó consigo a su preso Cuauhtémoc, que en el camino fue acusado de conspiración y ahorcado cerca de Tabasco.[42]
La ausencia de Cortés fue aprovechada por sus enemigos para informar al rey de España, Carlos I de sus malos manejos y acusaciones de corrupción. El rey envió al visitador Peralmíndez Chirino, quien instituyó el gobierno de los oficiales reales, pero permitió a Cortés conservar su título de marqués. Los oficiales reales fueron rápidamente tachados de conflictivos y el nuevo visitador, Gonzalo de Salazar, no dudó en destituirles.[43]
En 1527, el rey observó el desastre originado por los oficiales reales y nombró a la primera Audiencia, compuesta por un presidente (Nuño Beltrán de Guzmán) y cuatro oidores (Alonso de Parada, Francisco Maldonado, Juan Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo), quienes únicamente tenían facultades en el ámbito judicial, civil y criminal, pero a menudo intervenían en lo concerniente a la administración pública. Juan de Zumárraga, primer arzobispo de México, comunicó al rey las anomalías cometidas por los miembros de la primera audiencia, en especial por Beltrán de Guzmán, por lo que el rey estableció la segunda audiencia. Estaba integrada por el presidente Sebastián Ramírez de Fuenleal (obispo de Michoacán) y de oidores tenía a Juan Salmerón, Alonso Maldonado, Francisco Zeínos y Vasco de Quiroga. Los miembros de esta segunda audiencia lograron restablecer los derechos de los pueblos indígenas, reducir tributos, liberar esclavos y suprimir las encomiendas (restauradas años más tarde por Felipe II).[44]
La corona española consideró conveniente la instauración del Consejo de Indias, órgano regulatorio que habría de regular las leyes y a las autoridades de la Nueva España y demás territorios conquistados, pero su actuación fue limitada debido a los poderes casi ilimitados de los virreyes. Entonces nació la Casa de Contratación de Sevilla, con las mismas funciones que el anterior organismo pero con potestad económica y financiera, su principal tarea fue regular el comercio de las posesiones españolas en el Nuevo Mundo, y vigilar la seguridad de los mercantes por las vías fluviales del Imperio español. Otra de sus labores fue evitar el contrabando, a tal punto que se castigaba el comerci